Política nacional

Entre la ética y las urnas

Ricardo ACOSTA

Esta semana les traigo un 2×1: dos temas que marcaron la agenda política y que tienen un punto en común. El Frente Amplio vuelve a cruzar los límites entre lo institucional y lo partidario, ya sea para favorecer a sus candidatos o para insistir en temas que la ciudadanía ya resolvió en las urnas.

El lanzamiento de la candidatura de Mario Bergara a la Intendencia de Montevideo no pasó desapercibido. El hecho de haber utilizado el Salón Dorado de la Intendencia, un espacio institucional, para un acto partidario generó un fuerte debate, no solo desde la oposición, sino dentro del propio Frente Amplio. Si bien el alquiler del salón se pagó conforme a la normativa, la discusión no es legal, sino ética. Tanto es así que uno de los propios candidatos oficialistas, Salvador Schelotto, dijo sin rodeos que lo que hizo Bergara podía ser legal, pero no era ético. La otra candidata del FA, Verónica Piñeiro, prefirió no opinar, reflejando la incomodidad del tema en la interna.

Mientras la discusión se centra en la utilización de espacios públicos con fines políticos, Montevideo enfrenta problemas urgentes que siguen sin resolverse. La limpieza de la ciudad es una de las principales preocupaciones de los montevideanos y sigue sin una respuesta efectiva. La acumulación de basura, la falta de recolección eficiente y el deterioro del espacio público muestran una ciudad descuidada, donde la Intendencia parece más preocupada por disputas internas que por los problemas reales de la gente.

Frente a esto, la Coalición Republicana se presenta como una alternativa concreta. En particular, Virginia Cáceres, candidata del Partido Colorado, propone soluciones reales, como la descentralización de la gestión de residuos para que cada municipio pueda abordar el problema con más eficacia. Además, plantea recuperar espacios públicos y transformar Montevideo en una ciudad más ordenada, segura y con mayor desarrollo turístico y comercial.

Pero mientras los montevideanos reclamamos soluciones, el Frente Amplio no solo evade estos problemas, sino que insiste en reabrir debates que la ciudadanía ya cerró. La semana pasada, la vicepresidenta Carolina Cosse volvió a poner sobre la mesa la idea del voto en el exterior, un tema que los uruguayos rechazamos en dos plebiscitos, en 1999 y 2009. La respuesta de la gente fue clara en ambas ocasiones: el voto debe estar vinculado a la residencia en el país. Sin embargo, el FA, lejos de aceptar la voluntad popular, insiste en buscar nuevas formas de imponer lo que ya perdió en las urnas.

No es un tema menor. Cuando un gobierno ignora el mandato ciudadano y trata de reabrir una batalla que ya perdió dos veces, lo que está en juego no es solo lo político, sino lo ético. ¿Hasta qué punto un partido puede insistir en modificar las reglas cuando la gente ya se expresó claramente? ¿Qué valor tiene la democracia si los resultados se desconocen cada vez que no favorecen a una fuerza política?

El Frente Amplio está mostrando una forma de hacer política donde lo institucional se confunde con lo partidario, donde las reglas parecen sujetas a interpretación según la conveniencia del momento. Montevideo necesita un cambio, y esa oportunidad está en manos de la Coalición Republicana. Virginia Cáceres representa una gestión responsable, enfocada en los problemas reales de la ciudad y respetuosa de la voluntad popular. Porque gobernar no es solo administrar, también es entender que hay valores que no se negocian.

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