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De  la  administración  pública

Alvaro Vero

Los objetivos de un gobierno incluyen el mantenimiento del orden y de la paz, la distribución imparcial de la justicia, la armonización de intereses en pugna, la enseñanza debido al incremento de la injerencia del político y de los gobernantes en las distintas esferas de la actividad nacional no resulta satisfactoria una administración inexperta; tal como es el caso de la salud.

Una cosa es el nivel político gubernamental y otro es el nivel operativo de las distintas direcciones. Conviene recordar que el desarrollo económico y social y la administración pública son interdependientes, que existen programas de salud que se generan a partir del  Sistema Nacional Integrado de Salud que rige desde enero 2008 y antes también, innegablemente avanzados en el continente y merece cosechar los beneficios que el plan nacional  ha adoptado.

Debe reconocerse que la tarea del poder ejecutivo es ahora mucho más compleja y técnica que lo que era antaño. Luego del “parate” de la pandemia es lógico que aún más, habrá que innovar, preveer, y para que la autoridad pueda ejercerse con eficacia es necesario la asistencia de cuerpos técnicos de asesoramiento que permitan reunir la información pertinente y emitir recomendaciones tal y como produjo el GACH.

Merece una reconversión la organización de los diferentes estamentos de la salud,  donde no se tiene las responsabilidades y los consecuentes niveles de autoridad claramente definidas. El no delegar autoridad de manera apropiada fomenta la indecisión, la falta de iniciativa y la dependencia de la influencia política. Tampoco existe un sistema moderno de administración de personal, al igual que el mecanismo de presupuestación que sólo se considera un elemento de contralor y no como un documento que permite elaborar programas medibles. Tal es así que parecería que la salud tendrá dificultades en la medida que se ejecute el presupuesto; hay que tener en cuenta dineros que ya no estarán y el aumento vegetativo de los costos que al menos es de un 10% anual.

La responsabilidad de las distintas reparticiones deben ser muy estrictas en cuanto a la recolección de datos contables y las auditorías necesarias.

Expedienteo excesivo, demoras, y deficiencias de servicios son salvadas por la intromisión política. Es fácil reconocer estos estigmas de ineficacia en las direcciones nombradas “a dedo” en la salud pública del departamento demuestran un medio-operante similar en el órgano binacional  (CTM) lo que ha generado al menos la erosión de confianza con aquellos que prometían “mejor salud” inclusive recorriendo policlínicas rurales hasta los domingos. Tal es el caso de la salud de Salto sin perjuicio que puedan ocurrir esas desprolijidades en otros puntos del país.

La misión de gobernar requiere la colaboración de personal idóneo, especializado en tareas complejas y variadas, dentro de un sistema equitativo que reconozca y contemple las legítimas aspiraciones.

El favoritismo influye en las promociones y muchos empleados honestos pueden ver que otros rinden escasamente sin que se ejerza contralor ni se les aplique sanciones. También en las promociones interviene la política y cada uno de los candidatos procura el respaldo de los dirigentes políticos consumiendo mucho del tiempo de ministros y legisladores, y todos somos víctimas de un mal sistema. La “evolución” prometió muchas veces que en Uruguay iba a ir desapareciendo el sistema de repartija pero es claro que hemos retrocedido aún más desde que John Hall analizó a la administración pública uruguaya en 1954 .

“No pretendamos cambiar si siempre hacemos lo mismo”- A.Einstein.

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