Politica Nacional

De titulos y cartoncitos

Daniel Manduré

El hábito y el monje

Podíamos ver, con mucha preocupación, desde hace ya unos cuantos años como se le restaba importancia al valor que tiene un título universitario. Connotadas figuras que desde los más altos cargos de gobierno se referían a el como ese «cartoncito» con poco valor.

Un mensaje tan temerario como infeliz.

Lo importante aquí tal vez no sea el título en si mismo, sino lo que el  representa para una sociedad como la nuestra. Ese simbolo a la constancia, el sacrificio y la dedicación del estudiante como del apoyo de su familia. Una sociedad culta, instruida donde el esfuerzo y sacrificio siempre tiene su premio.

Es verdad también que el título puede no significar nada si no lo sustentan valores personales que sean sus pilares. Honestidad, integridad, solvencia.

Dejando claro estos conceptos lo que no entendemos es esa necesidad de vivir en un mundo de apariencias.

Esa necesidad de fingir lo que no se es.

Esa desesperación de exhibir un título que no se posee.

Ese intento de «gambetearla» de una forma u otra, al desnudar la verdad, para salir lo menos lesionado posible de una situación muy embarazosa y en algún caso muy grave.

Esa manía de hacerse nombrar con credenciales que no nos pertenecen.

Esa falta de confianza de nuestras propias capacidades.

Es verdad, el título abre puertas y es justo que así sea. Ahora, el fingir tenerlo muestra nuestra verdadera cara.

No me interesa exponer situaciones personales. Han existido muchas estos últimos años. Sociólogos que no son sociólogos, psicólogos que atendían pacientes sin títulos, abogados que no eran abogados, economistas que parecen no serlo y licenciados que no son o no eran licenciados.

Algunos reconocieron el error, otros, envueltos en un mundo de mentiras aún insisten en serlo y esperamos que de tierras lejanas envien un título que sabemos no existe.

Si bien algún caso puede ser más grave que otro, ninguno es aceptable. Ninguno.

Porque si avalo uno, no tendré autoridad moral para señalar otros.

No basta la apariencia o título. Tiene que estar respaldada por comportamientos, actitudes y conductas coherentes que lo avalen. No siempre el hábito por si solo hace al monje. Algunos parecen no haberlo entendido.

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