Trump; regresa más radical
y con mayor poder
Lorenzo Aguirre
El próximo 20 de enero de 2025, Donald Trump asumirá la presidencia de los Estados Unidos, convirtiéndose en el 47º mandatario, por un período de cuatro años. Con una contundente victoria, Trump no solo conquistó el sillón de la Casa Blanca a través de una mayoría de votos en el Colegio Electoral, sino, además, con una diferencia destacada en el sufragio popular. Como si fuera poco, hace que los Republicanos recuperen la mayoría en el Senado, y logra un significativo triunfo en la Cámara de Representantes. De esta forma el “Partido Republicano” tendrá el control del Poder Ejecutivo Federal de los Estados Unidos, así también el Poder Legislativo Federal, y por lo menos durante dos años contará con los votos necesarios para aprobar y dar luz verde, a una importante y buena parte de su programa para reformas tanto sociales como económicas.
Al parecer, Donald Trump sería menos votado que hace ocho años, pero el resultado demostró todo lo contrario, dejando también en evidencia todo el clima artificial que se elaboró por intermedio de desinformación, mentiras, y juego sucio, en cuanto a despachos de noticias.
Por supuesto todo el modelo de ultraizquierda se encontraba en todas partes – ¡como es costumbre! -, pero resulta que Estados Unidos es algo más conservador que esas urticantes minorías “selectas, rectoras” de New York, como asimismo las de California, con su tonta “corrección política”.
Por su parte, Kamala Harris hizo una patética campaña – totalmente paga -, con un absurdo enfoque paternalista, y dejando de lado, en buena medida, la clase trabajadora, además de pretender justificar sus innumerables sustanciales giros en temas tales como el migratorio, y medio ambiente. En varias oportunidades, el pueblo estadounidense quedó confundido al notar el descontrol de la candidata demócrata, al apoyar fanáticamente la legalización del cannabis, y las progresivas “progresistas” reformas fiscales. Más allá de lo expresado, no faltó su reflejo comunista, maoísta, y por supuesto el ataque al capitalismo, pero al mismo tiempo, en forma paralela, propugnando un incremento al 35% en los impuestos, poniendo énfasis en su posición totalmente opuesta respecto a Trump, quien proponía bajarlos de 21%, a 15%.
TRUMP… CON “T”, DE TRIUNFO Donald Trump ha ganado en todos los Estados que definían los comicios, como Carolina del Norte, Georgia, Wisconsin, Michigan, Arizona, y Nevada, pero muy especialmente en la “fortaleza” Pensilvania, con sus decisivos 19 votos electorales… ¡allí, terminó el partido!
Donald Trump se lleva 73.700.000 votos (51%) – Harris, 69.000.000 (47.7%) -, marcando una diferencia de poco más de 4 millones y medio de papeletas, y obteniendo 301 votos del Colegio Electoral, mientras Harris recibe 226.
Lo expresado, pauta para el “Partido Republicano” 51 asientos en el Senado, mientras el “Partido Demócrata” rescata 41, y en cuanto a la Cámara de Representantes, los primeros se llevan 201 escaños, contra 186, de Kamala Harris.
PINCELADAS PARA UN GOBIERNO En política fiscal, el electo presidente propone una reducción en los impuestos internos, como “IRPF”, y bajar el “IVA”, de 21%, a 15%, pero en forma paralela, una subida en los aranceles para el exterior, pues, Trump, apoya una tasa del 60% para los productos de China, y un tributo general del 20 porcentual para cualquier otro que ingrese a los Estados Unidos. Es oportuno señalar que, hasta el momento, la tarifa media en Estados Unidos es del 1.5% (uno, punto cinco).
Por otro lado, el republicano no se ha comprometido a recortar el gasto público, y si eso no ocurre, y los impuestos bajan, Estados Unidos continuaría con el problemático y sostenido déficit que deja el desgobierno fiscal del actual presidente Joe Biden, así, que, aparentemente, seguiría el descontrol presupuestario.
Asimismo, Donald Trump no quiere un dólar fuerte, pretende “algo normal” frente a las demás divisas, a efectos de gozar una economía más competitiva, pero dicho tema lo dejamos por aquí, pues “OPINAR” cuenta con periodistas especializados en economía, sabiendo explicar y desarrollar mejor, el asunto de referencia.
La presidencia de Donald Trump no solo se convierte en un acontecimiento importante para los estadounidenses, sino, lógicamente, también para el resto del mundo, en varias corrientes y perfiles.
A modo de ejemplo; la relación hacia Rusia se torna con más incertidumbre, porque Vladímir Putin está edulcorando a un demagogo, imperialista económico y racista como Donald Trump, y entonces los cambios vertiginosos en las observaciones y lineamientos en cuanto a los expedientes de “Asuntos Internacionales”, se van de lado, asombran, y al mismo tiempo desorientan, porque las “modalidades de juego” en busca de intereses, culminaron, y la concepción “derecha – izquierda”, “medio mundo capitalista, medio mundo comunista”, pasó a ser cosa de otros tiempos.
No se trata de países capitalistas o comunistas, sino de grupos en cada país, dentro de cada continente, y a esta altura ni Donald Trump ni Vladímir Putin creen sus discursos de verdades absolutas, porque en tiempos actuales las pasiones de poder van por otros carriles y las acciones se muestran diferentes para lograr los objetivos.
Se gasta ríos de tinta señalando que, Putin, se ha pasado hacia la derecha… a decir verdad… ¿qué importa? Don Vladímir seguirá siendo por el resto de su vida el agente con “licencia para matar”, el “Bond” de la “KGB”, y al mismo tiempo, los “malos”, como John F. Kennedy – otrora tildado de fascista -, ahora aflora para el gobierno de Cuba como el presidente norteamericano que buscó realmente un acercamiento. En realidad, Kennedy, aprovechó la situación, puesto que, el “compañero” Fidel, estaba muy enojado con la Unión Soviética porque retiraba de la isla, los misiles.
Retornando al programa del electo mandatario de los Estados Unidos; también, Donald Trump pretende imponer mayor presión a Europa, amenaza retirarse de la “Organización del Tratado del Atlántico Norte”, brindar un “apoyo más libre” hacia Israel, y reitera su “estímulo” a Netanyahu: “haz, lo que tengas que hacer”.
Asimismo, las fluctuaciones de enfoques y acciones en cuanto a la guerra Rusia – Ucrania, y la búsqueda sobre un acuerdo con Moscú – pasando por arriba de Kiev -, a la vez que poner fin al apoyo militar y financiero, porque “Estados Unidos, tiene que salir de allí”.
Finalmente, el relacionamiento hacia Latinoamérica, cada vez más lánguido, amalgamado con actitudes demagógicas, artificiosas, por conveniencia, y presunción.
Con Estados Unidos a la cabeza, las potencias mundiales continuarán intentando cumplir con su ampulosa frase llena de misterio, denominada “Orden Mundial”, haciéndonos ver entre oscurantismo y destellos, un posible período de historia en el cual comenzaríamos a transitar cambios drásticos en materia de ideología política, buscando de un lado y otro – especialmente Estados Unidos y Rusia -, “equilibrio de poderes”.
Las piezas de ajedrez en esos dos países, siempre han oscilado en el tablero… a veces, comiendo un peón … ¡nunca, a la monarquía!