Otra debió haber sido la estrategia
César García Acosta
El Partido Colorado tiene una interna atomizada.
Eso es un hecho.
Es difícil captar las preferencias de voto cuando las consultoras hacen muestreos por teléfono (fijo o celular), en los centros altamente urbanizados del país, cercanos a Montevideo, y al margen de donde está localizado el contingente total de votantes de un partido cuyo nicho duro, a todas luces, se mantiene en el entorno al 10% del electorado.
Si bien es cierto que el coloradismo enfrenta desafíos muy concretos, la realidad da cuenta que los indicadores a estas alturas requieren de una dinámica imposible de que pueda comprender un mayor espectro como muestra, porque su costo a hace inalcanzable para sus requirentes.
Al cierre de esta edición de OPINAR la consultora Cifra sin animarse a indicar porcentajes, se animó a enumerar precandidatos -por nombre- sin mayor expresión de representatividad. Su encuesta comprendió llamadas a unas mil personas por teléfono.
¿Qué impresión terminan dando estas encuestas? Simple: un estado de conmoción permanente que más que informar desorienta.
Los precandidatos que se sienten triunfadores hoy marcan 23% en el mejor de los casos, y los que le siguen registran 18%.
En buen romance si se considera el escenario completo estamos ante una atomización que por desinteligente lo único que ha logrado es que el votante decida por quien verdaderamente gana, y ése, téngase por seguro, no está dentro del Partido Colorado para los números y expectativas de cada una de las encuestadoras que interactúan en el país.
El Partido jamás debió admitir semejante dislate conceptual. Debió mostrar coherencia, equilibrio y respeto por la trayectoria del más apto.
Si en los hechos la pelea de fondo es por un lugar en la Convención, otra debió haber sido la estrategia.