Tres mujeres altas
Fátima Barrutta
Elijo este título de una obra teatral de Edward Albee para sintetizar la emoción que me embargó este jueves 16 de diciembre, cuando asistí en el Palacio Taranco al homenaje brindado por el Ministerio de Educación y Cultura a Lisa Block, Beatriz Massons y Clara Ost.
El adjetivo “altas” es, por supuesto, en sentido figurado.
Refiere en este caso a su estatura intelectual: son tres personalidades señeras de la cultura nacional que reciben una justa distinción del Estado: las medallas Delmira Agustini.
Es curioso: existe una palabra en idioma español que define a los hombres que realizan aportes significativos para la posteridad: “prohombre”. Pero no existe su equivalente femenino, “promujer”.
Así que instaurémoslo en esta columna, para sumarnos al tributo emocionado que ofrece el país entero a estas inigualables exponentes de nuestro género.
Lisa Block es una de las intelectuales uruguayas más reconocidas en el mundo. Presentada por el director de la Biblioteca Nacional, Valentín Trujillo, su aporte a la crítica literaria y a la investigación académica quedó de manifiesto a través de libros de honda significación, así como también en varias décadas de ejercicio de la docencia universitaria, desde la recuperación democrática de 1985 hasta el presente. También se debe a ella esa maravilla que es el portal Anáforas (anáforas.fic.edu.uy), una plataforma web que recoge textos de una vasta cantidad de intelectuales uruguayos a los que no se podría acceder por otros medios.
En un discurso sentido, en el que no faltó el recuerdo emocionado hacia su marido Isaac Behar, recientemente fallecido, Lisa hizo una finísima referencia a la semejanza lingüística que hay en distintos idiomas entre las palabras “conocimiento” y “agradecimiento”. Los uruguayos agradecidos por su inmenso aporte al conocimiento.
Luego tocó el turno a la legendaria actriz Beatriz Massons, que fue presentada por el coordinador del INAE Álvaro Ahunchain. Dueña de un talento interpretativo superior, Beatriz participó de los orígenes del Movimiento Teatral Independiente uruguayo, habiendo fundado Club de Teatro en 1954 junto a Taco Larreta, Roberto Fontana, Juan José Brenta y el inolvidable director español Pepe Estruch, exiliado en nuestro país por haber sido un artista opositor a la dictadura de Francisco Franco. En su vasta carrera, Massons legó al público uruguayo composiciones inolvidables, manteniendo siempre un enorme rigor en la elección de repertorio (se cuenta que rechazó un protagónico en una película italiana que la hubiera llevado a la fama mundial, solo porque el guion no era bueno).
En su alocución, Beatriz bromeó con sus saludables 91 años y recitó el bellísimo poema “Lo inefable” de Delmira Agustini, generando el aplauso emocionado de los presentes.
Por su parte, la coleccionista de arte Clara Ost también recibió la distinción, habiendo sido presentada por el director del Museo Nacional de Artes Visuales, Enrique Aguerre.
Clara ha sido y sigue siendo una personalidad señera en el desarrollo de las artes visuales uruguayas, porque junto a su marido Carlos Engelman (fallecido en marzo de este año), viene adquiriendo desde hace décadas obras de artistas uruguayos contemporáneos que no guarda para sí, sino que ha exhibido generosamente al público uruguayo, en su museo de la avenida Rondeau.
Basta hablar con cualquier artista visual compatriota para que se deshaga en agradecimiento a esta inmensa benefactora y divulgadora del talento nacional.
Clara hizo uso de la palabra recordando con emoción a su marido Carlos y comprometiéndose como siempre en esta misión de apoyo y amplificación del arte uruguayo.
Debo destacar la precisión y hondura del discurso de cierre, a cargo del ministro de Educación y Cultura Pablo da Silveira.
Recordó algo que debe ser nuestro norte, a nivel de la promoción cultural que realizamos desde la coalición republicana: este gobierno no “utiliza la cultura como una herramienta de división” porque “no es gramsciano”. No la usa para atrincherarse ideológicamente contra un enemigo, sino exactamente para lo contrario: como un instrumento de integración, de crecimiento conjunto en la coincidencia o en la discrepancia, con un espíritu auténticamente pluralista.
Esos son los nuevos vientos que soplan en el ambiente cultural y nuestros artistas e intelectuales bien lo reconocen.