Coincidencias y discrepancias. A cambiar la pisada
Zósimo Nogueira
La inseguridad por la que transitamos en los anteriores periodos legislativos fue determinante para el cambio de gobierno. Está prohibido el fracaso.
La muestra diaria y las estadísticas tuvieron tanta trascendencia como las propuestas para el combate al delito.
El extinto Ministro Larrañaga genero una movida motivacional muy importante, pero continuo con el mismo libreto.
Mantuvo criterios y jerarcas de la anterior administración e incluso los promovió a cargos de mayor responsabilidad.
Con la LUC empoderamiento policial, el referéndum no impidió la reinstalación de varios destacamentos en localidades que estaban descuidadas. Hizo algunos cambios de autoridades y lleno los cargos creados por la LUC.
Se nos fue Larrañaga con el camino apenas iniciado.
No hacemos futurismo; el Ministro Heber continuo la misma senda pero a pesar de sus esfuerzos no se cumplen promesas de campaña y la estrategia poco ha variado, mucho corazón y entrega pero con el mismo formato organizacional.
Bajaron los guarismos de delitos pero no alcanza.
Con la LUC mejoro la relación Fiscal-policía, pero no acaban de soltarle la rienda a la policía, el CPP no lo permite cuando se modificará.
Parece ser que la conflictividad sindical y las demandas sociales no le permiten al gobierno hallar el camino para concretar los cambios prometidos.
No se delimitan adecuadamente las áreas de responsabilidad.
Deben estar bien delimitados los espacios geográficos y legales de responsabilidad; es importante repoblar a las seccionales, con recursos humanos, tecnología, medios de comunicación y logística. Si falla la gestión, se hacen cambios.
Es necesario recomponer la pirámide jerárquica y cada cual asumiendo responsabilidad acorde al rango y circunstancia.
Desde el Agente al máximo jerarca, pasando grado a grado.
Con el involucramiento de todos se logra eficiencia. Se dificulta la negligencia y la corrupción.
Debe tenerse claro el jugar a donde recurrir en demanda de auxilio o a presentar una queja o denuncia por derechos vulnerados.
Cada Jefatura debe contar con personal especializado en la investigación de cada modalidad delictiva y no manejarse con investigadores todo terreno que atienden lo más grave y de mayor resonancia y dejan de lado las cuestiones de menor entidad.
También grupos GEO tipo SWAT para operaciones tácticas de urgencia.
Se trabaja igual que las fiscalías, con apreciaciones subjetivas. No se cumple con la obligación de sustanciar todas las quejas o denuncias. El desaliento hace que muchas cosas no se denuncien.
Como descender el número de homicidios.
El homicidio premeditado es difícil de prever, aunque deja rastros y hay más posibilidades de aclarar.
Lo otro se reduce con patrullaje, sistemas de comunicación adecuados, centros referenciales en contacto con la comunidad receptores de información.
Equipos de respuesta rápidos.
Las tareas de fiscalización que poco se hacen, son una gran fuente de información.
La tecnología, cámaras, filmaciones, grabaciones son de gran utilidad pero el conocimiento del terreno y la información que surge del contacto con la comunidad y los propios marginales permiten elaborar una estrategia adecuada.
Si la mayoría de las muertes son por temas de drogas.
Hay que desalentar el consumo. Evitar el ingreso de droga al país y evitar su distribución.
Los militares en Departamentos fronterizos. No son efectivos.
Están preparados para problemas de seguridad nacional, no para temas policiales.
No es su tarea, ni es conveniente que la asuman. En los países en que los involucraron en estas tareas han sido un dolor de cabeza.
No hay dudas que la población carcelaria es un problema de seguridad; mucha gente está preocupada. Dice el senador Manini y su partido.
Todos los presos tienen que trabajar, hay que enseñarles un oficio.
Deben producir y ahorrar para cuando salgan. Desde Gómez Folle están los peculios. Un pequeño dinero para quienes cumplen alguna tarea dentro de las cárceles.
