El árbol y el bosque
Jorge Nelson Chagas
Tabaré Vázquez era decididamente contrario a derogar la Ley de Caducidad. Nadie podía cuestionar su compromiso con la causa- ya que había sido integrante de la Comisión pro el Voto Verde. Pero la ciudadanía se había pronunciado por mantener la ley, por tanto entendía que se debía respetar el veredicto. Aunque abdicó en un intento inicial de reglamentarla por vía parlamentaria, hizo uso de la potestad que ésta confiere al Poder Ejecutivo para aplicar los mandatos del programa frenteamplista relativos al artículo 4º. Consideró no comprendidos en aquélla a los civiles, a los mandos, a los delitos económicos, a los crímenes cometidos fuera del territorio nacional, al caso de los dos legisladores asesinados en Buenos Aires y a los secuestradores de menores.
En este marco, varios acusados se presentaron a declarar ante la justicia.. El Poder Ejecutivo, en convenio con la Universidad de la República, confió a un destacado equipo de historiadores abordar algunos de los archivos de seguridad – siempre negados pero que comenzaron a aparecer – con el objeto de realizar una investigación histórica sobre los desaparecidos. Destacó también a un equipo de antropología forense de la Universidad, que inició excavaciones en cuarteles militares a partir de información anónima que el Poder Ejecutivo recopiló.
Finalmente se logró encontrar dos cuerpos completos, un cráneo y algunos fragmentos de huesos, en distintas unidades militares, hallazgo suficiente para desmentir la descorazonadora información recabada por la Comisión para la Paz en torno a la «Operación Zanahoria». Al menos, parcialmente. No fue, sin embargo, posible encontrar los restos de la nuera de Juan Gelman, pese a que el propio presidente Vázquez expuso su imagen a partir de una información que le proporcionaron los militares. Ignoro si la información falsa fue proporcionada adrede. Lo que sí sé es que Vázquez se enfureció. No por dejarlo “en orsay” ante la opinión pública, sino porque entendió que se estaba jugando en forma casi sádica con los sentimientos de los familiares de detenidos-desaparecidos.
Por otro lado, el resultado de la acción de Vázquez fue la detención y final procesamiento de dos civiles, el presidente José Ma. Bordaberry y su ministro de Relaciones Exteriores, Juan Carlos Blanco, además de una decena oficiales con delitos en ambas márgenes del Río de la Plata, solicitados también por la justicia argentina.
En el caso particular de Bordaberry y Blanco hay dos tragedias personales. No estoy diciendo que ambos hombres no tengan ninguna responsabilidad en lo ocurrido, pero las cosas no son tan simples. Estoy convencido que Bordaberry fue imputado injustamente de asesinato. Al menos yo no conozco ningún documento que establezca que él ordenó los asesinatos de Gutiérrez Ruiz y Michelini o de alguna otra persona. En cambio sí es cierto que cuando se inició el terrible Operativo Morgan él ocupaba la Presidencia de la República. Por otro lado, ¿ el golpe de Estado es de su exclusiva responsabilidad?. ¿cómo actuó la clase política en febrero de 1973?
El caso de Blanco me plantea otras interrogantes: ¿por qué un hombre perteneciente a un vasto linaje de embajadores y cancilleres se involucró con la dictadura?. ¿no fue consciente que colaborar con un régimen de facto conllevaba riesgos que podrían enlodar su nombre?, ¿pensó, acaso. que su presencia en la cancillería evitaría males mayores? Es obvio que el documento que confeccionó cuando se produjo el incidente de Elena Quinteros, no recomienda a los militares hacerla desaparecer. Sino que les hacia ver las opciones que tenían sobre la mesa y que lo mejor era transparentar lo sucedido.
Al margen de ello, lo que más me impresionó en ambos casos fue su soledad. Fueron procesados y enviados a prisión sin que nadie moviera un pelo por ellos.
Salvo, por cierto, sus familias.
“El ataque final”
Hay una obra, acaso poco conocida pero muy interesante de Ruperto Long titulada “El ataque final” (Editorial Aguilar 2023) donde con estilo novelesco relata en las páginas 208-212 un episodio ocurrido durante la dictadura. A finales de abril de 1978, en un apartamento de la calle Lauro Muller, se realizó una reunión en la que estaban – entre otros – Gavazzo, Gilberto Vázquez, Jorge “Pajarito” Silveira, Ricardo “Turco” Abad, Manuel Cordero, Ricardo “Conejo” Medina y Campos Hermida. La «Flor Y Nata» de los cuerpos represivos. El clima era festivo, hasta que alguien expresó que los “viejos políticos corruptos” iban a retornar tarde o temprano. Ahí el ambiente cambió y se trastocó en bronca y miedo. El miedo era porque consideraban que podía producirse un pacto político-militar donde se entregarían sus cabezas. Eran perfectamente conscientes que el problema no era por combatir a los tupamaros, sino por las violaciones de los derechos humanos a civiles inermes.
Estos hombres poseían un fuerte espíritu de cuerpo y sellaron un pacto de silencio. Ese pacto de silencio perdura hasta hoy y es una de las causas por las cuales no podemos cerrar las heridas del pasado.
Es correcto que la doctrina contrainsurgente crea combatientes sin moral que atacan a todo el cuerpo social. En el corto plazo es muy efectiva, porque logra neutralizar al adversario (marxista) esté donde esté: partidos, sindicatos, organizaciones sociales y culturales, etc. Sin embargo, en el largo plazo, ante el cambio de las condiciones políticas tanto internas como externas termina siendo un “boomerag”
Pero….¿la culpa es exclusiva de estos hombres que, al fin de cuentas, actuaran bajo las orden de sus mandos?
En el año 1996 el capitán de navío Jorge Troccoli, que cursaba estudios en la Facultad de Humanidades, publicó “La ira del Leviatán” donde relata los apremios físicos a que sometió a los detenidos. Reconoció abiertamente haber torturado y ensayo una explicación para sus actos. La reacción contra él fue inmediata. Fue expulsado de la Facultad, se le negó el derecho a dar su examen final, se le realizaron escraches, fue sometido a la justicia… Si existían otros militares dispuestos a contar la verdad, este hecho los debe haber disuadido.
¿No hubiese sido este el momento de oír atentamente, no de justificar, lo que uno de los protagonistas de la tragedia tenía que decir? Era (es) la voz de uno de los victimarios.
Uno de los problemas más graves que tenemos los uruguayos es que aún no comprendemos totalmente lo que ocurrió en el denominado pasado reciente. O la atribuimos a la agresión del marxismo internacional (URSS-Cuba) o bien a la oligarquía aliada al imperialismo yanqui. Blanco y negro. Buenos contra villanos. Entonces, al embanderarnos con cualquiera de estas posiciones, miramos los hechos a través del cristal deformante de nuestras ideologías, simpatías y prejuicios.
Volvamos al punto donde había quedado la anterior nota. Pese a que se le reconocieron virtudes al tratamiento de las violaciones de los derechos humanos que realizó Vázquez en su primera presidencia, también recibió no pocas críticas.
¿Por qué…?