La pesca, los barcos y los permisos
Las dudas razonables
¿Cuánto es lo que se puede pescar por temporada o por determinado período. Dentro de una cantidad de terminología técnica que existe, esa es la más importante: ¿cuánto puede pescar? Ahí hay una vieja pugna entre Argentina y Uruguay. Sobre estos tópicos giro la intervención de la delegación uruguaya en la Comisión Especial Río de la Plata, Frente Marítimo y Antártida, que el 7 de julio concurrió al Parlamento para analizar su institucionalidad y el perfil de funcionamiento de un ámbito del Estado que mueve millones de dólares.
La siguiente es la exposición parcial de la delegación uruguaya en la Comisión Técnica Mixta del Frente Marítimo, C/N (R) Zapicán Bonino, Presidente; doctor Ernesto Dehl, Delegado y doctor Jesús Castro, asesor jurídico.
SEÑOR CASTRO (Jesús).- Les voy a hacer un resumen de lo que ellos han manifestado. La delegación uruguaya de la Comisión Técnica Mixta del Frente Marítimo se rige por una serie de normas legales tanto a nivel nacional como de derecho internacional. Quizás, la norma más importante del derecho internacional sea la tercera Conferencia de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, Convemar. Si bien se trata de un organismo binacional, la delegación uruguaya responde a la normativa de nuestro país, a la Ley N° 19.175. Reparo en esa ley, que es la ley de pesca. El señor presidente y el señor delegado hablaban de fuentes de información. La información es poder en este ámbito. No solo es poder; es soberanía alimentaria. La ley de pesca define los conceptos como soberanía alimentaria. Un país que no puede analizar directamente su riqueza ictícola, no puede ejercer fehacientemente su soberanía alimentaria; tiene un déficit importantísimo. Las fuentes de información con que cuentan los señores delegados para confrontar a su contraparte -la delegación argentina- es la fuente de información. La información técnica proviene de los técnicos que van al muelle y recogen la muestra de lo que se pesca, de la información histórica que se obtiene de los partes de pesca y de la información in situ, en el área específica: el mar. La Dinara tenía históricamente el buque de pesca Aldebarán. Directores de Administraciones anteriores manifestaban en medios de prensa que invertir en el Aldebarán era más costoso que comprar un buque nuevo. Ese buque no es una cuestión de capricho, sino que hace a la soberanía, y quien manifieste defender la soberanía debe estar acorde con la idea de tener un buque nuevo. El señor presidente defendió ese buque en muchos foros. No solo puede ser empleado por la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos, sino también por las diferentes universidades científicas, por montones de instituciones nacionales que pueden poner gente a bordo; inclusive, puede ser tripulado por la Armada Nacional a efectos de una seguridad funcional más propicia, cumpliendo con un doble rol de patrullaje naval. Actualmente, el patrullaje naval lo ejercen más los propios pesqueros por interés propio que los buques de la Armada, por cuestiones más que sabidas. La Dinara es una Dirección dentro de las seis o siete direcciones que tiene el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Es una unidad ejecutora subordinada, al decir del señor ministro. Pasó por una larga historia -ustedes podrán informarse-: SOIP, ILPE, se puso ropas jurídicas de todos los colores y siempre terminó en su muerte o en su necesidad de cambiar Hoy, el ropaje jurídico puede ser muy diferente. Los delegados consideraron -luego de analizarlo y de hablar con los funcionarios técnicos de la Dinara- que depositar la confianza en un solo director técnico, de carrera, con su vocación hacia un determinado departamento dentro de la Dinara, no era la figura más apropiada. Pensaban que solo tenía la visión del departamento de Biología, del departamento de Oceanografía y no la visión global que requiere la Dinara. Uniendo las formas de razonar de la delegación uruguaya, de los funcionarios y de las cámaras empresariales -son dos- que manejan la riqueza ictícola, se llegó a la conclusión de que sería más conveniente una figura Dinara más ejecutiva, no tan dependiente de un ministerio y con una cabeza multifacética. Es decir, que se contara con personas que dieran un aporte de conocimiento de cancha -empresa, sindicato, las cátedras y el poder político- a efectos de poder dar la verdadera relevancia a la riqueza ictícola. La riqueza ictícola la compartimos con Argentina, que tiene una costa impresionante, desde Mar del Plata hasta nuestra zona común de pesca. Desde larga data se dice que ese país utiliza la zona común de pesca como un gran reservorio. Digamos: «Acá los engordan y abajo los matan». Por eso, Argentina se preocupa tanto de la protección, del cuidado exacerbado de las especies, porque no hay un alambrado que les