Editorial

Entre las expectativas y los votos

Jaque al Rey

César García Acosta

Con Yamandú Orsi mostrándose mucho y hablando poco, y los Blancos entreverados en una interna despojada de ideas incrustada en un contexto de dramáticos casos judiciales, los colorados se relanzan al mundillo de la competencia electoral cargados de sensaciones térmicas que resurgen al influjo de la novedad del regreso de Pedro Bordaberry. Virtualmente, su retorno, reinstala en los hechos el debate entre los dos bloques colorados que deberán conciliar un dilema ideológico inevitable: el de un batllismo desdibujado ante la exagerada eventualidad de una coalición que ocurrirá en el mes de noviembre sólo si los republicanos (blancos, colorados, cabildantes e independientes) –mirados en su conjunto- logran topear las expectativas del Frente Amplio en la primera vuelta. A nivel frenteamplista la grieta sigue instalada: el PitCnt por la seguridad social, y la conquista del voto del centrista del espectro político, siguen siendo la existencia del batllismo.

Carolina Cosse la candidata a la vicepresidencia por el FA, blanqueó su postura –echando más dudas sobre sus ideas- que no votará el plebiscito para la reforma de la seguridad social que propuso el PIT-CNT –brazo operativo y funcional vinculado estrechamente al partido Comunista que la apoyó en las elecciones internas- argumentando que, si bien a fines de 2023 firmó para habilitar la consulta popular, “no voy a votar la papeleta propuesta”. En las redes sociales Cosse fue firme en su postura alegando que “la propuesta actual no ha logrado, hasta ahora, concitar los consensos colectivos que son, a mi modo de ver, el marco al que debemos aspirar en temas de tal relevancia”.

Esta disociación de Cosse entre lo que dijo y lo que hizo, así como las energizantes novedades coloradas que ponen a Bordaberry a la cabeza, empiezan a reconfigurar una campaña que empieza a planificarse sobre los 77 días que vendrán hasta la jornada electoral. Dos bloques bien definidos proyectan competir no sólo por la estructura gubernamental, sino por rediseñar al país con sus antagónicos estilos, apuntando a la conquista del ciudadano del centro del espectro político con discursos que apelan a un imaginario más radical de la sociedad.

Mariana Pomiés, socióloga, directora de CIFRA, en una columna de opinión en Montevideo Portal, dijo que “el Partido Colorado es el único que crece post-internas, aunque solo un punto porcentual. Sin embargo, la tendencia desde febrero muestra un crecimiento lento pero constante. El triunfo de Ojeda no está produciendo un salto sorprendente como el que impulsó Ernesto Talvi hace cinco años, cuando en julio llegó a tener 22% de intención de voto. Pero un crecimiento menos efervescente no es necesariamente malo para el partido, ya que en 2019 ese gran salto favorable no se pudo consolidar en votos efectivos.  La novedad en política es positiva, y genera adhesiones, pero lo difícil luego es sostener esas voluntades que se sienten encandiladas por nuevos candidatos o nuevos discursos. Una vez pasada la novedad o el primer ‘enamoramiento’, muchos electores pueden concluir que es mejor lo “viejo conocido”.

Pero si algo podía subir la sensación térmica en el coloradismo era el retorno esperado de Pedro Bordaberry a la política y al Senado: Esta vez alineado con Tabaré Viera y Gabriel Gurméndez, tan sólo con su llegada deja literalmente del otro lado de la oferta electoral al candidato único Andrés Ojeda con su mejor exponente el ex fiscal Gustavo Zubía.

Quizá para el imaginario de quien está inmerso en la política este contexto sea tan relevante como motivador, ¿pero lo será para el votante desfanatizado? ¿Recuperarán los colorados los casi 80 mil votos perdidos respecto de las internas de 2019? ¿lograrán con Pedro Bordaberry captar votantes de afuera de la coalición republicana, o todo será pescar en el mismo balde?

Una crónica de La diaria de la semana pasada ubicaba en texto y contexto estos nuevos desafíos: “Este martes, en una sala del World Trade Center, el colorado Pedro Bordaberry confirmó que volverá a la política partidaria encabezando la lista 10 al Senado, bajo el sublema Vamos Uruguay. En conferencia de prensa, Bordaberry sostuvo que lo acompañarán `todos los que coincidan´ en la forma en la que encara `la política y las ideas´ y que había estado hablando con `gente de todos los sectores´, aunque hasta el momento no había concretado `ningún acuerdo´.

La alianza entre Bordaberry, Viera y Gurméndez ya es un hecho, como también lo es la forma de su presentación electoral. El pasado viernes al mediodía continuaron las negociaciones y hoy se espera cerrar el acuerdo. Por el momento, el diseño es presentarse en una única lista al senado, la de Bordaberry (10), abriendo listas a diputados. Los lugares acordados pondrían a Pedro Bordaberry en el primer lugar, seguido por Tabaré Viera y Gabriel Gurméndez, priorizando ese orden según las expectativas electorales que se empiezan a tener con un diseño de estructura de lista aún no definido.

El actual senador Germán Coutinho, estrechamente ligado a Vamos Uruguay y a Bordaberry, dijo a La diaria que la vuelta de Pedro le da “el impulso al PC” que lo necesitaba. “A varios de los que salimos golpeados en la interna nos pone en el escenario de vuelta”, expresó.

Ahondando en la realidad colorada, Coutinho sostuvo que “hay un hecho que es real: votamos 80.000 menos. Ojeda le pone buena onda, buena actitud, transmite sensaciones de que vamos bien, pero si vamos a los números, son muy fríos y Pedro nos pone en carrera de vuelta”, añadió. El PC obtuvo 107.000 votos en las elecciones de junio, 78.000 menos que en 2019, y su votación fue la más baja en las internas desde desde 1999.

El futuro dependerá de un enroque (al decir de la técnica del ajedrez), que permita recuperar el espacio colorado perdido, en un escenario donde pescar todos de un mismo balde que podría suponer dejar expuesto un “jaque al Rey”          .

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