Editorial

Tradición, coalición y coherencia

César García Acosta

Por formación -y por decisión de vida-, tengo un profundo respeto por todas las opiniones.

Personalmente jamás rechazaría una ideología que profesara la libertad en el marco de la democracia y el republicanismo.

Dicho esto, mal podría asumir que quienes en mi propio partido político disientan con su conducción actual, por entender que sus estrategias para coexistir en un contexto poco favorable, como coaligarse para llegar al poder del gobierno, sea un error con objetivos imposibles de revertir. Trabajar para cambiar actitudes y lograr nuevas metas a partir de la negociación como factor preponderante, es hacerlo dentro de unas reglas del juego admitidas por la lógica democrática.

Más aun, entiendo que muchos colorados tengamos diferencias sobre todo después de la crisis del 2002, cuando el presidente Jorge Batlle debió enfrentar la dureza de una corrida bancaria, el quiebre de más de un banco, apelando a decisiones poco ortodoxas para encontrar salidas generales. Después de todo del 2002 se salió de un modo exitoso, aunque para el partido eso haya significado la apatía hasta de su electorado. Pasados 20 años de aquéllos hechos el partido Colorado no logra reponerse, y lo peor no es el distanciamiento con muchos correligionarios del pasado, sino la crisis centrada en posturas irreconciliables a partir de la auto calificación de quienes se definen más o menos batllistas, liberales, de derechas o progresistas.

Hace unas horas se presentó un nuevo grupo dentro del Partido Colorado, llamado «Rebeldes», compuesto por dirigentes escindidos de Ciudadanos y Batllistas, que tienen una visión crítica sobre la actual conducción del partido. Parece ser que la idea no es tener un candidato presidencial propio, sino impulsar listas en todos los departamentos. El grupo se define como «liberal» y tiene como referencia al expresidente Jorge Batlle, además de entender que la «coalición no funcionó» y que el Partido Colorado debe cosechar una nueva impronta.

Sin pretender entrar en el fondo de sus ideas, simplemente porque es a ellos a quienes les corresponde explicarlas, me pregunto: ¿cuál podría ser el objetivo político a fijarse por un colorado que rechaza la coalición como sistema político?; ¿qué programa ofrecen a la población a partir del horizonte electoral actual del partido?; y ¿cómo cumplirían lo que estarían prometiendo, si a sabiendas de cuántos son, puede inferirse claramente el escaso trecho al que podrían llegar?

Muchas veces de estas páginas de OPINAR hemos expresado nuestras diferencias con el gobierno. Pero jamás rechazamos a la coalición como la nueva estructura que nos permite ser gobierno consensuando antes de gobernar. Y esa precisamente ha sido la clave del programa de gobierno: cumplir lo prometido y pactado entre varios partidos políticos bajo un mismo esquema de gobierno.

Diferencias internas habrá siempre. Es bueno que así sea. Lo que no puede haber es hipocresía y demagogia de prometer aquello que de antemano se sabe que no se podrá cumplir.

El Partido Colorado lejos de estar encapsulado, si algo mostró es saber y sobrellevar la dignidad de sus capacidades, dotando al gobierno de una impronta batllista, socialdemócrata, que ha quedado de manifiesto en el programa de educación, en la reforma de la seguridad social, en la forma de relacionarnos con el entorno y siempre sobre la base del aporte de sus agrupaciones, reconociendo errores, pero realzando los valores que hicieron siempre de los colorados los hacedores del partido de la responsabilidad.

Ya no caben rebeldías confusas. Sólo hay lugar para la fuerza de las ideas del país modelo al que todos queremos acceder.

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