Una reflexión en época de “pases”
Fátima Barrutta
La noticia salió en marzo de 2014, en pleno año electoral que concluiría con el triunfo de la fórmula Tabaré Vázquez – Raúl Sendic. En una reunión política del Frente Líber Seregni, el entonces vicepresidente Danilo Astori denunció explícitamente ante un centenar de adherentes a un dirigente del interior por haber cambiado de sector en la interna frenteamplista, a cambio de dinero. El informativo Subrayado (canal 10) de esa época citaba a Astori de esta manera: “Teníamos un acuerdo con un señor que hace política por principios, pero los principios le duraron muy poco; hasta le ofrecieron una suma de dinero para que rompiera el proyecto. A nosotros nos vino bien, porque no hacemos alianzas con gente que hace política por dinero”.
La publicación en la web de Subrayado también registra que esa semana, el semanario Búsqueda había informado que el dirigente denunciado era Andrés Lima, por entonces diputado que se pasó de Asamblea Uruguay al sector de Raúl Sendic, y que hoy no solo ejerce la Intendencia de Salto sino que además se perfila como precandidato en la interna del FA.
La denuncia, formulada por alguien como el exvicepresidente Astori, una de las grandes personalidades políticas no solo del FA sino del país todo, fue un motivo de vergüenza para la coalición de izquierda y sin duda para el sistema político en su conjunto.
Y es una anécdota que viene a cuento en este año electoral que se avecina, donde la postulación de precandidatos genera pases entre sectores.
Por supuesto que la mayoría de esos pases son lícitos y respetables: las personas tienen todo el derecho del mundo a decidir a quién acompañar con su voto y militancia, con base en identificaciones ideológicas o simpatías personales.
Por eso, en un momento tan particular como el que vive nuestro Partido Colorado, hay que poner el foco en la ética con que se gestionen esos pases.
La multiplicidad de precandidaturas es una gran fortaleza de nuestra oferta política y seguramente auspicia un crecimiento que reavive su influencia en la coalición republicana para el período que viene.
Esa diversidad tiene el claro objetivo de ensanchar el interés ciudadano por nuestra colectividad: tenemos un postulante que hereda la mejor tradición del sanguinettismo y la potencia con una probada experticia personal, como Tabaré Viera, y otros que se posicionan desde el aval técnico, el énfasis en la seguridad pública o la apelación a la juventud.
La verdad es que es un menú de seis precandidaturas que entusiasma, en la medida que seguramente permitirá atraer voluntades tanto de otros partidos integrantes de la coalición, como también de la malherida ala socialdemócrata de un Frente Amplio cooptado por comunistas y mujiquistas.
Sin embargo, hay indicios de un comportamiento irresponsable que procura “rapiñar” dirigentes y grupos políticos de dentro del Partido. Seguramente no con dinero, como hacía el Frente Amplio en 2014, pero sí con promesas y augurios insensatos.
Decimos que es una actitud irresponsable (y hasta podríamos calificarla de infantil), porque el imprescindible crecimiento colorado no se gestará si nos dedicamos a “pescar en nuestra propia pecera”, sino al contrario: nuestra misión es salir a cada barrio y a cada localidad del país a convencer a quienes hasta hoy no nos han acompañado.
¡Para eso está la multiplicidad de ofertas electorales!
Para demostrar que tenemos a los mejores hombres que continuarán la gran obra liberal del actual gobierno, incorporándole una aún mayor sensibilidad social que solo el Batllismo, en este país, ha sabido consustanciar con los valores de la democracia republicana.
Es bajo y lamentable pensar que esa misión se puede cumplir sentados en un sillón, llamando por teléfono a determinados dirigentes zonales y punteros, para intercambiar sus adhesiones por espejitos de colores.
Hay que hacer lo que debemos hacer quienes amamos la política: menos estrategias cupulares y más calle, más diálogo con la gente, más comunicación persuasiva a través de los medios de comunicación y las redes sociales.
Solo así los pases serán legítimos y no dependerán, como en el FA de 2014, de una hedionda billetera, pero tampoco de un marketing de promesas dentro del área chica, que a nada conduce.
Necesitamos que quien gane en junio se presente a octubre sustentado en más listas, lideradas por figuras emergentes que sirvan para engrandecer al Partido, en lugar de atomizarlo.
Ojalá en los próximos meses todos tengamos ese encare ético y constructivo, para que el Batllismo vuelva a ser lo que fue a lo largo de todo el siglo XX: la más progresista expresión de las mayorías.