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Omisión Estatal

Ni las radios del SODRE, Canal 5 ni Antel

pagan derechos de autor a AGADU

La Comisión de Derechos Humanos y Equidad de Género del Parlamento, el 25 de julio de 2023 recibio a AGADU para tratar un proyecto de ley relativo a artistas mujeres y disidencias en la música uruguaya. La delegación de Agadu estuvo integrada por su presidenta, Estela Mieres; el secretario general, Diego Drexler; la consejera Samantha Navarro y el consejero Jorge Schellemberg. En el marco del análisis del proyecto de ley AGADU denunció que “los medios públicos, tanto en el sistema de radio del Sodre como en Canal 5, no pagan derechos de autor, de intérpretes ni de productores fonográficos; así como tampoco lo hace Antel TV”.

El senador Jorge Gandini en su intervención expresó: “… entendí que ustedes piensan que la intención es muy buena, muy loable, que la comparten y que este es el camino, pero en cuanto al texto, «¡cuidado!», puede tener algunos inconvenientes cuando se vaya a aplicar en la práctica. En cuanto a la aplicación real, que no va a la promoción sino al cumplimiento obligatorio de algunos porcentajes, ¿quién hace el control? Controlar la cultura tiene algunas cuestiones importantes. Personalmente estoy en contra de este proyecto de ley. Para mí, la cultura es libertad y ninguna cosa puede limitarla. Por la promoción, la que quieran; por pagar más y ayudar más, estoy de acuerdo, pero –repito– para mí la cultura es libertad y esto pone obligaciones y controles que van contra mi filosofía.”

Como contrapunto, Samanta Navarro de AGADU, denunció: tanto en el sistema de radio del Sodre como en Canal 5, no pagan derechos de autor, de intérpretes ni de productores fonográficos; tampoco lo hace Antel TV.”

La siguiente es un extracto de la sesión parlamentaria:

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SEÑORA MIERES.- … Esta iniciativa ha sido de mucho interés para Agadu y nos hemos tomado un tiempo prudencial para estudiarla. Hemos mantenido varias reuniones –inclusive algunas vía Zoom– y los compañeros han buscado antecedentes en otros países en los cuales también se plantea esta preocupación. Queremos estar alineados con todo lo que tenga que ver con la difusión, la promoción y el apoyo a nuestros autores y autoras, y en este caso específico nos ocupamos de lo relativo a las mujeres y disidencias.

SEÑORA NAVARRO.- Desde Agadu entendemos que el espíritu de este proyecto de ley nace de la justicia y de la necesidad. Vemos en ella una oportunidad de actuar positivamente hacia la igualdad en la situación de mujeres y disidencias en la música. Una mayor participación de mujeres y disidencias en los escenarios seguramente redundará en beneficios del resto de la sociedad, ya que el arte y la creación son fundamentales en la configuración de nuestra manera de pensar y define y redefine los valores sociales.

Por otra parte, está la justicia económica, un problema que ha sido el centro de muchas desigualdades. Es el derecho al trabajo y a una remuneración justa para las mujeres, lo cual se hace extensivo a las disidencias.

Este proyecto de ley también representa un enorme desafío para el sistema cultural, que tiene muchos años de organización con toda la inercia que ello implica, puesto que propone un cambio revolucionario. En ese sentido, hemos observado con relación a otras leyes del universo del arte y la cultura algunas zonas grises que han dado lugar a dificultades, tanto en la aplicabilidad como en los resultados obtenidos: Fonam, Estatuto del Artista, Ley de Medios, por nombrar algunos. Por ejemplo, en el caso de la Ley de Medios se establece una cuota del 30 % para la programación de música nacional. Podemos afirmar que esta cuota no se ha cumplido nunca ni tampoco hoy en día, y estamos hablando de un 30 %. Imaginemos si la cuota fuera de un 50 %. Ya que estamos hablando de un proyecto de ley de cuota del 50 % para festivales financiados con fondos públicos, ¿por qué no pensar en el caso de los medios públicos, si esta cuota fuera del 50 % y paritaria?

