Política Internacional

Harris vs. Trump: el desnivel del liderazgo

Guzmán A. Ifrán

Luego del atentando contra el Expresidente Donald. J. Trump, sus números subieron cuál espuma en las encuestas de opinión pública de cara a las próximas elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América. Que, en suma a la bochornosa candidatura del actual Presidente Joe Biden, con notorias dificultades comunicacionales y de energía vital, daban por descontada una holgada victoria del conservador y nacionalista norteamericano. Pero para sorpresa del mundo, las cartas aún no estaban echadas. Pues la campaña presidencial dio un giro de 180 grados con la claudicación de Biden y la nominación de Kamala Harris, su Vicepresidente en ejercicio, que con el refuerzo de la nominación de un gran candidato a Vicepresidente y el apoyo unánime y activo de un partido fuerte y unido que está dejando todo en la batalla electoral, las certidumbres de ayer se tornaron en las preguntas del hoy. Y ello terminó de amalgamarse en la extraordinaria Convención Nacional Demócrata celebrada entre el lunes 19 de agosto y el jueves 22 de agosto pasado, en la ciudad de Chicago. 

En la misma se presentaron en el escenario decenas de líderes nacionales y de todos los estados, así como artistas, deportistas, policías, veteranos de guerra, víctimas de violencia de todo tipo, militantes de derechos humanos y hasta –simbólicamente- un republicano que votaría a Kamala Harris, como los hay incluso altos dirigentes demócratas que también han manifestado harán lo propio. 

La candidata que tomara la antorcha de manos de Bidenhace apenas un mes, aceptó enérgicamente la nominación junto con su compañero de fórmula, el gobernador de Minessota Tim Walz un verdadero acierto a la luz de su perfil magnético, querible y harto respetable. En términos estratégicos, la elección del gobernador de Walz, que fuedurante muchos años profesor de secundaria del medio oeste, orgulloso entrenador de fútbol americano, así comomilitar retirado y amante de la caza y la pesca, apunta a disputarle el electorado de hombres blancos, conservadores, poco educados y de ambientes rurales a Trump. 

El partido demócrata logró de este modo durante las cuatro jornadas una energía como hace muchos años no se veía. El entusiasmo entre los delegados y asistentes a la Convención era desbordante, y se notaba un ambiente optimista y descontracturado que parece ser la impronta de los nuevos tiempos demócratas, siendo la palabra “alegría” el correlato discursivo de ello, en tanto se escuchó en casi todos los discursos, en contraposición con lo que describieron como una visión oscura, violenta y divisiva de Trump. Que lo es. En tal sentido Kamala Harris afirmó: “Con estas elecciones, nuestra nación tiene una oportunidad preciosa y fugaz de dejar atrás la amargura, el cinismo y las batallas divisorias del pasado. Una oportunidad de trazar un nuevo camino hacia adelante”.

Barack Obama, sublime como de costumbre en las formas, pero con un giro ofensivo nuevo en su repertorio discursivo, mencionó la obsesión de Trump por los tamaños de las multitudes, pero -emulando al expresidente- lo hizo gesticulando en con las manos y mirando hacia abajo, en alusión a lo que todos entendimos como el tamaño de las partes íntimas. Fue All In y le salió muy bien. Pero probablemente sólo porque es él. 

La siempre cautivante e inacabablemente ovacionada Michelle Obama, en tanto, acusó a Trump de tener privilegios de clase acomodada y espetar constantemente “mentiras feas, misóginas y racistas como sustituto de ideas y soluciones reales que realmente mejorarán la vida de las personas”. Kamala Harris también profundizó en los ataques, acusándolo de humillarse ante dictadores, poner en peligro la democracia, traicionar los valores estadounidenses y lo sindicó como «un hombre poco serio». En contraposición a ello, Kamala y Walzbuscaron mostrarse como los candidatos que defienden los valores de las familias norteamericanas, de la vida en comunidad, de la fe pero sin fundamentalismos y, por sobre todo, de tratar a los demás con respeto, tolerancia y amabilidad. También, y en clave propositiva, mencionaron propuestas destinadas a los sectores medios y medio-bajos, en clave de proteger la Seguridad Social, reducir los costos de la atención médica, bajar los impuestos a los ingresos medios, lograr mayor accesibilidad a las viviendas y también defender los derechos reproductivos de las mujeres. 

Asimismo, el culto y la defensa de la libertad fue el mensaje que atravesó toda la Convención y, claramente, será la columna vertebral de la campaña demócrata hasta el 5 de noviembre. “En estas elecciones, están en juego muchas otras libertades fundamentales: la libertad de vivir a salvo de la violencia armada en nuestras escuelas, comunidades y lugares de culto; la libertad de amar a quien amas abiertamente y con orgullo; la libertad de respirar aire limpio, beber agua limpia y vivir libre de la contaminación que alimenta la crisis climática; y la libertad que abre el camino a todas las demás: la libertad de votar”, sentenció Harris en su alocución. El día anterior, y no casualmente, el candidato a Vicepresidente Tim Walz había nombrado la palabra libertad no menos de doce veces, también utilizándola para apuntar contra sus rivales: “Cuando los republicanos usan la palabra libertad, quieren decir que el gobierno debería tener la libertad de invadir el consultorio de su médico, las corporaciones libres de contaminar su aire y agua, y los bancos libres de aprovecharse de los clientes», empleando así un recurso retórico vaya si ingenioso disociando subrepticiamente la libertad corporativa de la civil, y colocando a los demócratas como los claros cancerberos de la segunda. Brillante.

Kamala Harris viene logrando un ascenso sostenido en las encuestas desde hace un mes de manera ininterrumpida, cuando Biden le pasó la posta. Obtuvo donaciones récord y en once días consiguió más fondos que el actual Presidente en toda su campaña. Pero ahora viene lo más difícil, que es mantener el impulso y el aire de recuperación. Porque si bien los demócratas ya sobrepasana Trump por apenas 1,5% a nivel nacional según los últimos sondeos, lo empatan o apenas superan en estados clave como Michigan, Wisconsin y Pennsylvania, colocándonos hoy aún ante un resultado abierto. Lo cierto, es que por más que algunos descrean o relativicen la influencia de los liderazgos personales en los procesos electorales y políticos, estos son simplemente desnivelantes. 

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