Una joven de 14 años
pidió prestado un libro de historia
Adrián Báez
Estimados lectores. En tiempos en los que, lamentablemente, la cultura ha pasado a ser la excepción en el bagaje de herramientas de una persona –o por lo menos así se presume ante tanto así nomás-; donde la juventud se ha ganado el mote de indiferente y desinteresada, en una clara alusión a su rechazo a todo lo que tenga que ver con “la formación”, que indudablemente conlleva –o así debería de ser-, ciertas responsabilidades; con una tecnología que avanza a pasos agigantados y cada vez aísla a sus consumidores en mundos paralelos al real, sumergiéndolos en horas y horas de estrepitoso chateo, navegar y teclear; que una adolescente de 14 años nos pida prestado un libro de historia nacional, sorprende, y, al mismo tiempo, nos indica lo prejuiciosos que solemos ser al generalizar, en vez de detenernos a ver que no todo es igual, ni está perdido.
Pero, más allá del grato momento que la joven Isabella nos hizo pasar al preguntarnos si teníamos un libro y si se lo podíamos prestar; la satisfacción mayor, fue a raíz del temario que éste trata, y lo que representó y representa para la historia: el autor.
El libro en cuestión es uno de los más leídos en los últimos años, y hace mención a los tiempos oscuros de la vida política de nuestro Uruguay; se trata de “La Agonía de una Democracia”, escrito por el Presidente, Dr. Julio María Sanguinetti.
Podrán preguntarse el porqué de tanto asombro; y la respuesta que recibirán es que, durante tanto tiempo se ha tergiversado la historia nacional y se ha vapuleado tanto a muchos compatriotas que hicieron más que muchos por recuperar la vigencia de las instituciones democráticas, que ante una veta de luz, la que nos demuestra que los tiempos están cambiando y que los mismos podrán gozar de una juventud dispuesta a indagar y a no dejarse influenciarse –ni de un lado, ni del otro-, a través de su sola e imprescindible curiosidad intelectual; no podemos, a riesgo de pecar de esa misma indiferencia que adjudicamos, dejar de sentirnos contentos y efusivos.
También, es bueno recalcar que, la política, está siendo pausada, pero firmemente renovada, lo que también satisface. Los partidos tradicionales, los tan denostados partidos tradicionales, lograron llevar a las urnas a miles de jóvenes de todos los rincones de la República, para que elijan a sus pares y sean al mismo tiempo electos; con una fuerza de compromiso admirable, que ojalá muchos adultos pudieran, quisieran o lograran emular.
No queremos creer y rechazamos concienzudamente la idea de que todo está perdido (aunque a veces no parezca), y que las nuevas generaciones nada de bueno traerán; sabemos que existe una fuerza joven y vibrante en cada punto cardinal del país, que con su esfuerzo en el estudio y/o el trabajo, con su compromiso en diversas instituciones sociales y con su sólo deseo de superación, serán las semillas fundamentales a germinar en un futuro que ya está, y que promete muchísimos retos.
Quizás, a muchos de ustedes les habrá pasado y no les sorprenda nuestra experiencia, -y permítasenos dudar de que haya ocurrido en más de una oportunidad-; pero, es que no podemos no compartir esta alegría (pues eso es lo que es realmente), de que una jovencita de apenas 14 años nos haya hecho la solicitud que nos hizo, porque le interesa saber y aprender al respecto.
“Una biblioteca satisface cualquier estado del alma”, dijo el Príncipe de Talleyrand. Por eso, a ella, Isabella, que también nos manifestó ser lectora de éste medio, le dedicamos estas líneas; que no buscan más que desearle que no afloje en su interés por la lectura, más allá de la temática o materia que le atraiga, y del pensamiento que hoy forje o llegue a forjar mañana; al mismo tiempo, agradecerle por esa gratísima sorpresa, pues no todos los días podemos decir que una joven de 14 años nos pidió prestado un libro de historia.