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LA LEY Y EL ORDEN

ni permisivos ni represores

Zósimo Nogueira

Que esté preso el culpable con causa probada, no acordada; que se cumpla el mandato constitucional de presunción de inocencia y en especial aquello de todos iguales ante la ley.

Un sistema judicial empoderado, una fiscalía capacitada y con real conocimiento de la norma penal, y una policía honesta, solidaria, serena, respetuosa y con capacidad de observación y capacidad de desentrañar las madejas más enredadas de la actividad criminal.

Sin fiscales ni jueces predeterminados para tal o cual causa, que se reafirme la imparcialidad.

Peritos oficiales que no se excedan en sus dictámenes, presumiendo intenciones en base a subjetivismos e invadiendo otras áreas del conocimiento. 

En las causas criminales el único que puede y debe revolver todo el bolillero para armar el puzle, es el Juez.  

Volvemos a la justicia por mano propia, recordemos los patrullajes y arresto ciudadanos en diferentes zonas, tuvimos el ejemplo organizado de las ciudades de Suarez y Toledo.

Lo hacían a todos vista, lo sabía la autoridad policial y la comunidad toda, incluso salieron a la prensa reivindicando su accionar.

Luego mayor violencia; saliéndose del sistema y emulando conductas de grandes urbes como San Pablo apaleando a indigentes, amenazándolos, y obligándolos a abandonar los espacios ocupados: Hasta les quitaban y quemaban sus pertenencias y los “requeches” que acumulaban.  

Ciudad vieja, Aduana, Centro. Consecuencia, graves lesiones por golpes y quemaduras.

Más cerca en el tiempo se movilizaron los comerciantes del centro, asediados por la ocupación de espacios públicos y recintos privados. Indigentes, malvivientes, consumidores de droga se estacionan y acosan a los transeúntes mendigando y exigiendo dadivas.

Convierten a las inmediaciones de estos lugares en tugurios de promiscuidad donde defecan, orinan y en algunos casos practican sexo.

Casos de ultraje público al pudor, atentado violento al pudor, e incluso violaciones.  

No todos los indigentes actúan así, no es la generalidad, pero esto ocurre.      

Existen diferentes concepciones sobre la criminalidad y capacidad de recuperación de las personas, así lo consideran juristas, sociólogos y otros profesionales pero en medicina y en especial en siquiatría se dice que hay personas antisociales con grave trastorno de la personalidad o narcisistas malignos que son irrecuperables.

En otros ámbitos se habla del ser amoral, que no tiene condicionamientos ni normas morales.

Eso ocurre en todos los ámbitos y esferas sociales.

Esa pérdida de espacios públicos continúa más vigente que nunca y se ha incrementado por dos situaciones concretas.

El consumo de drogas, el traslado del vendedor a la zona de consumo. Instalándose bocas de venta en la zona céntrica y de mayor densidad de población.

Persiguen al consumidor acercándole sus nefastos productos. Siguen sus desplazamientos.  

El vendedor se instala, arma su estrategia de venta local y su red ocasional de distribución en los momentos de mayor demanda y movilidad de ese público consumidor o en ciernes de consumir.

En derredor de esos centros de venta deambulan los consumidores, lo que adquiere mayor visibilidad al anochecer cuando cesan las actividades comerciales y laborales.

A eso debe sumarse la contraparte. Los hogares de acogida y refugio del MIDES, Desde antes de la hora de ingreso la zona es colonizada por ese público que se instala en las inmediaciones, sentados, acostados, solos, en barras y muchas veces se dan disputas por temas de convivencia.

El vecindario lo sufre, hay miedo en mujeres, ancianos, niños y crece la violencia e ira en los más fuertes. 

La comunidad espera por la autoridad, cuando hay desavenencias, enfrentamientos y gresca entre estos grupos viene la policía, pasa registros, los corre, hace detenciones, pero al poco tiempo todo sigue igual, para el sistema no hay mérito para otras medidas.

