Política nacional

Una distinción que nos honra

Fátima Barrutta

Días atrás, el ingeniero Lucio Cáceres, de más que destacada trayectoria al servicio del Partido Colorado y el país, fue entrevistado en el programa Desayunos Informales de canal 12.

En un momento hizo referencia a la conveniencia de una “prima donna” dentro de nuestra colectividad política, lo que fue recogido por los periodistas Nicolás Batalla y Paula Scorza. Al ser consultado sobre posibles candidaturas de mujeres coloradas, mencionó a la querida correligionaria Virginia Cáceres, de excelente gestión actual como secretaria del Codicen, y a mi persona.

Viniendo esas palabras nada menos que de Lucio, (“le veo un futuro político muy interesante”, dijo de mí) no puedo menos que agradecerle, independientemente de que se tratara de una respuesta informal y a modo de ejemplo, dentro del vasto y acreditado elenco femenino colorado que tengo el honor de integrar.

Lo que importa aquí no es el reconocimiento hacia las personas de Virginia y la mía, sino la convicción demostrada por el apreciado dirigente de la necesidad de un protagonismo femenino que estará destinado a revivificar y fortalecer al Partido Colorado.

Ese es uno de los principales ejes de lucha que hemos emprendido todas nosotras, herederas de la memorable actuación de Martha Montaner y de la vasta saga de personalidades del coloradismo que otorgaron a nuestro género el rol que siempre debió tener: empezando por el primer presidente de la historia en ejercer con conciencia feminista, nuestro inolvidable José Batlle y Ordóñez.

En estos días he estado pensando cuánto camino recorrimos las mujeres en esta colectividad que tanto amamos. Pensé en los dirigentes varones que aún no han aquilatado la importancia de la participación paritaria en listas y cargos y en aquellos que, como el ingeniero Cáceres, comprenden hacia dónde debe ir la política y no miden costos políticos en promoverlo.

Lucio no fue solamente uno de los mejores ministros de Transporte y Obras Públicas que tuvo el país desde la restauración democrática. Fue también el candidato colorado a la Intendencia de Montevideo en las elecciones de 1989, año en que fue electo por primera vez Tabaré Vázquez para ese rol.

Y la verdad es que no he podido dejar de pensar cuánto hubiera cambiado la historia de nuestra capital (y tal vez también la del país) si Cáceres hubiera sido el más votado en esa oportunidad. Porque con su idoneidad y capacidad de gestión hubiera impreso a la ciudad una modernidad de la que hoy, más de 30 años después, aún carece. Porque hubiera consolidado la eficiencia y sensibilidad social del batllismo, valores que tanta falta hacen todavía hoy en nuestro suelo.

La vida política es una sucesión de desafíos, victorias y derrotas que jalonan nuestra existencia y que, más allá de resultados puntuales, nos definen como seres humanos que luchan por un ideal siempre renovado de servicio al prójimo.

Hoy el Partido cogobierna responsablemente en el seno de la Coalición Republicana, pero sigue sin perfilarse como opción mayoritaria de la misma para las próximas elecciones. Esto se debe a múltiples razones.

Por un lado, no apelamos a la errónea vía de buscar perfilismos contra el resto de los integrantes de la coalición, como hace un día sí y otro también Cabildo Abierto. Con ello tiran algunos fuegos de artificio para diferenciarse, sin advertir que al mismo tiempo lesionan la imagen del gobierno y dan pie al Frente Amplio para que sobredimensione nuestros naturales disensos. Al final del día, la ciudadanía sabrá reconocer el rol articulador y constructivo del Partido Colorado en esta coalición.

Tal vez la razón principal que explique nuestros índices de preferencia en las encuestas, sea la carencia -todavía hoy- de un liderazgo claro, no solo por la razonable advertencia del presidente Sanguinetti de que no relanzará una candidatura, sino también por la reiterada renuencia de Pedro Bordaberry a reeditar la suya.

Figuras emergentes de gran potencial se ven hoy impedidos éticamente de lanzar explícitamente sus postulaciones y esa indefinición demora en forma comprensible la aparición colorada en el radar del ciudadano.

Pero si algo nos enseña la observación del ingeniero Cáceres, es que el camino de la integración paritaria es ya imperativo, para refrescar al partido de sus rutinas del pasado, modernizar enfoques y renovar militancia.

Son estos, y no las decisiones cupulares, los caminos que deben transitarse para crecer en política y, con ello, en la capacidad de servir a la comunidad.

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