cronicas parlamentarias

El delito creciente

Casi 7 de las personas que salen del sistema carcelario, durante los primeros tres años volverán a cometer un delito. 16.700 personas están privadas de libertad, contándose solo con 13.500 plazas para recluirlos. El futuro es crítico en materia carcelaria porque cuando estén terminadas las nuevas cárceles público-privadas que se proyectan, el hacinamiento se mantendrá siendo el faltante efectivo del orden de las 2 mil plazas. Para este contingente sólo hay 4 mil policías. El ministro Carlos Negro, ex fiscal de crimen, reveló esta situación el 26 de junio pasado ante la Comisión Especial de Seguimiento de la situación carcelaria del Parlamento. La siguiente es parte de su intervención tal como consta en la versión taquigráfica a la que accedió Opinar.

“Ante los trágicos hechos que todos conocemos, este ministro se comunicó con la presidenta de la Comisión para pedir que nos recibieran. Esta reunión se concretó muy amablemente y a la brevedad, tal como las circunstancias lo ameritan.”

“La intención original era, por supuesto, presentar un estado de situación, referirnos a las causas y también a las medidas que se pensaban adoptar por parte de esta Administración. Eso no ha cambiado sustancialmente, pero sí algunas de las cuestiones donde poner mayor énfasis por parte del Ministerio. Y entendemos que esos énfasis deberían dejar de lado el estado de situación -los que están en esta Comisión, por su interés en la cuestión y en la materia, lo tienen bastante claro y no hace falta que un ministro se los venga a explicar- y poner, quizá, otros acentos en buscar los acuerdos necesarios, por lo menos, para paliar y salir de una situación que es verdaderamente trágica.”

“Se ha hablado en estos días a raíz del episodio sobre las causas de la situación actual. No podemos eludir, obviamente, cuáles son las causas para llegar al estado en que estamos. No hay que detenerse en las culpas o las responsabilidades de determinadas Administraciones comparándolas con las otras, porque, evidentemente, asistimos a una suerte de responsabilidades compartidas.”

“Evidentemente, no se llega al número de personas privadas de libertad de 16.700 individuos por obra y gracia de una Administración. Este es un proceso que venimos arrastrando desde la propia salida de la dictadura. Hace poco yo miraba un compilado, que me había regalado el ministro Mahía, sobre los sueltos de prensa, los comentarios en la prensa de los políticos de la época en oportunidad de la sanción de la Ley de Seguridad Ciudadana, allá por 1995, la Ley N° 16.707. Y en ese momento, ya en 1995 -30 años atrás- se veía en esta norma la solución a todos los problemas de seguridad. Y así se decía explícitamente por parte de varios políticos de la época; sancionada la ley, íbamos a volver al orden y la tranquilidad que el país sentía como que se desmoronaba. Y se hablaba de hacinamiento. Se hablaba de hacinamiento y se establecía que las 3.000 personas privadas de libertad de la época constituían ya una situación insoportable de hacinamiento carcelario. Bueno, hoy estamos en 16.700 personas, y si nada cambia, vamos a terminar el período de gobierno superando las 20.000, nada más y nada menos.”

“Por tanto, a partir de la sanción de esa ley, seguramente, constituyó un escalón importante. Es una norma que algunos la tienen bastante clara. Acá está el senador Zubía, por ejemplo, que sabe que se cambiaba el nombre a algunas conductas delictivas, se fusionaba la privación de libertad con la rapiña y se inventaba el copamiento. Con el invento del copamiento, con la pena mínima a 8 años se solucionaba el tema de los copamientos. Ya no iba a haber más copamientos.”

“En realidad, había habido algunos pocos, otros pocos se cometieron después y siguió siendo una figura bastante residual y poco aplicada en el momento y hasta el día de hoy. Se registran muy pocos casos de copamientos. Pero el pensamiento mágico punitivo penal que impera y campea no solo en la Administración pasada, sino en las anteriores, la anterior, la anterior y la anterior, o sea que ha dominado la materia en este aspecto, nos ha llevado seguramente a que viéramos -o la sociedad toda, que tiene sus representantes, lógicamente- a que entendiéramos que la cárcel, la prisión es la herramienta predilecta para atacar los problemas de seguridad pública. Y eso ha llevado a la situación de la superpoblación carcelaria y, paradójicamente, a que los problemas de seguridad no se hayan detenido, sino que, por el contrario, se hayan incrementado. Y este es un dato de la realidad. Hay evidencia suficiente de ello por la suba sin control de casi todas las figuras delictivas, con algunas variaciones por la época, las tecnologías, etcétera. Pero no ha sido una solución, no ha inhabilitado la cárcel para el delito, ni dentro del recinto, ni fuera.”

“Decíamos que hay responsabilidades compartidas. Bueno, si hay responsabilidades compartidas, seguramente deberíamos todos sentarnos alrededor de una mesa a pensar las soluciones compartidas. Apostamos a dejar de lado las diferencias políticas en esto porque creo que todos los que estamos en esta sala tenemos la misma sensibilidad en esta materia y nadie puede arrogarse por sobre otro, y ningún partido debería arrogarse por sobre otro, el monopolio o la mayor sensibilidad ante una situación que es realmente inhumana dentro de los centros carcelarios y, sobre todo, es una fuente de criminalidad fuera de los recintos carcelarios.”