Aprovechamos para recordar que los medios públicos, tanto en el sistema de radio del Sodre como en Canal 5, no pagan derechos de autor, de intérpretes ni de productores fonográficos; tampoco lo hace Antel TV. Por eso sugerimos ‒nos ponemos a disposición‒ trabajar en una mesa en la que estén presentes todos los colectivos del sector música: gremios, asociaciones de gestión colectiva, colectivos independientes, asociaciones de productores y representantes del sector público, entre otros. Planteamos mirar con microscopio e intentar llegar lo más cerca posible a la máxima claridad y, así, conseguir la mejor aplicación de esta iniciativa que sentimos sumamente necesaria y oportuna.

«La diversidad es una idea; la inclusión es una acción». Women@Cisac.

SEÑOR DREXLER.- Básicamente, lo que leyó Samantha Navarro resume nuestro espíritu sobre este tema. También queremos decir que Agadu es una entidad de gestión colectiva –no una entidad gremial–, que administra derechos de autor, recauda, documenta y distribuye.

La aplicación de este proyecto de ley no modificaría en nada el trabajo cotidiano de Agadu porque se van a seguir cobrando los derechos de autor. Obviamente, este tema nos interesa desde el punto de vista laboral, de la reivindicación de derechos y de lo que significa la inclusión de la mujer.

El tema del rol de la mujer y su incidencia en la música nos mueve, nos motiva y nos ocupa. Nosotros formamos parte de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores. La Cisac, desde hace algunos años, empezó con un programa llamado Women@Cisac ‒Samantha lo nombró‒, que incluye un estudio pormenorizado del rol de la creadora en el mundo de la música y las cifras que arroja son realmente alarmantes. La situación uruguaya tiene un perfil estadístico similar a la de los países europeos. En nuestro padrón tenemos un total de 15.000 socios. Agadu es una increíble institución que tiene un número muy potente de creadores y creadoras y de socios y socias nuevas por año, más de 500. Podemos decir hoy en día que un 16 % son socias activas y vitalicias. En nuestro padrón hay socios administrados, activos y vitalicios. Ese número se está revirtiendo y podemos decir que actualmente estamos yendo hacia un 30 %, objetivo por el cual estamos trabajando.

Esa es una realidad que atraviesa a todo el sector de la cultura y queríamos contarles un poco sobre ello.

SEÑOR SCHELLEMBERG.- Suscribo plenamente las palabras que han dicho mis compañeras y mi compañero.

Quisiera referirme, justamente, a lo que aclaraba Diego Drexler con relación a que la aplicación de esta iniciativa, en la mecánica de trabajo –que es de distribución y cobro de derechos de autor–, no cambiaría nada, sino que le daría más fuerza al sustento conceptual con el que venimos. O sea, no tenemos un interés preestablecido como institución; en todo caso, el que hay tiene que ver con un tema de justicia y de convicción respecto a por dónde creemos que debemos ir con relación al tema vinculado con las mujeres, los hombres y las disidencias asociadas a esta sociedad autoral.

Agadu es la asociación de autores más vieja de Latinoamérica. Fue creada por hombres, algunos muy ilustres como Fernán Silva Valdés, Víctor Soliño, el Loro Collazo, Matos Rodríguez. La incorporación de la mujer ha sido paulatina y en estos últimos tiempos se ha dado un trabajo desde lo institucional para que haya una presencia femenina mucho más fuerte en el consejo directivo y también en el trabajo social que hace Agadu que, más allá de hacer lo que le compete, está permanente ocupada en apuntalar el desarrollo de las carreras a través de apoyos para viajes, discos y estudios. Es un trabajo que fue necesario durante la pandemia, cuando quedó al descubierto la enorme fragilidad de todo el sector cultural. En esa oportunidad Agadu distribuyó miles –y no estoy exagerando– de canastas entre su masa social por situaciones que no es necesario contar porque ya las conocemos.

Lo que leyó Samantha Navarro es fruto de una profunda discusión en varias jornadas, como decía Estela Mieres. También quiero señalar que quedamos a disposición porque nos importa mucho el tema. Desde la vida de lo femenino y de las disidencias hay una mirada que es muy importante y para que realmente esté presente necesita de equidad laboral y económica, y de una justicia que permita un desarrollo de las carreras en igualdad de condiciones y no arrancando mucho más atrás.

