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Las tragedias universitarias

La baja tasa de terminación del bachillerato

Claudio Rama

Una de las realidades uruguayas que contribuye a algunas de las tragedias universitarias, lo constituye la baja tasa de terminación y el abandono de la educación media. Esta realidad del bajo egreso de la educación media que se produce en el contexto del fin de la educación obligatoria y el ingreso en los mercados de trabajo, pone a Uruguay entre los países con menores indicadores de la región y apenas mejor que Honduras o Haití. Es una situación que viene desde hace muchos años, y que ha sido objeto de diversas acciones en los últimos 20 años e incluso más, pero que sin embargo, aun cuando se han producido mejorías en el largo período de largo e incluso en algunas etapas, sin embargo no han logrado posicionarnos en relación a las expectativas, planes u otros indicadores asociados al nivel de desarrollo socioeconómico nacional.

La baja titulación ampliada por el retraso escolar, es un problema  social además, ya que los sectores que abandonan y no concluyen proceden dominantemente de los quintiles de ingresos más bajos, por lo que se limita drásticamente su posible movilidad social a través de los mecanismos del trabajo y salarios, dada la asociación entre educación e ingresos económicos. La no terminación de la educación para los sectores de bajos ingresos, los conduce inexorablemente a la reproducción de su condición social de exclusión y pobreza.

El abandono de la educación media, ha venido mejorando en los últimos años, pero éste avance es lento, está sesgado socioeconómicamente y es diferenciado. Esta diferenciación se produce entre el sector público y el privado, así como entre el interior y Montevideo, así como entre departamentos del interior.  El guarismo del egreso, tuvo un mejoramiento en el presente período de gobierno, por diversos motivos, tanto de política pública como de condiciones nacionales. La tasa de titulación que fue 50.4% en el 2019, saltó a 57 % en el 2020, para continuar ascendiendo a 58,7% en el 2021 y pasar al 61% en el año 2022. Ello se produjo por la pandemia que introdujo la educación de emergencia virtual, del incremento del desempleo que en general tiende a generar un aumento de la propensión a estudiar, como de la flexibilización de los mecanismos de pasaje de año que facilitó la promoción automática al bajar las asignatura no aprobadas de 4 a 3 y, las notas de 7 y 8 a 6. Igualmente se debe agregar como componente, la creación de los centros María Espínola, que aun cuando estaba recién en sus inicios ya contaba con 17 centros en funcionamiento, que es el proyecto central de las políticas públicas del Gobierno para encarar el tema de atención a los sectores de bajos ingresos y de áreas vulnerables. Localizados en contextos de vulnerabilidad y ofreciendo una jornada de 8 horas diarias, en ellos los estudiantes cursan asignaturas, participan de talleres, realizan deportes, reciben tutorías, horas de apoyo y alimentación, tanto de la UTU como de Secundaria que permiten niveles de aprendizaje superiores y resultados de titulación mayores. Estos nuevos Centros hoy alcanzan a 54 en todo el país y se proyecta alcanzar a 61 para el año escolar 2025.

Sin embargo recientemente, se ha prendido una luz de atención, ante la constatación que la tasa de titulación que venía ascendiendo, en el año 23 cayó a 56.4%. Sin duda hay un mejoramiento respecto a la prepandemia, pero inversamente con la vuelta a la presencialidad, el aumento del empleo, y el haber   retomado las exigencias de promoción de año previas a la pandemia, entra al análisis, la eficacia de incremento de la dotación de Centros María Espínola como única política.  En este contexto es pertinente plantear nuevas políticas diferenciadas y complementarias para encarar el tema. Una de ellas ha sido la iniciativa Parlamentaria que hemos impulsado junto al Diputado Felipe Schipani de proponer la creación de un  Bachillerato virtual. En este contexto, el Delgado del   Partido Nacional ha propuesto un incentivo económico para los jóvenes de hasta 20 años que están en los dos quintiles más bajos de ingresos que terminen el Bachillerato. Estos sectores tienen una tasa de egreso que alcanza apenas a 30%. La propuesta reconoce la importancia de los incentivos individuales asociados a resultados y focalizados en sectores específicos vulnerables.  Tiene de positivo de hecho que reconoce el mérito individual, de ser fácil de instrumentar y se ajusta a las recomendaciones técnicas de la necesidad de políticas sociales focalizadas. Reconoce la necesidad de complementar las políticas actuales ya que éstas pueden ser incluso muy lentas para alcanzar los resultados. Sin duda, el abandono es un problema individual en un contexto de causas sociales, pero se concuerda con la necesidad de impulsar políticas de incentivos. Tal vez con incentivos por aprobación de asignatura, articulada a grupos específicos como la población carcelaria y a becas de trabajo de medio tiempo ya que el problema más amplio es el alto desempleo juvenil, y con ello creando cultura laboral, experiencias, competencias y estudios a la vez

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