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Una sindicalista por fuera de los cohesionadores

Fátima Barrutta

En mis tiempos de edil departamental, tuve un contacto frecuente con la secretaria general de Adeom, Valeria Ripoll. Allí aprendí a respetar su dedicación a las causas gremiales, así como su total independencia de ataduras partidarias e ideológicas.

Le tocaba (y aún le toca) estar en la vereda de enfrente del gobierno departamental frenteamplista, pero eso no la hacía ni la hace caer en vínculos facilistas con quienes creen tener el monopolio de las adhesiones de los trabajadores.

En los últimos días, Valeria ha estado más presente que de costumbre en la agenda pública. No solo porque se integró al panel del programa Esta boca es mía, de canal 12, lo que significa una alta exposición, sino por el cariz de muchas de sus declaraciones.

Hoy más que nunca hace gala de una independencia de criterio que escapa a la lógica binaria de los «Cohesionadores”, que son tan afecto a los extremos de uno y otro signo político. Que lo haga desde un sindicato tan combativo como el de Adeom es doble mérito, porque marca una honestidad intelectual bienvenida y poco frecuente en la mayoría de los dirigentes de la central sindical.

Cuando la invitaron al programa televisivo, muchos quisieron encasillarla rápidamente en el rol de militante frenteamplista, algo que ella aclaró desde el principio: que detesta el conflicto entre “fachos” y “focas” y que no se siente representada por ningunas de esas hinchadas irreflexivas y fanáticas.

En cierta forma, con ello Valeria revive el espíritu de la tradicional bancada bicameral femenina que, ininterrumpidamente desde el retorno a la democracia, ha trabajado en forma conjunta, más allá de partidos, en la búsqueda de soluciones largamente postergadas por el machismo sistémico imperante.

Ahora, Valeria Ripoll se levanta con vehemencia contra la decisión apresurada y avasalladora del Pit-Cnt de apropiarse de las movilizaciones del Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo, haciendo coincidir esa fecha con la de un paro general contra el gobierno y la LUC. (Hay que reconocer que connotadas dirigentes de la Intersocial Feminista demostraron una entusiasmante independencia de criterio al enfrentarse a ese dictamen de la cúpula sindical.

La dirigente Soledad González lo declaró en forma más que elocuente al diario El Observador: “La marcha más grande del Uruguay es aplastada por la central sindical. La limitación del derecho a movilizarnos nos la impone la central y no la LUC”).

En esa línea de rigor intelectual e independencia de lazos partidistas, Valeria Ripoll también se ha manifestado francamente contraria al uso y abuso del agravio al gobierno por parte de las murgas “compañeras”.

Como toda persona que vibra con la cultura popular, admite que una cosa es la sátira política, siempre bienvenida, y otra muy distinta el insulto destructivo y gratuito, como los de la murga que se ríe de la muerte de Jorge Larrañaga, o la que califica a autoridades de gobierno y periodistas de “soretes” y “basuras”.

Sin duda en esto Valeria se ha convertido en portavoz de una gran cantidad de ciudadanos que adhieren a la cultura popular carnavalera, pero que no se tragan este uso malintencionado y tendencioso de la fiesta.

Otro hecho reciente en que Valeria estuvo en el ojo de la tormenta, fue una polémica a través de las redes sociales que mantuvo con el también dirigente de Adeom Álvaro Soto, quien en plan de insultarla por su protesta por el uso político del 8M, la trató de “reina de los ignorantes” y la acusó de “haber vendido el alma al diablo”.

Con violencia inusitada, muy típica del machismo dominante, el execrable individuo dijo que “el lumpenaje femenino se sube a lo que sea para hacerse de un lugar en el mundo machista del poder”.

No existe reflejo más machista que atribuir la opinión libre y responsable de una mujer a un “lumpenaje”, como si solo fueran dignas de respeto las creencias de quien formula ese insulto. Demostrando además su patética incultura, Soto citó al “Fausto de Ghete” (¡habrá querido escribir Goethe!). Con inteligencia y sin caer tan bajo, Valeria le recomendó a su interlocutor una consulta psicológica: “te recomiendo comprarte una vida, ¡yo amo la mía!».

Lo hemos dicho en más de una oportunidad: es difícil ser mujer en una actividad, como la política y sindical, donde todavía existen hombres que naturalizan la violencia de género y un falso sentido de superioridad.

La lucha de Valeria Ripoll es también nuestra lucha: derrotar los estereotipos y pelear duramente en la reivindicación de nuestros derechos ciudadanos, con justicia y equidad.

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