Culturales

Una charla de boliche

Jorge Nelson Chagas

Caía la tarde sabatina en la capital de un país latinoamericano de pasado esplendoroso y tétrico presente – cuyo nombre no puedo recordar –  cuando  dos viejos amigos se reunieron, como  hacía cada tanto, en el bar “El Cornejo Feliz”.

Los dos estaban muy inquietos y ansiosos. Al día siguiente, debían concurrir a las urnas a elegir al nuevo presidente de la Nación entre dos candidatos. Uno era Drácula y el otro Frankenstein… Por motivos que ninguno prefería mencionar, les daba real vergüenza y pavor, las cosas habían ido tan mal en el país que ahora se enfrentaban a esa terrible disyuntiva.

– Yo voy a votar Frankenstein – confesó uno de los ellos.

– Pero ¿por qué?  – quiso saber el otro.

– Muy simple. Estamos desde hace tiempo en una situación crítica. Inflación, desempleo, aumento de la pobreza, corrupción campante…  Frankenstein en la presidencia, va a terminar  con todo.             

 – De eso último no tengo ninguna duda. El problema es que no conoce límites. Cree que puede hacer lo que se le cante. Prácticamente dejara sólo escombros. Es una bestia que la posa de inteligente, pero es limitado. Se irrita con facilidad. No tiene dominio de sí mismo, ni sabe lidiar con las dificultades. Arrasará todo a su paso.

– ¡No me digas que vas a votar a Drácula!

– Y sí…

– Pero Drácula es maligno, más falso que un dólar ruso, cínico, despiadado, desmedidamente ambicioso, no tiene escrúpulos…

– Todo eso es verdad. Sin embargo, aún con su enorme maldad posee una racionalidad. Es astuto.

– ¡Pero nos va a seguir chupando la sangre!

– Sí, claro. ¡Es Drácula! Con él como presidente vamos a ser no-muertos, pero seguiremos andando. En cambio, con  Frankenstein, nos vamos a caer del todo y sabe Dios si podremos levantarnos algún día.  

El otro amigo quedó pensativo unos segundos.

– ¡A la mier…! ¡Sí que estamos jodidos! Debemos elegir entre ser muertos o ser no-muertos.

– Así es hermano.

Ambos amigos terminaron de beber y se fueron de los bar abrazados. No estaban borrachos. Se estaban sosteniendo por el dolor y la impotencia que los embargaba.

Compartir

Deja una respuesta