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La incertidumbre de una educación liquida

Claudio Rama

Zygmunt Bauman (1925-1975), constituyó un intelectual que aportó nuevas miradas a la educación contemporánea al plantear su carácter “líquido” y el fin de algunos de sus viejas funciones y dinámicas.

En su libro “Los retos de la educación líquida” y en el de conversaciones con Ricardo Mazzeo, desarrolló algunas de sus ideas fuerzas, que contribuyen a comprender mejor algunas de las características de este sector. Su pensamiento en general se focalizó en la característica de la vida actual como liquida, asociada a su transitoriedad y volatilidad. Nada es permanente y estático es su centro de reflexión, derivado del carácter desechable y de innovación permanente en el mundo actual del capitalismo del consumo. En la actual realidad cualquier marco conceptual o punto de referencia, muy rápidamente será superado e incluso redefinido como engañoso o falso. Tal paradigma de incertidumbre y volatilidad, no sólo aporta un amplio nivel de riesgo, sino el carácter limitado de cualquier propuesta conceptual o política de verdad. Si bien todo conocimiento y capacidad ya había sido definida por Khun como meramente paradigmática, Bauman le agrega una mirada aún más cambiante y volátil, no necesariamente referido a las revoluciones científicas y nuevos paradigmas conceptuales, sino al carácter líquido de la sociedad y al consumo como centro dinámico. Así, su educación líquida, no meramente deriva de enfoques epistemológicos, sino de la propia aleatoriedad humana en una selección conceptual marcada por rasgos centrales dados por la búsqueda de oportunidades, la amenaza en un mundo de incertidumbre y el carácter altamente consumista del mercado. El mundo del consumo, como ámbito de deseos y tentaciones, facilita a criterio de Bauman esas acciones mercantiles que reafirman el carácter líquido de todas las interacciones sociales y entre ellas también las educativas. La sociedad de la información, con la sobre carga de contenidos, contribuye a esta dinámica contemporánea, que facilita desatarse de los legados del pasado. Según su enfoque, el mundo del consumo facilita las lógicas de la renovación y el olvido como bases de la sociedad líquida contemporánea.

Sin duda la democratización de la educación también contribuye a esa lógica líquida de incertidumbre y volatilidad, en tanto la proliferación de profesionales va reduciendo la jerarquización social y la seguridad de una vida laboral basada en el ejercicio profesional. Por más que estos procesos facilitan dinámicas de defensa de los espacios de confort y de incertidumbre, la irrupción de nuevos actores educativos, reafirman el carácter líquido de los procesos sociales, más allá de la renovación del conocimiento. En esta línea de reflexión, Bauman aporta una mirada pesimista de la sociedad del futuro y del tradicional rol de la educación en la movilidad social. El centro de su mirada crítica es la colocación de las universidades en brazos de los mercados de consumo. Sostiene que las universidades se están alejando del mercado social y de las viejas articulaciones sociales de una movilidad ascendente. La educación antes se constituía en una estructura de promoción social, ya que los mejores lugares en el mundo del trabajo estaban reservados para las personas con mayor preparación, pero cada vez más aprecia que irrumpen graduados sin empleo. Ve como cada vez más graduados terminan en trabajos que requieren menos competencias. A pesar de proclamarse el avance hacia sociedades de información, el saber ya no garantiza el éxito e incluso la educación fracasa a la hora de cumplir su función de impartir saber. Según su mirada general, la educación ya no neutraliza las desigualdades y su función como activo de la movilidad social está “comenzando a evaporarse”. Profetiza incluso que estamos a las puertas de la llegada de la “generación ni-ni (ni educación ni empleo) como la primera generación verdaderamente global. Las diásporas son la expresión de estas nuevas generaciones desterritorializadas.

El sentido del futuro que constituye la base de la educación se apoya en una sociedad de productores, que para Bauman está siendo suplantada por los mercados y sociedades de consumo con los valores de la diversidad, el confort y la felicidad como ejes de la vida social. La educación es afectada como valor mismo por la lógica del “disfrute ahora, paga más tarde” y el marketing que lo sostiene. La soledad es también una derivación de este individualismo en la sociedad líquida del presente. Especial atención le presta Bauman al impacto en los valores derivado de los deseos del consumo presente. La valorización de las redes y la comunicación encerrada, pero en red, de las personas es una derivación de ese deseo de conformarse como consumidores de placeres públicos.

El concepto central de que todo dura poco y el carácter desechable de la sociedad de la información estructurada en función del consumo, y que la define como una sociedad líquida, se articula también al conocimiento. Este entra también en una dinámica líquida de uso instantáneo y envejecimiento rápido. En lo cognitivo, este escenario volátil deriva en un rechazo al conocimiento establecido y marcos conceptuales rígidos que se ven como amenaza. El exceso de información acelera la renovación y fluidez de los procesos de enseñanza, y deteriora los constructos conceptuales y facilita el fraccionamiento de una información continua con un consumo de información parcelada y descontextualizada. El ciclo de vida del conocimiento irrumpe, y el saber es de consumo rápido en función de su utilidad. También las estructuras educativas se tornan volátiles, flexibles y cambiantes, valorándose organizaciones que se moldean al calor de los saberes y realidades. La desventaja en el mundo del consumo es todo lo sólido y estable, lo cual va contra la esencia tradicional de la educación sostiene Bauman, en el nuevo mundo de sobre oferta de conocimiento e información. Todo es momentáneo, pero, agregamos nosotros, sin marcos conceptuales y estructuras intelectuales sólidas es muy difícil entender la dinámica líquida de la sociedad actual. Pero el desafío es aprender a vivir en este muevo mundo líquido.

En tal sentido, en el ámbito educativo, la flexibilización curricular, la movilidad académica y de trayectorias, la creditización fragmentada, la movilidad, la innovación curricular o las multimodalidades entre otras, son también derivaciones de esos impulsos de un mundo líquido. El actual pensamiento sistémico (Morin), paradigmático (Khun), en red (Castells), entre decenas de muchos otros autores, tiene también en las miradas de Bauman, otro eje para complejizar nuestra interpretación y análisis de una nueva realidad en la sociedad de la información.

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