Adrián peña y la pesadilla del estudiante
Ricardo J. Lombardo
Muy poco serio lo de la Universidad Católica. Deberían sentir mucha vergüenza.
La odisea que ha debido atravesar Adrián Peña respecto a su título de Licenciado de Administración, me recuerda una pesadilla que solía tener en mis tiempos de estudiante.
Cada vez que aprobaba un examen en la Facultad de Ciencias Económicas, pedía el certificado de escolaridad. Conocía algunos casos de alumnos que habían aprobado materias, pero no figuraban en los registros de la Facultad, y debían transitar un calvario antes de que se lo reconocieran.
Por eso me aseguraba que no me fuera a ocurrir a mí. No solo yo tomaba esa precaución, una cantidad de alumnos hacíamos lo mismo.
Los registros se hacían a mano por parte de funcionarios, en voluminosas carpetas, y el error humano era una posibilidad que no se podía descartar. Esto acarrearía graves consecuencias a los estudiantes, pues muchas veces las materias omitidas eran previas a otras que sí se habían aprobado, con lo que se anulaba toda una hilera de cursos posteriores.
Confieso que, aún mucho después de recibido, durante largo tiempo tuve pesadillas de que me llamaban de la Facultad y me informaban que tal o cual materia no figuraba como aprobada en los registros, por lo cual debía volver a rendirla.
La pesadilla era con el tiempo cada vez más sofisticada y dañina pues el título se me invalidaba y debía volver a cursar no solo una sino varias materias aun cuando ya estaba ejerciendo la profesión.
Comprobé, además, que ese sueño tan frustrante, lo sufrían varios colegas y que inclusive los expertos le habían dado un nombre: la pesadilla de los estudiantes.
Seguramente en el inconsciente estaba grabado el esfuerzo que significaba para muchos hacer la carrera trabajando a la vez, y entre sueños se manifestaba esa situación traumática.
Ahora resulta que el ex ministro de Medio Ambiente, Adrián Peña, parece haber vivido la versión real de aquellas frustraciones oníricas.
La UCUDAL, que primero le había negado el título, ahora le dijo que podía gestionarlo, pues le confirmó que el famoso curso de seis días que faltaba, sí lo había rendido en 2005, según se lo habían recordado otros estudiantes que lo hicieron con Peña.
Ahora, en estos tiempos, esta vía crucis que ha debido vivir Peña es imperdonable.
En mis años de estudiante, la Facultad de Ciencias Económicas tenía un sistema muy primario de registros manuales, por lo cual uno debía hacer un seguimiento permanente de la escolaridad. Pero ahora, en que está todo automatizado, digitalizado, y los archivos se pueden guardar de manera segura en soportes inviolables, que se haya omitido brindar la información correcta a Peña, desencadenando su renuncia al Ministerio, el escarnio público, y hasta quizás hasta podría haber provocado el fin de su carrera política, es digna de toda condena.
La UCUDAL debería pedir disculpas públicamente.