Si se cierra una boca se logra paz, pero prestamente buscan remplazos y nuevas localías. 

Esperemos que los planes de asistencia a la salud mental programados y/o la internación compulsiva tengan éxito y se logre recuperar u orientar a todo ese público con problemas de adicción.

En ese contexto se da la reedición de conflictos ahora en Malvín en las inmediaciones de la Iglesia Santa Bernardita de Avda. Italia y Caldas.

Los canteros y aledaños de Avda. Italia hacia el Sur, hasta Comercio; desde hace tiempo son zona problemática por esa mendicidad insistente, pegajosa y a veces violenta.

Parte de ese público concurre a la Iglesia por alimentos, para higienizarse y departir con los religiosos. 

Uno apareció con signos de golpiza y otro comentó haber estado hospitalizado luego de ser agredido por personas que aparecen sorpresivamente a pie o en vehículos con objetos contundentes.

Los agreden y amenazan con palabras soeces referidas a que odian a los consumidores de drogas, específicamente de pasta base.

Estos indigentes se refieren a sus agresores como los “Antipasta”, el sacerdote hizo la denuncia en Seccional 11 pues los “pasta baseros”, o “pastosos” como se los conocen temen a sus agresores y también a la policía que según ellos los destratan y maltratan.

Aquí vemos otra muestra de ambivalencia de la actividad Ministerial, que prometió cambios, disciplina, empoderamiento policial, respeto a las jerarquías y continua con la política implementada por la Administración frenteamplista enviando a civiles para responder a temas de inseguridad.

Cuando aún están las imágenes del ex Director de Convivencia, Santiago González, con sus whatsapp  eróticos y obscenos, a sus pretendidas conquistas, cuando en su remplazo se designó a un analista de Marketing (Matías Terra), cobra protagonismo otro asesor del Ministro Heber, el Licenciado en Comunicación Andrés Capretti Casal, procedente de su círculo más íntimo de sus tiempos en el Ministerio de Transporte.

Ahí lo vemos a Capretti, entrevistando, indagando y dirigiendo actividades policiales sin poseer Estado policial; nuevamente se ignora y desvaloriza la profesión del policía, lo que dio lugar a un pedido de informes por parte de legisladores del Frente Amplio.

Rápidamente se involucró a las jerarquías policiales para soslayar molestias. Politización exagerada e indebida. 

Ya no basta con méritos para la cúpula Ministerial en caso de una buena gestión; se promueve a personas sin conocimiento de la actividad policial, improvisando en detrimento del bagaje cultural y profesional de las jerarquías policiales.

Seguimos en la misma, a veces con ambigüedades y otras tremendos contra sentidos.            

Tanto se luchó y argumento a favor de la Luc para ahora no apelar a todas las prerrogativas que esta ley habilita. 

Las cárceles siguen el debe: el hacinamiento continua, los juicios y formalizaciones sumamente cuestionados también, y la gente ingresa presa sin una semi plena prueba, al tiempo que en la rendición de cuentas se promueve el agravamiento de las penas, nuevas sanciones, y más invasión a los derechos de privacidad de las personas.

Esos planes sociales que no corresponden al Ministerio del Interior deben ser rápidamente desechados y utilizar la sapiencia de expertos en materia de seguridad, los policías profesionales, los oficiales, para procurar una solución a la criminalidad y evitar que grupos de energúmenos cegados por la pasión y la ira continúen con la búsqueda de justicia por mano propia.

Y dicen en conferencia de prensa de la poca utilidad de las patrullas.

Si existiera una patrulla permanente y eficiente esto no ocurre.

Ahora corresponde, identificar, detener y enjuiciar a estos individuos responsables de agresión, combatir al consumo y venta de drogas por los medios legítimos y liberar a los espacios públicos.

Hay que asumir responsabilidades. El tiempo se va. Menos parlanchín y más ejecución     

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