Política nacional

La “extrema derecha”

“Disculpe si no entiende lo que canto. Tal vez hablamos lenguas diferentes. Usted reniega siempre de estos pagos y yo quiero y admiro a nuestra gente”.

(Disculpe. Hernán Figueroa Reyes)

Me he permitido parafrasear un editorial del pasado 13 de junio del diario “El País” cuyo título es “La ultraderecha” y con un contenido que no tiene desperdicio. En el mismo se desnuda la falacia de querer descalificar con falsos rótulos a corrientes de ideas o partidos políticos que nada tienen de “ultras” o de “extremistas”.

Ya en la segunda mitad de los 60´s si usted no era comunista o socialista, era un “facho”. Si usted condenaba la ya desembozada dictadura cubana, era un “facho”. Si usted se oponía a la sedición armada que incrementaba su accionar contra un gobierno democrático, era un “facho”. Si usted reclamaba que en la Universidad de la República no se colocaran banderas de Vietnam del Norte y se mantuviera la laicidad en la enseñanza, era un “facho”. Si usted rechazaba la tiranía soviética y el muro de Berlín, que separaba el mundo libre de la tiranía, era un “facho”. Y así podríamos seguir.

En resumen, si usted no decía “Amén” a la colonización cultural de la izquierda marxista y a todos sus postulados, era un enemigo al que había que descalificar de inmediato, no respetar y mucho menos escuchar.

 “Usted siempre derrocha madrugadas hablando de los cielos de otras tierras. En cambio, yo comienzo mi jornada, contento de estar bajo estas estrellas”

Hoy ocurre algo similar. Si alguien se atreve a renegar de lo “políticamente correcto” que nos quiere imponer esa misma izquierda marxista, totalitaria, radical y fanática, entonces es de “extrema derecha”.

Han sido calificados así todos aquellos que están cansados de esa izquierda intolerante, populista, envidiosa, mezquina y destructiva.

Como bien se señala en el editorial que he referido, no se trata de corrientes opositoras a esa hegemonía cultural izquierdista que reivindiquen algún tipo de neonazismo o neofascismo. Tampoco que no sostengan los postulados democráticos, más bien todo lo contrario. Son partidos y corrientes de opinión que hoy crecen en Europa cansados de gobiernos fracasados que no sólo no han mejorado las condiciones de vida de sus países, sino que han dinamitado valores fundamentales en los que muchos queremos fundar el desarrollo de nuestras sociedades.

“Disculpe si no me entiende. Disculpe si no lo entiendo. Usted habla por boca de otra gente y yo soy solo el eco de mi pueblo”

Ese profundo cansancio social también llega a nuestras latitudes. Yo tengo la firme esperanza que el pueblo uruguayo esté cansado del enfrentamiento, esté cansado de las mentiras, este cansado de la corrupción. Y sobre todo que esté cansado de que se le invoque falsamente y no se respete su voluntad expresada soberanamente en plebiscitos o referenda a los que ha sido convocado para expresarse. Tanta hipocresía no debería prosperar.

Lamentablemente, tenemos un pésimo antecedente cuando una mayoría de electores optaron por llevar al sedicioso José Mujica a la Presidencia de la República. Las nefastas consecuencias de ese pronunciamiento las sufrimos todos en el peor gobierno de la historia del Uruguay. Quiero creer que esa experiencia ha servido de escarmiento y evitará un nuevo error del electorado.

“Disculpe si lo digo a mi manera. Usted siembra rencor y yo esperanza. Usted envidia de otro su bandera y yo adoro a mi celeste y blanca”

Por eso hay que ser muy cuidadoso cuando se habla, por ejemplo, de izquierda en al Partido Colorado. Cuidadoso en los términos, en la acepción de las palabras. Si se quiere reconocer como “de izquierda” el énfasis en la sensibilidad social, la preocupación por los sectores más desprotegidos, el no estar atados al “status quo” y buscar el progreso mediante un reformismo constante, la intervención del Estado para facilitar condiciones de igualdad de oportunidades en la partida (no en la llegada), podríamos convenir que todos estos aspectos fueron atendidos por el batllismo histórico y que, además, no fue ni el comunismo ni el socialismo los que los convirtieron en realidad, sino fundamentalmente gobiernos del partido colorado (y también gobiernos del Partido Nacional). Pero esos y otros aspectos pueden tener puntos en común con una izquierda moderada y liberal en lo político, que nada tiene que ver con la “izquierda” de un Fernando Pereira o un Marcelo Abdala. El comunismo y el socialismo marxista, además, han liquidado y erradicado del Frente Amplio a la izquierda moderada.

“Yo soy como el hornero y me retobo, mi patria es mi nido y lo defiendo. En cambio ustedes son como los tordos, que quieren empollar en nido ajeno.”

No es de “extrema derecha” exigir que se respete la voluntad popular expresada dos veces por el pueblo soberano.

No es de “extrema derecha” rechazar la ideología de género que pretende desconocer la biología, atacar a la familia, promover el enfrentamiento entre hombres y mujeres y deformar la mentalidad infantil.

No es de “extrema derecha” reclamar que, de una buena vez, se democratice el acceso a toda la información del pasado reciente, manipulada y encerrada bajo siete llaves por los gobiernos del Frente Amplio.

No es de “extrema derecha” solicitar una intervención más decidida del Estado en garantizar la seguridad de las personas ante el delito y develar todos los actos de corrupción, haciendo funcionar efectivamente los mecanismos de la Justicia.

No es de “extrema derecha” esperar que se regule una actividad sindical ya desembozadamente politizada y partidizada.

No es de “extrema derecha” indignarse con el incesante agrandamiento del Estado con reparticiones innecesarias o con competencias duplicadas, amén del deficiente nivel de los servicios que se prestan al contribuyente, en múltiples aspectos.

Podríamos seguir con otras muchas expectativas que el ciudadano común, responsable, sufriente y no ideologizado aún siente como insatisfechas.

Pero aún con críticas o insatisfacciones, también ese ciudadano común sabe que la opción será entre una “extrema izquierda” que domina al Frente Amplio, que no respeta la voluntad popular, que no cree verdaderamente en la Democracia y defiende cínicamente a dictaduras como la cubana o venezolana, que utiliza al Estado como coto de caza para privilegiar a sus seguidores, que insistirá en violar la Constitución como la ha hecho en sus gestiones pasadas, que continuará con su obsesión de utilizar la Educación para adoctrinar, que seguirá atacando y vulnerando la propiedad privada y que ahora, además, está comprometida en apropiarse de los ahorros de los trabajadores acumulados en la previsión social,

Una vez más, sin perjuicio de los temas que preocupan diariamente a los electores, no debe olvidarse que se trata de optar entre la libertad y el despotismo. Por esa razón y aunque no sea obligatorio, pronunciarse votando, es imprescindible.

“Disculpe si no me entiende. Disculpe si no lo entiendo. Usted habla por boca de otra gente y yo soy solo el eco de mi pueblo”

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