“Ahora estamos en un momento en el cual la gente en situación de calle es una preocupación de todos también. Esto es otra cuestión que no tiene o no admite banderas o soluciones político-partidarias específicas, sino que a todos nos preocupa la gente en situación de calle, porque todos salimos a la calle y vemos el cruel fenómeno de la gente comiendo de una volqueta o haciendo sus necesidades al aire libre, etcétera. Estos fenómenos de la gente en situación de calle, la cárcel, entonces, atraviesan la sensibilidad de todos los partidos políticos y nos convocan a que entre todos desarrollemos algunas medidas y algunas políticas que pueden llamarse de Estado y que, lógicamente, deben trascender una Administración y un período de gobierno para generar lo contrario, un proceso contrario al que se ha asistido hasta ahora. Hasta ahora hemos tenido un proceso con responsabilidades compartidas -insisto- que nos ha llevado a este estado de situación que ninguno de nosotros queremos que ocurra. Empecemos a caminar un camino contrario, una senda hacia el otro extremo y busquemos, en conjunto, tener la responsabilidad compartida también de cambiar el esquema y el eje para la solución del problema de la criminalidad y de la población carcelaria. Ayer utilicé la palabra mara para denominar a las pandillas. Lo que hay en Rosario, aquí cerca, son grandes bandas criminales, complejas, con una organización bastante importante, que tienen el formato similar al de las maras de Centroamérica.”

“Acá les llamamos pandillas, bandas criminales, es una cuestión de denominación, pero no de estructura. Nosotros tenemos pequeñas bandas criminales; acá enfrente hay bandas organizadas con un nivel de complejidad mayor, ambas tienen ventajas y desventajas en materia de seguridad pública, pero nosotros hoy no tenemos ese fenómeno. Ahora, la cárcel está contribuyendo a que se junten; la cárcel está contribuyendo a que unos tengan contacto con los otros y así se generen estas bandas que luego van a traer una problemática distinta a la que tenemos, quizá con niveles de violencia menores, pero con un nivel de desarrollo y de manejo del narcotráfico superior, incluso, disputándole, como pasa en otras partes de América Latina, algunos espacios al Estado.”

“Ahí debemos tener mucha atención, una alerta muy importante, y esta situación está incidiendo directamente en eso.”

“Por último, me quiero referir a la reincidencia: 6,5 casi 7 de las personas que salen del sistema carcelario en los primeros tres años van a volver a cometer delito. ¿Esto qué quiere decir? La cárcel no sirve ni para inhabilitar el delito fuera, ni para inhabilitarlo adentro. Adentro se cometen todos los delitos que se cometen afuera: violaciones, homicidios, secuestros, extorsiones, hurtos, rapiñas, copamientos, etcétera. Adentro, se siguen cometiendo delitos; afuera, las personas que salen vuelven a ingresar por haber cometido delitos.”

“Por lo tanto, hoy el sistema carcelario no está sirviendo ni como prevención general ni como prevención especial, que son las finalidades esenciales de la pena. Eso no está ocurriendo, la pena de privación de libertad no está cumpliendo sus finalidades esenciales. Voy a dar algunos números: 16.700 personas privadas de libertad; contamos con 13.500 plazas. Se dijo por ahí que cuando estuvieran terminadas las nuevas cárceles público-privadas íbamos a eliminar el problema de hacinamiento. Cuando estén culminadas vamos a tener un faltante muy importante de más de 2.000 plazas. Por lo tanto, eso que se dijo no era así. Ya se sabía que las nuevas cárceles público-privadas no iban a colmar la expectativa de las necesidades de alojamiento. Cuando hablamos de plazas, hablamos de 13.500 plazas. Estas «plazas» -lo tengo anotado acá, es entre comillas-, no son plazas; son lugares donde hay un colchón. Ese lugar que ocupa un colchón puede estar en una celda que está diseñada para alojar cuatro personas y puede haber ocho. Ustedes lo saben; simplemente lo pienso en voz alta. Ustedes ya lo saben, pero no podemos hablar de que son plazas. Tenemos que sincerarnos y decir que hay ocho colchones en un baño y eso no quiere decir que haya ocho plazas. Hay ocho colchones en un baño. Por lo tanto, estas plazas seguramente serían bastante menos si las contáramos como lugares reales. Para todo esto hay 4.000 funcionarios; la ratio tampoco es ni mínimamente satisfactorio.”

“No quiero monopolizar demasiado la palabra. Tenemos a las autoridades del INR (Instituto Nacional de Rehabilitación) que nos van a dar un panorama sobre la situación y también sobre las medidas que vamos a anunciar, pero quiero terminar convocando a esta Comisión -sus integrantes y a los partidos que la componen- a la generosidad para superar las discusiones y las polémicas político-partidarias para encarar un tema de seguridad pública y de derechos humanos que nos obliga a ser mucho más generosos de lo que hemos sido hasta ahora.”

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