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El presidente de ANTEL está equivocado

Ricardo J. Lombardo

Tengo mucho respeto por Gabriel Gurméndez, actual presidente de Antel. Pero algunas discrepancias importantes.

En un reportaje publicado hoy en El País con relación al ANTEL Arena, el periodista le interroga sobre si no estaba incurriendo en una contradicción pues a él le tocó administrar la última etapa de la construcción de la Torre de las Telecomunicaciones y Gurméndez respondió;

“Sucede que cuando Batlle se hace cargo del gobierno y me encomienda, en una situación también crítica a nivel económico y social, que asuma la presidencia de ANTEL, me dice que esta obra, que estaba a medio camino, en medio de una litigación internacional en arbitraje, con contratistas con deudas pendientes de pago, no se podía convertir en una suerte de Palacio de Justicia dos. Me pidió desatar el enredo. No hay contradicciones: fuimos críticos de esta iniciativa aunque nos tocó gestionar el final de la obra”.

Ante eso, el periodista repreguntó:

“Ahí hubo, también, una proyección menor en cuanto a su costo… “

Y Gurméndez respondió.

“Sí, es cierto, el costo fue superior”

Es lamentable que el Presidente de ANTEL haya incurrido en un error conceptual y de oportunidad, al hacer comentarios equivocados y al no marcar las enormes diferencias que hubo en la construcción de ambos edificios.

Con la Torre, no hubo ninguna previsión que fuera ni mayor ni menor a lo que en realidad ocurrió. El precio surgió de la licitación internacional cuyas ofertas fueron abiertas en público, ante las cámaras de televisión y un enjambre de periodistas; no mereció ninguna observación de legalidad por parte del Tribunal de Cuentas; no fue objeto de ningún tipo de cuestionamiento parlamentario; no provocó la creación de ninguna comisión investigadora y, lo que es más importante, no fue motivo de ninguna denuncia ante la Justicia.

El precio de la adjudicación fue de 66 millones de dólares para la construcción llave en mano de la obra, que después fue aumentado en 3 millones debido a las dudas sobre la cimentación que a numerosos ingenieros le ofreció el proyecto original en una zona muy compleja para este tipo de obras como es la Aguada.

Conozco muy bien el tema, pues en última instancia quien debió decidir fui yo y opté por la alternativa que daba mayor seguridad.

Al finalizar la obra el entonces y actual presidente de ANTEL anunció que el costo de la Torre había sido de 100 millones de dólares, pero nunca explicó cómo había llegado a esa cifra.

Yo sí lo expliqué. Al costo de la licitación llave en mano sumada a la corrección de los cimientos, Gurméndez había agregado las transferencias a AFE por los terrenos apropiados por ANTEL para realizar la obra, y al sistema de seguridad social.

Es muy cuestionable este criterio de incorporar como costos de una empresa del Estado las transferencias que se habían hecho a otros organismos del propio Estado.

Pero si se hace, debió restársele el valor de la cesión que hizo ANTEL a otros organismos del Estado de sus oficinas de la calle Fernández Crespo.

Gurméndez afirma que coincidió con el criterio del entonces senador Jorge Batlle, quien siempre se opuso a la construcción de la Torre.

Pero desconoce el alto componente político de esa posición.

Batlle, que se proyectaba hacia la presidencia en el período siguiente, advirtió que el Presidente de ANTEL en aquel momento se posicionaba como un posible candidato en las elecciones internas del Partido Colorado y tiñó todas sus decisiones con esta eventualidad.

Nunca se preocupó por conocer los verdaderos motivos, de carácter empresarial, por los que ANTEL había decidido su construcción.

Se sumó a los mitos urbanos que abundaron por razones políticas, sin profundizar en las razones de buena administración que aconsejaban la construcción de la Torre.

ANTEL no tenía sede propia desde su creación en 1975 y solamente ocupaba algunos pisos en el edificio del Banco Hipotecario, por lo que tenía un costo mensual muy elevado en el alquiler de diversos locales diseminados por todo Montevideo.

Además, el edificio de Fernández Crespo había empezado a sufrir un serio deterioro en su fachada, con mampostería que caía a la calle poniendo en riesgo de vida de los transeúntes.

La reparación era urgente y ANTEl prefirió construir su propio edificio pues su desarrollo indicaba que ya era hora, y con ello dejaría el costo de esa reparación al BHU que debió pagar 30 millones de dólares por ella.

La decisión de ANTEL en aquel momento, desde el punto de vista empresarial y de la buena administración, fue la correcta.

Desgraciadamente en la consideración pública del tema, se mezclaron temas político partidarios que no permitieron una adecuada valoración.

Francamente nunca pensé volver a hablar de estos temas después de 25 años, pero esta asociación que algunas personas hacen del ANTEL Arena y la Torre, sumada a estas declaraciones infelices del Ing. Gurméndez, me han obligado.

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