Con spoilers
Ricardo Acosta
Antes de que se abran las urnas, ya sabemos lo que van a decir: ganó el Frente Amplio en Montevideo.
Otra vez. Y no por sorpresa.
Sabemos el final.
Lo conocemos desde el tráiler.
Spoiler: Montevideo votó como viene votando desde hace 35 años.
Pero esta vez, el spoiler no es lo importante.
Lo importante es lo que pasa después.
Porque mientras en los avisos de campaña vemos una ciudad limpia, ordenada, llena de postales preciosas , el Parque Rodó desde el dron, la rambla al atardecer, los espacios verdes de siempre.
La otra ciudad, la real, se apagan las cámaras y empieza la vida.
Una vida donde el boleto es caro, aunque digan que es barato.
Una vida donde los barrios populares no aparecen en los spots.
Una vida donde se gana una elección, pero se pierde la esperanza de cambiar.
Y ahí está el punto.
No es una nota escrita con resignación.
Es una nota escrita con dolor.
Porque no se trata de que gane o pierda tal o cual partido. Se trata de lo que sigue igual.
Y sigue igual esa Montevideo que se divide entre la que se muestra y la que se esconde.
La del dron y la del baldío. La del spot de campaña y la del día después.
Spoiler: nada cambia.
Spoiler: algunos festejan, otros simplemente se tapan la nariz y siguen.
Spoiler: si se vota una heladera, que no esperen ideas frescas.
No hay derrota en este texto. Hay tristeza. Porque no gana el mejor proyecto. No gana la mejor gestión. Gana el relato. Gana la costumbre.
Y pierde Montevideo.
Pero no tiene por qué seguir perdiendo.
Algún día esta ciudad va a cansarse de los efectos especiales y va a querer un buen guion. Va a pedir contenido, no envoltorio.
Va a exigir que la escuchen, no que la usen.
Algún día los barrios van a dejar de ser decorado de campaña y se van a convertir en protagonistas.
Algún día el voto va a dejar de ser un acto automático, y va a ser un grito.
Un “basta” real. Un “no me alcanza con que digas que amás Montevideo: quiero que la limpies, que la cuides, que la respetes”.
Ese día no fue este domingo.
Pero va a llegar. Porque hasta los relatos más sólidos se desgastan cuando no se corresponden con la realidad.
Y la realidad, por más que la maquillen con cámaras, está ahí, esperando que alguien la mire de frente.
(escena post-créditos)
Una vecina en bata saca la basura a las once de la noche.
El contenedor está lleno, desbordado. Al costado, un colchón viejo.
Mira alrededor, suspira y dice en voz baja:
—Ganaron de nuevo.
Y se va.