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«Accesibilidad se llama eso»

Fátima Barrutta

La noticia no pasó desapercibida: el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, anunció esta semana que a partir de 2022, «el cien por ciento de las mujeres que tengan que realizar un procedimiento de reconstrucción mamaria, van a recibir su prótesis mamaria y van a recibir el expansor», agregando enseguida la contundente frase que da título a esta nota.

Y así es: en el Día Internacional de Control del Cáncer de Mama, el anuncio del ministro Salinas implica una concreción largamente anhelada por las mujeres y la sociedad en su conjunto.

Los detractores de siempre, que en muchos casos están asalariados para practicar terrorismo verbal en las redes sociales, salieron a responder que este beneficio ya existía. Falso.

Existe un gran número  de mujeres que no aplicaban a esta cobertura, por no estar incluidas en el Fonasa, y ahora accederán a él sin discriminaciones de ningún tipo.

Es una falencia del Frente Amplio que se ha reiterado en múltiples ámbitos: con ese típico prejuicio colectivista de pretender regular y gestionar todo desde un Estado omnipresente, se les escapan quienes quedan por fuera del sistema que ellos diseñan.

Hasta marzo de 2020, el Banco de Previsión Social aportaba las prótesis para un 50% de las pacientes que recibían tratamientos quirúrgicos.

Desde el próximo año, no solo se llegará al 100%, sino que además la totalidad de las mujeres que tengan que hacerse una mastectomía, accederán al examen de radiación por radioisótopos, para el análisis del ganglio centinela. Y complementariamente, los estudios de mamografía que hasta ahora son opcionales para las instituciones de salud, pasarán a ser obligatorios a partir de 2022.

Porque como acertadamente indica el ministro, «la prevención es la clave», lo que implica que «se va a incrementar el diagnóstico precoz».

En línea con esa observación, la vicepresidente Beatriz Argimón ha recordado que «la detección temprana del cáncer de mama lleva a curar este auténtico flagelo» que «repercute en el entorno familiar y social».

Al mismo tiempo que recibíamos esta noticia reconfortante, nos enterábamos que el mamógrafo de la ciudad de Pando, que estuvo ocho años fuera de servicio (¡ocho años!), ahora ha vuelto a funcionar, por la acción conjunta del gobierno nacional, Dirección de Salud de Canelones/MSP, Dirección Hospital, Mader, conjuntamente con el MIEM que a través del Subrecretario de Estado Walter Verri  cumpliendo éste con todos los recaudos necesarios pudo darle celeridad al pedido para la habilitación del mamografo.

Es que gobernar es precisamente eso: derrotar las inercias burocráticas y el «no se puede», que en realidad es un «no se quiere».

Tender puentes en la sociedad civil para generar oportunidades que parecían impensadas. Demostrar que la voluntad de cambio y la solidaridad siempre pueden más que el derrotismo mediocre y conformista.

La mal llamada «izquierda» del Frente Amplio invocó un ideal de justicia social que no fue capaz de cumplir. Tuvo aciertos, como el control del tabaquismo a partir de una legislación rigurosa. Pero fueron más los desaciertos con pretensión justiciera: tanto la reforma de la salud como la de la educación, como la tributaria, se hicieron con el propósito de beneficiar a los más débiles, pero tuvieron consecuencias diametralmente opuestas a ese objetivo.

Con la reforma de la salud, generaron un gigantesco aparato de recaudación estatal, tan grande como el que propiciaron con la reforma tributaria, un mazazo para la clase media y, por ende, para todos los trabajadores movidos por el legítimo deseo de progresar.

Con la reforma educativa, entregaron la gestión de la enseñanza a las corporaciones docentes, destruyendo la promoción social que había generado la de Germán Rama y distanciando como nunca las oportunidades de los sectores más favorecidos, de aquellos más pobres, invariablemente expulsados del sistema.

Sin embargo, el Frente sigue reivindicando una vocación social que todos estos resultados desmienten.

Para ellos es hora de mirar la realidad cara a cara, objetivamente, sin orejeras ideológicas, y asumir que las nuevas generaciones no creen en las etiquetas que eran fáciles de imponer en otros tiempos.

Más prevención de salud, mayor efectividad en educación y auténtica promoción del empleo, no como una dádiva estatal imposible de financiar, sino estimulando a un sector privado que debe volver a ser motor de desarrollo.

Hoy celebramos las mujeres y todos los uruguayos.

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