Política nacional

Venezuela y PLUNA.

Jorge Nelson Chagas

Sí, por supuesto. Tanto en el tema de Venezuela como el de PLUNA, el oficialismo está jugando su partido. No cabe la indignación ni mucho menos, los sentimientos de ofensa. Son las reglas de juego del sistema democrático. Es la política misma. El rival va a pegar siempre en los puntos débiles, más aún si esta en un año electoral.

En el caso de Venezuela da la impresión que la izquierda se enreda a sí misma. Es un asunto en que no deberían caber dos opiniones. Curiosamente, el gobierno actual nombró embajador en ese país, cuando fue Tabaré Vázquez quién enfrió las relaciones con el gobierno del impresentable Maduro. Además es absurdo poner en duda las convicciones democráticas de la izquierda uruguaya cuando en quince años de gobierno hubo muchos desaciertos, pero nadie la acusó de perseguir periodistas, ejercer censuras, cerrar medios de prensa hostiles, meter presos a opositores políticos o amañar elecciones. Ni siquiera hubo llamadas de Casa de Gobierno a los dueños de los medios para presionarlos- Caramba, según The Economist la democracia uruguaya es considerada hoy la mejor de América Latina. Y nunca está de más recordar que la fortaleza de la democracia es una construcción multipartidista. Sin una izquierda con convicciones democráticas firmes esto no sería posible. 

En el caso de PLUNA es otro cantar. ¡Vaya que si! Digámoslo sin vueltas: fue un error colosal que le está costando al país millones de dólares. Una equivocación, una mala estrategia de gestión de las empresas públicas, una concepción atrasada del papel del Estado… en fin, lo cierto que esa metida de pata la pagamos todo. No hay atenuantes.

Entonces, lo único que queda es asumir las responsabilidades sin excusas pueriles casi  patéticas,  y soportar con dignidad todas las críticas que se hagan. Eso sería, a mi juicio, un verdadero acto de coraje  y le haría mucho bien a la salud política del país.

Sobre poetas y poetisas

A raíz de un reportaje publicado el pasado domingo 21 en el diario El País, al profesor, crítico y poeta Roberto Appratto, se ha generado un revuelo en el mundillo literario local.

No voy a opinar sobre los polémicos dichos de Appratto  Es probable que a una parte importante de los uruguayos no les interese en lo más mínimo el tema. Apenas diré que ese reportaje rompió una de las reglas de oro en toda actividad cultural o de lo que sea: el respeto que nos debemos entre todas las personas educadas. Y lo dejo ahí. En realidad quiero enfocarme en un punto que se toca en el mismo, que es la labor de los/las poetas/tisas.  

No acostumbro a leer poesía. Pero desde el año 1996, cuando pasé a integrar el Taller de Escritura Creativa que coordina el profesor Lauro Marauda, tomé contacto con varios hombres y mujeres cultores de ese género literario. Mariana Figueroa, Delma Perdomo, Carolina Pulleiro, Graciela Cardoso, Rubén D Alba, Lilian Yrigoyen, Ana Lacoste, Isabel Barreiro, Luis Gadea, Magdalena Portillo…entre tantos otros/otras.  Fueron ellos/ellas quienes me hicieron comprender el valor de ese arte y algo muy importante: tomar conciencia de los enormes obstáculos que tenían para publicar y la lucha diaria por hacer conocer su obra pese a que, alguno de ellos habían ganado premios a nivel nacional e internacional.

La explicación para este hecho es muy simple. En ninguna parte del mundo hay  lectores masivos de poesía. Lo que sucede es que, para poner un ejemplo práctico, en EE.UU. un buen poeta puede vender perfectamente cien mil ejemplares y vivir de ello.  En Uruguay, como es obvio, con un mercado de lectores pequeño y “capturado”, esto es sencillamente imposible. Y las editoriales son las que comprenden esta realidad mejor que nadie. No son el villano de la película. Saben muy bien que hay excelentes poetas/tisas en Uruguay, simplemente es que no existe en nuestro  mercado la cantidad suficiente de lectores de ese género para, aunque sea, empatar la inversión. 

Pero lo más fascinante es que los/las poetas/tisas de Uruguay no se rinden. No bajan los brazos. No se dejan abatir por la frustración ni el desánimo. Más bien todo lo contrario. Son románticos, soñadores, quijotes de la pluma. Encuentran formas de hacer conocer sus textos y no solamente financiando de sus bolsillos las ediciones (es absurdo emitir juicios de valor sobre esta modalidad), sino también asistiendo a los encuentros de lectura, creando mecanismos solidarios de libros colectivos, hasta declamando sus poemas en los ómnibus. El grupo Afropoéticos es un ejemplo – y no el único –  de cooperación para difundir ese género y conquistar más lectores.        

Por eso los/las poetas/tisas  merecen mi empatía y respeto. Por su batallar día a día  por el sólo placer del arte.

Compartir

Deja una respuesta