Historia

La fortaleza de la política en un Estado democrático y republicano

PARTE II

Miguel Lagrotta

«Orden y decadencia de la Política» se centra en el análisis de las causas de la decadencia política en las sociedades contemporáneas, examinando las instituciones políticas, la corrupción y la falta de responsabilidad, entre otros factores. Fukuyama aborda temas como la desigualdad, la erosión de la confianza en el sistema político y los desafíos de la globalización y la tecnología en la política moderna.

Por otro lado, «Banqueros: el despegue de Wall Street y el hundimiento financiero» de F. Johnson, citado por Fukuyama, se enfoca en el auge y colapso del sistema financiero de Wall Street, centrándose en la crisis financiera de 2008 y los actores clave involucrados en el sector bancario. Ambos trabajos desde puntos de análisis muy diferentes coinciden en los factores que crean descreimiento en la política. Si recordamos la postura del Dr. Jorge Batlle y su equipo durante la crisis del año 2002 reconoceremos en esa línea la consolidación de una visión profunda, republicana y liberal que consolidó nuestro sistema político, con el costo hasta la actualidad de pérdida de peso electoral del Partido Colorado.

En «Orden y decadencia de la Política», Fukuyama se centra en la decadencia política contemporánea y examina las causas de esta decadencia en las instituciones políticas y la gobernanza. Analiza la corrupción, la falta de responsabilidad y otros factores que socavan el funcionamiento eficaz de las instituciones políticas en la actualidad.

Por otro lado, en «Orden político en sociedades en cambio», Huntington explora el desarrollo y la transformación de los sistemas políticos en diferentes sociedades a medida que experimentan cambios sociales, económicos y culturales. Huntington propone una tipología de los diferentes tipos de sistemas políticos y analiza cómo los cambios sociales y políticos pueden afectar el orden político en estas sociedades.

Aunque ambos libros tratan sobre el orden político y la dinámica del cambio, sus enfoques y argumentos son distintos. Cada autor presenta su propio marco teórico y evidencia empírica para respaldar sus argumentos.

El análisis de Francis Fukuyama sobre el surgimiento del Estado como una transición importante desde las sociedades tribales a la responsabilidad democrática no se basa en una linealidad estricta, sino más bien en una perspectiva evolutiva. Fukuyama sostiene que, a lo largo de la historia humana, las sociedades han experimentado una evolución política, pasando de estructuras tribales y clanes familiares hacia formas más complejas de organización política, como los Estados.

Según Fukuyama, el Estado moderno surge como una respuesta a la necesidad de establecer un orden social y político más complejo, capaz de manejar desafíos como la seguridad, la justicia y la provisión de bienes públicos. Esta transición no es lineal ni automática, sino que implica una serie de cambios y desafíos a lo largo del tiempo.

Fukuyama también argumenta que el surgimiento del Estado no garantiza automáticamente la responsabilidad democrática. Reconoce que los Estados pueden adoptar diferentes formas de gobierno, como monarquías, dictaduras o democracias, y que el proceso de consolidación democrática puede ser largo y difícil.

Es importante tener en cuenta que el análisis de Fukuyama sobre la evolución del Estado y la responsabilidad democrática se basa en una perspectiva histórica y sociopolítica. Reconoce que existen múltiples factores y contingencias que influyen en el desarrollo político, y que no hay una trayectoria única o lineal para todas las sociedades.

La evolución del Estado está estrechamente vinculada con el orden y la decadencia del sistema político. En su libro «Orden y decadencia de la Política», Fukuyama argumenta que el surgimiento y desarrollo de instituciones políticas fuertes y efectivas, como el Estado moderno, son fundamentales para mantener el orden y la estabilidad en una sociedad.

Fukuyama sostiene que un Estado funcional y sólido es capaz de garantizar la seguridad, la justicia y el bienestar público, y proporciona el marco necesario para la prosperidad y el desarrollo. Las instituciones estatales, como el sistema judicial, la burocracia y las fuerzas de seguridad, son esenciales para mantener la cohesión social y el funcionamiento adecuado del sistema político.

Sin embargo, Fukuyama también advierte sobre la posible decadencia política que puede afectar a los Estados modernos. Señala que la corrupción, el clientelismo, la falta de responsabilidad y la captura del Estado por parte de intereses particulares son factores que socavan la eficacia y la legitimidad de las instituciones políticas.

Cuando las instituciones políticas se debilitan o se pervierten, el orden político se ve amenazado. Esto puede conducir a la desigualdad, el descontento social y la erosión de la confianza en el sistema político. La falta de instituciones políticas sólidas también puede dificultar la resolución de problemas y la toma de decisiones efectivas, lo que agrava la decadencia política.

En términos generales, se puede afirmar que un país con un Estado democrático y republicano fuerte tiende a tener una política más ordenada y en constante evolución. Un Estado democrático y republicano implica la existencia de instituciones políticas sólidas, separación de poderes, rendición de cuentas y respeto por el Estado de derecho.

En este contexto, las instituciones democráticas, como elecciones libres y justas, un sistema judicial independiente y una prensa libre, proporcionan los mecanismos necesarios para la participación ciudadana, la toma de decisiones transparente y el control del poder. Estas instituciones políticas fuertes ayudan a mantener el orden político y a garantizar la protección de los derechos y libertades de los ciudadanos.

Además, un Estado democrático y republicano también tiende a estar abierto a la evolución política. La democracia implica un proceso de deliberación y debate público, donde diferentes perspectivas e intereses pueden ser considerados. Esto permite la adaptación y el cambio político de acuerdo con las necesidades y demandas de la sociedad en constante evolución.

Aunque las normas culturales y sociales pueden ser relativamente estables, no significa que sean completamente inmutables. Las sociedades y las culturas están sujetas a cambios a lo largo del tiempo debido a una variedad de factores, como el contacto con otras culturas, el progreso tecnológico, el cambio generacional y los movimientos sociales.

Fukuyama también reconoce la interacción compleja entre las instituciones políticas y las normas culturales y sociales. Las instituciones políticas pueden influir en las normas culturales y sociales a través de la promulgación de leyes y políticas que buscan fomentar ciertos valores o comportamientos. Por otro lado, las normas culturales y sociales pueden afectar la forma en que se desarrollan y funcionan las instituciones políticas.

Ver: Fukuyama,F. Orden y decadencia de la política. Deusto, Barcelona. 2014. Rilla, J. La actualidad del pasado. Debate, Montevideo

Compartir

Deja una respuesta