Editorial

Es hora de decidir

César García Acosta

Casi en el último tramo de la campaña, y aunque el momento de los intendentes sea recién dentro ocho meses, éstos días si algo requieren, es marcar mucha impronta local y esa es tarea de quien siempre está del lado de la gente. La razón es simple: el votante esta traspasando el umbral de la valoración del interés personal, y eso se emparenta con la contidianeidad. Es el momento de priorizar lo coyuntural ante lo global. Los intendentes son sinónimo de alimentación, transporte, recreación y hasta de la seguridad ciudadana más inmediata, son quienes cubren las expectativas más íntimas para el ciudadano común. Ellos, y no otros, están en el territorio todos los días y no cada cinco años. La última encuesta de OPCIÒN CONSULTORES así lo revela: en Rivera, por ejemplo, la reafirmación del intendente Richard Sander es un claro ejemplo de un gobierno de servicios, donde la coalición republicana –a la que representa en el plano nacional- arrasa entre sus votantes (Delgado 57% contra Orsi 30%), mientras los diputados registran adhesiones muy similares del entorno del 25% cada uno. El intendente, para la población, proyecta una intención de voto del 54%.

Quizá por todo esto los cambios en la comunicación política son tan vertiginosos: pasamos de lo ideológico al candidato casi sin advertirlo; focalizamos el interés personal sin reparar en las ideas. Y todo deriva invariablemente en la toma de decisiones inspiradas en campañas muy alejadas de la estructuración que se tenía en el siglo XX. Hoy, el peso de las redes y la influencia de algunos podscat, con la supremacía del entretenimiento al conocimiento, son las razones sobre las que se construyen decisiones que, de un período a otro de gobierno, haga que se pase de la extrema derecha a la izquierda casi sin vacilar.

Uruguay no es la excepción.

Alcanza con imaginar gobernando, a modo de reflexión, a José Batlle y Ordóñez en oposición a Andrés Ojeda, o Líber Seregni respecto de Yamandú Orsi. Incluso si hiciéramos un paralelismo de género entre Alba Roballo y Carolina Cosse constituiría un gran desafío. Ante este dilema quizá la inteligencia artificial podría tener una mejor respuesta de la que podamos imaginar.

Identificar el objetivo de una campaña política desde el punto de vista del marketing y estudiar hasta qué punto las redes sociales son herramientas utiles en su desarrollo, nos obliga a  analizar  qué se  busca  suscitar  en  la  gente  y  cómo  se  venden. El branding que es toda actividad encaminada a cuidar la imagen de marca en la mente del consumidor, sin saberlo nos genera brandes desafíos.

El branding, como sinónimo de marca, sirve para alinear actividades de comunicación con un set de mensajes que definen  a la  marca.  Esto  abona a crear  estándares  en  el  modo  de operar  y transmitir la imagen deseada. Es decir, se decide el tono con el que dirigirse al consumidor y se crea una clave de lenguaje para poder apelar a los sentidos y transmitir lo deseado. Sus consecuencias externas implican una modificación del entorno emocional. Podemos entender el branding como una vía para personalizar el trato.

Con el tiempo, la necesidad de adhesión a un partido político en tiempos de elecciones ha hecho que votantes faltos de convicción política sean convencidos para respaldar a un partido político con promesas atractivas. Esto puede resultar en un mayor cinismo y atentar en contra de una buena relación entre los políticos y sus votantes. Por eso muchos especialistas se inclinan a que la imagen de los políticos tiene que ser construida desde cero  a través  de  eslogans  y resaltando sus  características  personales.  Se ignora la importancia de la construcción de las preferencias del modo de vida (lifestyle) como elemento estructurador de la sociedad, lo que supone un avance, ya que mira más allá de una acción concreta sumergiéndose en un modo de actuación constante en el tiempo.

Llegado el momento de votar todo se superpondrá y la decisión y la elección fluirán de forma imperturbable hacia la toma de decisiones: ahí están los intendentes, sus calles, el alumbrado público y la vida cotidiana. La gestión de Sander en Rivera es un ejemplo de esta evidencia.

Si bien el resultado electoral es soberano, y la realidad difícil de decodificar, la imagen, la recreación y la incidencia de las nuevas formas de comunicación han pasado a ser los componentes claves de las campañas electorales. No entenderlo es perder de vista la realdad: el uso de los celulares son la vinculación más efectiva del mundo real con la gente. Los temas concluyentes siempre serán las ideas, pero las aggiornadas tanto por el entorno como por los instrumentos tecnológicos aplicados para alcanzar la interacción social de los contenidos sostenidos en los datos que generamos a cada instante.

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