Por otro trabajo que tengo, hace un tiempo tuve la oportunidad de estar con las señoras senadoras Sanguinetti y Rodríguez en un centro cultural de Pando. Recuerdo a la senadora Rodríguez diciendo que ella era hija de la ley de cuotas y que sin esa ley creía que no habría llegado nunca. Bueno, después de haber escuchado barbaridades tales como que no se contratan mujeres porque no hay u otras cosas que sorprenden en pleno siglo XXI, saludamos que se esté trabajando en este sentido. Reitero que quedamos a disposición.

SEÑOR DREXLER.- Empiezo por el final: acaba de haber una declaración del CIAM –Consejo Internacional de Creadores de Música–, el órgano autoral de la Cisac, sobre inteligencia artificial. Si quieren se lo podemos compartir, porque es un tema muy candente que está arriba de la mesa. En la OMPI –Organización Mundial de la Propiedad Intelectual– se está hablando de cómo es que funcionan. Confieso que la temática me apasiona y, personalmente, estoy investigando al respecto, pero ese es otro gran tema, por cierto.

En cuanto a la primera pregunta que hizo la señora senadora Sanguinetti, quiero decir que formamos parte de la Cisac –Confederación Internacional de la Sociedad de Autores y Compositores–, con sede en Francia. Tiene un programa que se llama Women@Cisac, a través del cual, como primera cosa, se hizo un relevamiento de la situación de todo el colectivo autoral, más de cuatro millones de creadores y creadoras. Lo primero que surge es que de las 227 sociedades de autores que son miembros de la Cisac no hay información de todas, y no es lo mismo la situación de la sociedad boliviana que la de la sociedad chilena. En esta última, hoy en día, dentro de lo que promueve el consejo directivo –en su actual integración– está presente el tema de la equidad; lo mismo ocurre en la sociedad mexicana, en la argentina y en la brasileña.  En Uruguay estamos trabajando.

En cuanto a la situación de nuestro país, como señalaba Jorge Schellemberg, Agadu es la primera sociedad de derechos de autor musical de América, que data de 1929. Aquí hay un bagaje cultural, Uruguay siempre estuvo a la vanguardia en varios aspectos sociales y también en lo cultural y en la gestión de los derechos. Entonces, de alguna manera, el comportamiento uruguayo en lo que respecta a la situación sociocultural es muy europeo, incluso hasta en la matriz de crecimiento y a nivel autoral. Nuestros números son similares a los que se dan en Francia, en Alemania y en Italia. No podría decir cuál es la situación que se da en Bolivia, en Ecuador o en Guatemala, pues son muy complejas. Lo cierto es que este estudio de Women@Cisac, que está disponible, tiene muchas claves y hay mucho para trabajar.

La señora senadora Sanguinetti hizo dos preguntas, pero no recuerdo qué temas involucraba.

SEÑORA NAVARRO.- En relación con otras iniciativas proactivas he visto que en otros países se realizan festivales pensados directamente para la mujer, como en los años noventa, cuando empezó un movimiento norteamericano con Lily´s Fair. En los países europeos también se da ese tipo de iniciativas. Además, hay muchas cuestiones que tienen que ver con la formación, es decir, con fondos destinados a equipos de coaching y diversas iniciativas de generación de redes; inclusive, algunas ya se están dando. Los europeos están un poco a la vanguardia y si bien los números de autoras y autores que generan los tops de las listas son similares a los nuestros, están más activos, obviamente, por la historia y porque tienen otro tipo de desarrollo. Además, hay iniciativas que tienen que ver con la generación de redes de apoyo a las compositoras y los compositores. En Suecia, por ejemplo, hay un día en el que se generan canciones; el día de la mujer se hace un encuentro multitudinario por internet, te conectas con gente y haces música con letras. Hay muchas movidas, obviamente, apoyadas por el Estado. Si bien está el sector privado, es muy fuerte la intervención del Estado porque hay una necesidad de hacer, de regar, de poner cabeza, plata y sistemas para acelerar el proceso de igualdad porque, si no, no vamos a llegar. Como se decía acá, si no nos ponemos las pilas, se va a complicar.

