¿Billetera mata candidato?
Ronald Pais
Una gran incertidumbre rodea la posibilidad de que Joe Biden pueda mantener su candidatura en las próximas elecciones para seguir en la Casa Blanca. Hasta ahora el asunto parecía estar en el ámbito de los apoyos políticos y la percepción pública acerca del nivel de sus facultades psico-físicas para aspirar a la Presidencia de los Estados Unidos. Sus notorias falencias en el reciente debate con Donald Trump y los resultados de las encuestas después del mismo, pusieron el foco de la discusión sobre si realmente está capacitado para seguir en la contienda. Biden no quiere renunciar, su familia tampoco quiere que lo haga y cuenta con el apoyo de los senadores demócratas. Sin embargo, la inesperada intervención de otros actores puede ocasionar una reacción en cadena de resultados inciertos.
Se trata de los donantes de campaña, o sea aquellos que la financian y sostienen. Por ejemplo, Abigail Disney, heredera del imperio “The Walt Disney Company” le ha dado un ultimátum al Partido Demócrata para que reemplace a Biden en su competencia con Trump – sugiriendo a Kamala Harris para sustituirlo – o cortará todas sus contribuciones financieras. El guionista Damon Lindelof, que ha sido otro importante contribuyente. ha propuesto retener la financiación “hasta que Biden se aparte”. Según la CNBC, el filántropo Gideon Stein suspenderá casi todas las donaciones que tenía previstas por un total de 3 millones de dólares. También Reed Hastings, megadonante cofundador de Netflix, se ha sumado a esta posición. Y así otros.
Más allá de lo que puedan decidir los dirigentes políticos, la pregunta es si un candidato puede sostener una campaña sin contar con grandes contribuciones económicas y si puede solventarse con las pequeñas contribuciones de sus adherentes.
Para apreciar la dimensión de lo que estamos hablando, la DW ha afirmado que, en la Campaña electoral de USA en 2020 (presidencia, senado y cámara) el gasto total rozó los 14.000 millonesde dólares. Sólo las primarias del Partido Demócrata en 2024 habrían alcanzado un gasto de 25 millones de dólares.
Biden tendrá, entonces, el gran desafío de poder mantenerse como candidato y desarrollar una campaña de tanta exigencia económica con la deserción de grandes aportantes que presionan para su sustitución.
Esto que sucede en los Estados Unidos nos plantea algunas preguntas que abarcan también a nuestro país: ¿Hasta adonde influye el dinero de una campaña electoral en los resultados finales? ¿Puede un candidato imponerse con su figura y propuestas aún no contando con recursos financieros suficientes para posicionarse en la consideración del electorado?
Las legislaciones de cada país determinan como pueden financiarse las campañas electorales. En Uruguay, el Frente Amplio alcanzó un gran logro (¡y van…!) al conseguir que los otros partidos políticos “entraran por el aro” al aprobar la Ley 20.292 de 14/06/2024, que introduce modificaciones a la Ley de Partidos Políticos y especialmente en lo referido a la financiación electoral. Pude ver y escuchar entusiastas declaraciones de legisladores oficialistas sobre las bondades de esta ley.
Mi opinión, cuando el Proyecto circulaba en el Parlamento, ya fue dada en este medio (“Un mal proyecto de ley”. Opinar N° 711 – 27/11/2023).
Si bien algunas de las cosas que cuestionábamos en ese momento fueron eliminadas de la ley efectivamente aprobada, seguimos sosteniendo que la norma es mala y, sin perjuicio de volver sobre el tema, reiteramos lo que decíamos sobre un aspecto que nos parece fundamental “Si lo que se pretende es transparencia, entonces debería completarse la tarea eliminando la posibilidad de existencia de “cajas negras” que sirvan para eludir lo que se pretende regular. Entonces, cualquier proyecto de este tipo debería incluir un artículo obligando al depósito de los fondos de organizaciones sindicales de cualquier naturaleza y de asociaciones civiles con personería jurídica reconocida (ONGs) en instituciones bancarias y a la publicación anual de los Balances y Rendiciones de Cuentas de estas entidades, siguiendo las normas contables que se les exigen a los partidos políticos. De esa forma, sería realmente transparente para los trabajadores que pagan su cuota sindical y para los asociados de las asociaciones civiles, qué destino tienen los importantes fondos que manejan y también se podría controlar que no se realicen donaciones encubiertas a los partidos políticos”.
Agreguemos a lo anterior que la norma aprobada y con respecto a la publicidad gratuita en los medios, los mismos “otorgarán a cada lema con representación parlamentaria o que hayan obtenido más de un 2% (dos por ciento) de los votos válidos en las elecciones internas anteriores inmediatas, espacios gratuitos para mensaje de 13 (trece) minutos de duración, distribuidos de la siguiente manera…”
De acuerdo a los resultados de las elecciones internas que hasta ahora están publicados por la Corte Electoral en su sito web, 9 de los partidos menores o nuevos que están habilitados para comparecer en las próximas elecciones nacionales no podrían emitir su mensaje al amparo de esta norma. Ello a pesar de que varios de ellos superaron a otro partido que hoy tiene representación parlamentaria y uno de ellos superó a dos de los partidos que hoy cuentan con representación parlamentaria. Dicho de otra forma, por el resultado de una elección nacional pasada, dos partidos que tienen hoy representación parlamentaria tendrán espacios gratuitos en los medios, pero otros partidos que los superaron en votos en las recientes internas no los tendrán.
Esto confirrna también lo que aseverábamos en aquel artículo anterior, la ley aprobada por el actual “establishment” partidario, resulta ser en defensa de sí mismo, en perjuicio de los nuevos partidos que surgen y en perjuicio de la renovación democrática y el respeto a las minorías.
Quienes aprobaron la actual legislación quisieron también evitarse otro susto como el que dio el “fenómeno Sartori” en las pasadas elecciones nacionales. Un candidato totalmente desconocido, pero con buena imagen, oratoria fluida y una billetera gorda irrumpió en el escenario electoral y logró una banca en el Senado. Ese autofinanciamiento también se cercenó. Si usted quiere ser candidato a Presidente y tiene dinero propio y legítimo como para financiarse o un amigo rico que desean apoyarlo, solo podrá hacerlo muy limitadamente porque se imponen topes. Esto parece expresar un temor subyacente a que alguien con grandes recursos pueda predominar en base al su poder económico y no por la fuerza de sus ideas, pero implica también una subestimación del buen juicio del electorado.
En fin, las reglas de juego favorecen al “status quo” partidario y trata de impedir o dificultar que otros nuevos jugadores puedan sentarse a la mesa.
Lo cierto es que una campaña electoral insume mucho dinero, el que se puede obtener solo por los canales que una norma infeliz impone, siendo el camino de mucha subida para las nuevas expresiones electorales que pretenden traducir las expectativas y aspiraciones de sectores de la población que no se sienten representados por la oferta existente.
No bastan las ideas, no bastan las propuestas. La inclinación emocional del sufragio primando sobre lo racional, la preferencia por la imagen del candidato y no por su sustancia, todo parece indicar que una campaña con recursos abundantes inclinará la balanza a quién sepa y pueda aprovechar esta tendencia del “tiempo de plástico” del que habla mi amigo Juan Rodriguez Puppo.
Tengo la impresión de que la motivación principal de muchos votantes será votar “en contra de” y “no en favor de”. O votar porque “me gusta” y no porque “es lo mejor para el país”.
Ojalá prime la sabiduría del pueblo para saber elegir a quién mejor pueda conducir su destino.