Bukele; entre absolutismo y democracia
Lorenzo Aguirre
“El dictador más “cool” del mundo”, así se auto define el propio Nayib Bukele, quien, en las recientes presidenciales arrasara con un 84.66 %, otorgándole a su partido político “Nuevas Ideas” (“NI”) – bukelismo, centro americanismo, antimperialismo, conservadurismo social, populismo -, 2.680.000 votos, dejando en segundo lugar, totalmente olvidado en el camino, a Manuel Flores, “Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional” (“FMLN”) – ultraizquierda -, con un 6.40 %, unos 202.500 votos, mutilando a toda la oposición – incluyendo a derechistas -, la cual apenas obtuviera un 15%. Por lo acontecido, Bukele se lleva prácticamente todo el parlamento, pues a partir del 1º de junio – inicia su segundo mandato con una duración de cinco años – contará con 58 curules en 60, quedando 2, insignificantes y simbólicos, para la “resistencia”. Nayib Bukele, señaló: “esta reelección es la mayor aceptación popular”, para luego acotar, “nunca en el mundo se ha ganado con un proyecto apoyado con el 85% de votos… es literalmente el porcentaje más alto de toda la historia”. A dicha frase, repetida fatigosa y majaderamente – aunque no se niega el triunfo aplastante -, debemos hacer una pequeña corrección: en Argelia, Abdelaziz Buteflika ganó con 91%, Adolfo Obiang Bikó, en Guinea, con el 95%, además de similares ejemplos en Burundi, y otros lares.
Después de la guerra interna que “El Salvador” viviera (1980 – 1992), culminando con la firma de “Acuerdos de Paz” entre el gobierno y el terrorismo marxista, se llevó a cabo un sistema multipartidista con marcados contra balances.
Ahora, con esta segunda victoria, Bukele se afianza más en los tres Poderes del Estado, determinando – guste, o no – una hegemonía, dejando de lado el bipartidismo.
“El Salvador” vivió conflictos armados frente a terroristas, sumados a las pandillas MS13, y Barrio 18, pero, desde marzo 2022, Bukele implantó el “Régimen de Excepción Permanente”, limitando garantías y derechos constitucionales.
Según la oposición de ultraizquierda, “se ocasionan arrestos arbitrarios, torturas, y muerte de presos”.
“El Salvador” se había convertido en uno de los países con más homicidios en el mundo, pero en los últimos dos años, con el decreto de referencia, se llegó a la disminución casi total de crímenes perpetrados por dichas bandas.
Con más de 76 mil detenidos – la mayor población carcelaria a nivel mundial -, hoy el gobierno salvadoreño ha levantado en la localidad de Tecoluca el “Centro de Confinamiento del Terrorismo”, establecimiento de máxima seguridad y “tolerancia cero”, y si bien el Art. 27 de la “Constitución” prohíbe cadena perpetua, los detenidos son condenados entre 200 y 634 años, no teniendo obviamente sentido los recursos legales para solicitar reducción de pena.
Más allá de lo narrado es oportuno recordar que durante su gobierno, Bukele – acompañado de policías y militares armados – irrumpió de forma bravucona en la Sede del Legislativo, presionando a los diputados a aprobar su pedido de préstamo para financiar la lucha contra las pandillas.
Si bien terminó con ellas, devolviendo la seguridad a los ciudadanos, el “comportamiento de solicitud”, es censurable.
¡Todo lo brillante … no es oro!
Hace tiempo, Nayib Bukele había admitido que, la reelección inmediata estaba prohibida por Ley, pero, ahora en el poder, en aras de repetir el mandato, se ha cargado las disposiciones.
El 3 de setiembre de 2021 la “Corte Suprema de Justicia de El Salvador” falló que, el Presidente de la República tenía derecho constitucional a buscar la reelección, anulando de esa forma la declaración de 2014, la cual determinaba que, un nuevo mandato debía esperar 10 años.
Según abogados constitucionalistas lo ocurrido viola seis artículos de la Carta Magna de 1983.
Por su parte la “Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia” avaló la legalidad de la segunda candidatura de Bukele, señalando que, el presidente, goza de alta popularidad por su guerra contra las pandillas.
En marzo de 2023 la “Asamblea Legislativa” derogó también el Art. 291 del “Código Electoral”, permitiendo la baja de sillones parlamentarios, pasando de 84, a 60 curules.
Bukele necesitaba 43 diputados para lograr mayoría – de acuerdo a la reglamentación anulada -, pero con el vigente párrafo le alcanzaba obtener 31, más allá que llevó 58 representantes.
A lo expresado debemos agregar la disminución de alcaldías, pasando de 262, a 44 – marcando concentración de poder -, y para “no exceder gastos” no entregó a los partidos opositores la “deuda política” – fondos por cada voto obtenido en los comicios anteriores -, mutilando la disponibilidad de dinero a utilizar en esta última propaganda electoral.
Ahora, en su nuevo ejercicio a partir del próximo 1º de junio, Nayib Bukele deberá enfrentar la crisis financiera de una creciente deuda pública, al “Fondo Monetario Internacional” (FMI) – al cual ignora, como también al “Banco Mundial”, y la “Comisión Internacional de Derechos Humanos”, en cuanto a observaciones sobre seguridad – para renegociar un préstamo de 1.4 millones en billetes verdes, y de manera urgente hacer un revisionismo sobre la circulación legal de criptomonedas, que está llevando a un déficit millonario.
Bukele, sabe perfectamente como la democracia se “usa” para desnivelar y lograr un gobierno autoritario. No es necesario explicar al respecto, pero cabe el momento para poner énfasis señalando que, si bien es muy popular y en cierta forma querido por la mayor parte del pueblo, Bukele no es un demócrata, pues sostener el convencimiento de un partido único y considerar que la oposición “quedó pulverizada”, no es un pensamiento de dicho sistema político, porque una mayoría no pretende “pulverizar” a la minoría, sino otorgar un espacio, y respetar su voz.
Nayib Bukele, gobernó y lo seguirá haciendo rodeado de su círculo de confianza, el cual está conformado por sus hermanos, Karim, Ihranhím, y Jusef – todos ultraizquierdistas -, hijos de Armando Bukele, empresario de origen palestino, dueño de medios de comunicación que asesoraron al “Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (“FMLN”), partido radical, de ultraizquierda, donde Nayib se inició y llevó adelante su camino político.
Desde hace unos meses, Bukele transita hacia un gobierno autocrático que podría desarmar el perfil de los tres poderes y controlar el aparato judicial. Dicho accionar tiene su página en un “nuevo manual latinoamericano” que demuestra la forma de llegar por vía electoral, para más tarde comenzar a bloquear información a medios de comunicación, y entre otras “pequeñas cosillas”, torcer las reglamentaciones electorales, acercándonos a una nueva farsa caribeña.
El propio Nayib Bukele se proclamó vencedor y presidente en las elecciones nacionales… ¡esperemos no se autoproclame “Emperador” … al igual que Napoleón!