También hay festivales, están las redes por internet y lo que se llama el Feminoise. Si quieren, luego les pasamos la información para que puedan ver todo. Acá mismo, en el Teatro Florencio Sánchez, se está haciendo lo que se denomina Plataforma Violeta, para lo que fui convocada; está buenísimo porque es una pequeña muestra de lo que les contaba. Es un tipo de plataforma en la que se hace coaching y un seguimiento a diferentes artistas mujeres emergentes o disidencias, y es superútil. Esa iniciativa se podría duplicar y hacerla en otros lugares, como semillitas, porque son cosas que funcionan.

Sin duda, la radiofusión pesa y mucho. Desde que soy chica y prendo la radio, siempre me he fijado si hay personas con rulos y mujeres; sigo haciéndolo en los lugares a los que voy y, sinceramente, es abrumadora la proporción de música cantada por varones con relación a la cantada por mujeres. La oferta musical de mujeres uruguayas es muy grande y está muy buena. No coincido con Jorge Schellemberg en cuanto a que no hay música; no es así, simplemente hay que mirar.

Esta ley tiene en su espíritu la idea de poner sobre el escenario, que es fundamental, pero también es una norma revolucionaria como tal porque va a haber mucha gente que estará en contra.

SEÑOR SCHELLEMBERG.- Hablando a título personal, quiero decir que coincido en que todas las iniciativas que mencionaba Samantha Navarro son relevantes, pero a la hora de los bifes –como se dice claramente– tiene que haber un escenario compartido. Si nos pasamos armando festivales de mujeres, estamos en el horno. Es decir, creo que está bueno que existan, pero desde el lugar de pensar en apoyar la difusión o de mostrar determinados sentires, que tampoco van a ser iguales, porque si hay veinte mujeres sobre el escenario, también habrá veinte sentires diferentes. También podrá haber una mirada con algunas cosas en común que, seguramente, se nos escapen a los varones en un montón de aspectos, pero si todo esto del coaching, de la preparación, de los festivales no se promueve desde un lugar de una discriminación positiva, va a ser muy difícil.

Además, quiero decir que talento existe y de sobra; simplemente hay que tener ganas de verlo y abiertos un poco la cabeza y el corazón. Esto es central. Seguramente va a haber dificultades como, por ejemplo –por mencionar alguna–, el tema de cómo se controla, que haya una comisión, en fin, esto es algo que nos pareció delicado y complicado.

Por otro lado, Uruguay tiene una maravillosa red de salas públicas, además de una maravillosa red de fiestas populares, en el 80 % de las cuales hay música en vivo y, según creo, en todas hay una participación directa de los Gobiernos departamentales o nacionales.

Creemos importante definir cuál sería o a partir de cuándo se consideraría dentro de la ley el apoyo del Gobierno nacional, porque si se arma un evento y hay un auspicio, se necesita saber cuál sería el límite; si se dieron los afiches y los programas en mano, si uno queda comprendido en la ley. Con esto no quiero decir que esté bien o mal, en todo caso, necesitamos que quede claro para que sea aplicable.

En la Sala Zitarrosa, en 2019 –que fue el último año completo que tuve el honor de trabajar como director–, sin ley, terminamos con un 48 % de espectáculos liderados por mujeres y disidencias, y no fue porque dijimos que teníamos que ser justos sino porque aparecieron propuestas que ameritaban tener su lugar y espacio. Entonces, creemos que es posible. A la vez, es muy importante que este trabajo se vea, no como para favorecer a las mujeres por ser tales sino como el dejar de desfavorecerlas por ser mujeres. En 1929 Agadu se formó por hombres mayoritariamente. Así también han funcionado los circuitos en las distintas escalas de producción de organización de eventos y, si bien esto empezó a cambiar, todavía hay una abrumadora cantidad de hombres cuando no es así, claramente, a nivel de la población.

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