La trampa del perfilismo
Fátima Barrutta
Lo hicieron los legisladores de Cabildo Abierto contra las políticas del gobierno de coalición: votaron alguna vez junto al Frente Amplio para marcar un perfil diferente al de sus propios socios. Ahora, en plena campaña hacia las internas partidarias, lo hace Ciudadanos para diferenciarse de los restantes sectores colorados.
En forma abrupta, propusieron un plebiscito para consagrar en la Constitución la iniciativa de cubrir por concursos o sorteos los cargos en los gobiernos departamentales.
La idea merece ser estudiada, no solo por su justicia intrínseca sino como homenaje póstumo a su impulsor, el querido Adrián Peña, de cuya partida temprana aún no podemos acostumbrarnos…
Pero la forma en que Ciudadanos procesó la propuesta, merece reparos.
Una reforma constitucional es un tema lo suficientemente serio como para lanzarlo a las apuradas, sin diálogo previo a nivel partidario.
Sorprendentemente, el sector Batllistas se enteró de la iniciativa por el comentario casual de un legislador opositor.
A la trágica muerte de Adrián se sucedieron impactantes errores de comunicación de Ciudadanos, llegándose incluso a una escalada de reproches entre colorados que no le hace nada bien a nuestro partido, y que tristemente nos evoca a la implosión que se produjo en el Partido Nacional por aquel conflicto de los años 90 entre Luis Alberto Lacalle Herrera y Juan Andrés Ramírez.
Llega un momento en que los errores de comunicación deben superarse y seguir mostrando un trato fraternal entre sectores, porque no puede haber perfilismo que se anteponga al objetivo común de recuperar el apoyo popular del Partido Colorado y, con él, asegurar el triunfo de la Coalición Republicana en noviembre.
Concentrados en nuestros objetivos electorales de corto plazo, a veces perdemos de vista que la preocupación ciudadana es otra, muy diferente.
Que la gente no pone énfasis en si vota a Fulano o a Mengano, sino en sus necesidades concretas, llámese seguridad pública, empleo, salario, educación, salud y vivienda.
No hay lugar para las pequeñas zancadillas intrapartidarias: no solo dañan a quien las realiza sino que perjudican al partido, justo en un momento en el que tiene que sumar en lugar de dividirse.
Quien mira de afuera ciertas amenazas de “vendetta”, saca la conclusión de que los colorados estamos en una suerte de guerra interna, de gravedad directamente proporcional a nuestra pérdida del liderazgo de la Coalición.
Hoy deberíamos comprometernos en no jugar al achique, sino por el contrario, plantear una interna que reivindique nuestra raíz partidaria y compita en la cancha de la coalición primero y en la aún más grande, para octubre y noviembre, por la presidencia.
Nuestra prioridad hoy no es cuál de los sectores se adelanta a los otros con una jugada política, sino aportar, desde los matices naturales de nuestros candidatos y plataformas, a dar más y mejores respuestas a las demandas ciudadanas.
Pasado el 30 de junio, los colorados nos encolumnaremos detrás de un candidato común y ese tránsito tiene que darse con naturalidad, sin perpetuar conflictos inconducentes.
Es una evidencia que ya hace mucho tiempo que la entendió el Partido Nacional.
Incluso el Frente Amplio atempera sus incoherencias internas ante la opinión pública.
Es cuestionable y raro que nuestro Partido, tan identificado históricamente con el ejercicio responsable del gobierno, haya dado este paso en falso de mediatización de sus desavenencias.
Desde nuestro apoyo a Tabaré Viera, un batllista que evitó siempre la confrontación agresiva y que por eso ha construido una imagen de diálogo y consensos, seguiremos militando positivamente por la recuperación del Partido Colorado, para un seguro triunfo de la coalición.