Se han fomentado emprendimientos privados administrados por los propios presos, hay supermercados y venta de productos dentro de algunas cárceles. Eso es una puerta muy grande de ingreso a la corrupción. Es una forma de empoderamiento entre presos que no puede ni debe permitirse. También condiciona a los guardianes.
En el Uruguay no existe pena de muerte, cadena perpetua ni el trabajo obligatorio.
La generalidad de las personas y autoridades dicen que los presos deben trabajar.
No es tan simple. El universo de las cárceles es similar a la sociedad.
Hay algunos analfabetos que son de imperiosa necesidad atender.
La mayoría de la población termino primaria, otro gran porcentaje inicio y no finalizo secundaria y unos pocos terminaron o llegaron a estudios terciarios.
Hay una mayoría de población joven pero también hay veteranos y ancianos. Sanos y enfermos. La mayoría posee capacidad para desempeñar alguna tarea y alguna vez lo hizo.
Las enseñanzas laborales en una cárcel son pocas.
Lo habitual es la producción agropecuaria de fácil aprendizaje pero poca demanda.
Las actividades apuntan a bajar tensiones y generalmente para trabajar se eligen presos ya con habilidades para lograr productividad, la impericia trae inconvenientes y pérdidas.
Se tiene en cuenta el tiempo de permanencia; condiciona cualquier proyecto.
Para quién quiera estudiar las autoridades deberían proporcionar espacios sin hacinamiento y con asistencia de pedagogos guiarlo y acercarle los elementos de estudio requeridos. Y no mucho más.
Hay infinidad de cursos a distancia, porque optar por otro camino para los presos.
La Justicia dispone que se los mantenga prisioneros pero con derecho a un trato digno, asistencia jurídica, ser protegidos en vida e integridad física, alimentos y cobertura de salud. Lo del trabajo, estudio, requiere de su voluntad.
El asistencialismo desmedido.
Las políticas sociales deben abarcar lo posible, lo razonable y en forma transitoria, de lo contrario nos transformaremos en un estado totalitario con población sin aspiraciones de progreso y de asumir responsabilidades.
Hace pocos días veía algo ya reiterado; le reclamaban al CODICEN alimentación para escolares durante vacaciones. Una legisladora salió con la idea de decretar esencial esa tarea.
El Presidente del CODICEN Robert Silva, salió a la prensa diciendo que no se les privara de alimentos a los niños durante las vacaciones.
Porque razón no se les dice que es obligación de los padres alimentar a los hijos menores.
Además esos padres reciben la asignación familiar por y para sus hijos escolares.
El estado puede paliar carencias, pero debe exigir a esos padres que cumplan con las obligaciones de los deberes de la patria potestad.
Retornando a la seguridad y a la marginalidad.
Ollas populares. Colas de gente con recipientes y ollas para recibir comida.
El acostumbramiento a un asistencialismo denigrante.
Sin un espacio para sentarse y comer como ocurría antes en los comedores del INDA.
Por otro lado se ven muchas personas con buenas condiciones físicas, que a simple vista no están en situación de precariedad.
Creo que como parte de las políticas de seguridad el Estado debe apuntar a esa gente que está en situación de vulnerabilidad.
Identificarlos y tenerlos localizados, lo mismo a concurrentes a hogares del Mides, a quienes duermen en la calle y ocupan espacios públicos, o se han asentado ilegalmente. Procurar acercarlos a la formalidad.
Tratar a quienes sufren de adicciones o trastornos mentales orientando o enseñando tareas básicas para una actividad laboral. Decodificando y reprogramando.
El estado desarrolla planes de colonización, asigna tierras y recursos.
Porque no apuntar a estos colectivos enseñando y armando cooperativas.
Impidiendo el ingreso al delito o reduciendo el número de nuevos delincuentes se hace seguridad. Promover políticas similares para quienes egresan de los centros de menores infractores.
Sobre los reclusos hay un plan con resultados alentadores. Los hogares de pre-egreso.
Es un ámbito con menos presión que permite adoptar decisiones sopesando oportunidades y consecuencias, una luz de esperanza. Esperamos un giro de timón y cambio de rumbo