Politica Nacional

Atril vacío urna llena

Guzmán A. Ifrán

Los debates políticos son un pilar esencial de toda democracia sana y vibrante, en tanto contribuyen a la calidad de la controversia pública respecto de los distintos temas del quehacer social y la gobernanza estatal. Ya que no solamente la ordenan y enmarcan en un contexto de reglas claras y respeto entre las partes, sino que además posibilitan una instancia de contrapunto de visiones y proyectos entre aspirantes a una misma posición. En definitiva, estamos absolutamente a favor del desarrollo de los debates políticos en todos los planos de la cosa pública, y máxime respecto de los debates entre presidenciables.

La influencia de los debates políticos en la calidad de las democracias es multifacética y poli-dimensional. Permiten la expresión de diversas opiniones y perspectivas, algo crucial en la aspiración de la representación adecuada de la diversidad social, fundamental para la legitimidad de todo sistema democrático. Contribuyen a la formación cívica de la ciudadanía para que esta se informe y conozca claramente los posicionamientos políticos e ideológicos de los diversos candidatos, pudiendo así evaluar mejor las diferentes propuestas y formar opinión de manera responsable y fundamentada. También promueven la transparencia en la acción política, lo que fortalece la confianza de las personas en el sistema de partidos e instituciones democráticas. Los debates políticos ofrecen además un espacio con múltiples garantías para intercambiar respecto de las diferencias a través del diálogo, algo esencial para el mantenimiento de la paz y la estabilidad de una democracia. Asimismo, el intercambio de ideas en los debates puede conducir a nuevas propuestas y soluciones a los problemas sociales, en virtud a la sinergia de ideas y la retroalimentación de soluciones allí generadas.

Empero, las estrategias electorales no siempre van de la mano con la salvaguarda de la calidad del debate público, y ulteriormente, por tanto, también de la democracia. Y es algo que no debería sorprender. Cuando los candidatos se encuentran en medio de una compulsa electoral quieren ganar, y punto. Es algo que todos lo saben. De modo que en ese escenario cada cual hace su juego en función a su posicionamiento vigente y las normas de cada país. En el Uruguay los debates políticos en general, y los presidenciales en particular, no son obligatorios a la interna de cada partido en ocasión de las elecciones primarias. Tampoco lo son -a la fecha- de cara a la primera elección nacional celebrada el último domingo de octubre, y pese a la vigencia de la Ley Nro. 19.827 (Declaración de la obligatoriedad de un debate entre candidatos a Presidencia de la República) también me atrevo a afirmar que ni siquiera lo son en lo relativo a la eventualidad de una segunda elección nacional (o ballotage). En tanto si bien en su Artículo 1. la ley instruye: “Declárase de carácter obligatorio la celebración de un debate entre los candidatos a la Presidencia de la República que, no habiendo logrado la mayoría absoluta de votos requeridos para ser electos en la fecha establecida en el numeral 9°) del artículo 77 de la Constitución de la República, deban comparecer a una segunda elección, tal como lo establece el artículo 151 de la Constitución. El debate se realizará de conformidad con los criterios establecidos en la presente ley.”, en su quinto y último Artículo estipula claramente que “Los candidatos a la Presidencia de la República referidos en el artículo 1° que se nieguen a participar del debate no percibirán la contribución del Estado para los gastos de la segunda elección nacional prevista en el artículo 20 de la Ley N° 18.485, de 11 de mayo de 2009”. De modo tal que, de así desearlo, y lógicamente asumiendo las consecuencias previstas en términos de penalidad pecuniaria, cualquier candidato puede hoy en el Uruguay no presentarse al debate de referencia y ser igualmente electo como Presidente de la República. 
Así las cosas, la estrategia trazada por el comando de campaña del presidenciable por el Frente Amplio, Yamandú Orsi, ha sido la de no exponerlo a debates e instancias análogas o asimilables cuando en las mismas participen más de un candidato contrincante; o por lo menos, y según los trascendidos, cuando ellos pertenezcan a la actual coalición de gobierno. Aparentemente la idea que manejan sería la de no ponerlo en desigualdad de condiciones numéricas durante dichos encuentros, evitando así la asimetría en el contrapunto retórico. De ser así no solamente es algo lógico, sino que además les asiste la más absoluta razón; máxime siendo actualmente el candidato del partido político preferido por la ciudadanía según todas las encuestas de opinión pública. Claro que sería una decisión revisable en caso de producirse un eventual descenso de su popularidad, pero en el actual escenario político, va de suyo que no es más que una determinación de manual. 
Ahora bien, ¿qué ha optado por hacer buena parte de la oposición a Orsi al respecto? Sensato sería simplemente asumir la realidad antedicha y sobre la cual no tienen poder de decisión, para así dedicar su tiempo, foco y energías a algo mucho más productivo tanto política como electoralmente. Presentarle a la ciudadanía un proyecto de país que estimule las aspiraciones de progreso de nuestro pueblo, que enamore con su visión y convoque las más amplias voluntades por su sensibilidad; por ejemplo. Pero no. En cambio se ha optado por llorar. Políticamente claro. Al igual que hace exactamente 10 años, ocasión del debate presidencial voluntario organizado por ANDEBU en que hasta se dejara infantilmente un atril vacío en alusión a la negativa de Tabaré Vázquez a participar, los principales contendientes al Frente Amplio optan en este 2024 por recorrer el mismo camino. Atacar a quien se niega a debatir o intercambiar con ellos. En eso invierten -o malgastan- su tiempo. Pienso que lo único que realmente deberían atacar con propuestas serias y soluciones concretas son los problemas de la gente cuyo voto necesitan. Necesitamos. Sabido es que pese a la ferocidad de los ataques en el sentido de esta nota, y propinados por entonces a Vázquez, este no solamente ganó esas elecciones sino que contra todo pronóstico lo hizo con mayoría parlamentaria propia. Hoy algunos de los rivales de Orsi han optado por hacer lo mismo que los antiguos contendientes de Vázquez pero esperando resultados diferentes. Apenas, la definición de locura de Einstein.  
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