prohíba irse. A nivel internacional, la Comisión Técnica Mixta responde en el ámbito diplomático a la FAO, Organización de las Naciones Unidas. Esta área es una de las más ricas, y Uruguay no se da cuenta. Es como si no tomara conciencia de que es una de las riquezas más grandes en el mundo. Nuestros empresarios sobreviven gracias al buen trabajo que hacen los delegados frente a la poderosa Argentina -ese es el adjetivo más apropiado: poderosa- y tienen que lograr tres cosas. Por un lado, que la riqueza se perpetúe; no depredarla. Hay un concepto jurídico en el Tratado que señala que cada parte pescará acorde a sus aportes. El concepto aporte nunca fue definido, pero se ha llegado a resultados muy buenos, en los que se distribuye cincuenta y cincuenta el poder de pesca sobre determinada especie. Otra cuestión que debe procurar la Comisión Técnica Mixta es mantener la panza de los barcos de las empresas uruguayas llena para que los empresarios hagan sus aportes y mantengan las fuentes de trabajo. No es solo la pesca artesanal la que da fuentes de trabajo. Hay un número enorme de familias que viven gracias a la riqueza ictícola. Uruguay pesca -como decía el señor Dehl- merluza. En el último mes, la flota argentina subió del sur y pescó una enorme cantidad de merluza que Uruguay dejó en el agua. Además, pescamos corvina, pescadilla y, accidentalmente, otras especies como calamares, tiburones, rayas, etcétera, pero son pescas subsidiarias, de segundo orden. Uno pregunta a los empresarios por qué no salen. Nos dicen que sus flotas están viejas, les permiten sobrevivir a sus empresas y no tienen un incentivo por parte del Estado para aventurarse. Eso es debido a la burocracia de los permisos de pesca. SEÑOR BONINO (Zapicán).- Voy a complementar lo que señala el doctor. Actualmente, a mi entender, están cómodos, en un lugar de confort. Pescan pescadilla, se dedican a ella y listo. Tienen sus buques adaptados para pescar esa especie y, a su vez, tienen dónde colocarla: en el exterior y en la capital. No les interesa extenderse a otras especies porque no tienen mercado o es un poco incierto. Están cómodos con lo que tienen y no se extienden a otras especies. Tampoco vienen del extranjero nuevas inversiones y nuevos buques pesqueros. Sabido es que el comprador de Fripur tenía sus buques en Sudáfrica, esperando que mejoraran las condiciones laborales y económicas para venir a Uruguay y tratar de pescar otro tipo de especies. SEÑOR SEÑOR CASTRO (Jesús).- ¿Cuánto es lo que se puede pescar por temporada o por determinado período? La base de la Comisión Técnica Mixta -reparen en el nombreno es política; es técnica. Son los técnicos quienes determinan -luego de trabajos regulares por períodos; pueden ser mensuales, más o menos- la captura total permisible. Dentro de una cantidad de terminología técnica, esa es la más importante: cuánto puede pescar. Ahí hay una vieja pugna entre Argentina y Uruguay. Nuestro país ha salido victorioso a lo largo de los años en muchas de esas especies que implican millones de dólares; determinar en paridad de condiciones que Uruguay y Argentina pesquen la misma cantidad. Eso es en la teoría; después está el lápiz y la goma que va ajustando los números acorde a lo que se tiene que manifestar. Es una política transparente, porque las delegaciones tienen que decir cuánto se pesca. La tan afamada transparencia requerida en los últimos años, en la Comisión Técnica Mixta se cumple perfectamente porque ambas partes tienen que decir cuántos barcos tienen, aunque no es una cuestión solo de barcos, sino también de cuánto mide su bodega, de la capacidad de pesca y cómo se modifica eso. El gran temor que tiene Uruguay es que Argentina suba de Mar del Plata. Si Argentina sube de Mar del Plata todo su potencial pesquero, a Uruguay le quedará una merluza. Por razones económicas, de conveniencia de mercado, Argentina no lo hace, pero nada le prohíbe que lo haga. Esa zona común de pesca es una administración conjunta que se basa sobre la captura total permisible de un gran número de especies que están reguladas. No están todas reguladas, pero sí las principales. Esto me permite llegar a un segundo plano. Recuerden lo que los delegados decían: la importancia de la información que hoy Uruguay escucha, fundamentalmente, de sus vecinos, porque son los que tienen la capacidad de hacer las llamadas «campañas de investigación». Parece que Uruguay estuviera durmiendo la siesta de los reyes -lo ve pasar, pero no tiene con quién ir- para realmente saber si lo que dicen los técnicos argentinos es tan real. Se entiende -no fundamentándonos en la teoría conspirativa- que es verdad, pero estamos lejos de ejercer nuestra soberanía alimentaria que nos mandata la ley. Para que los señores diputados vean la seriedad de los trabajos, ahí se determinan las áreas que son prohibitivas de pesca, de pesca de arrastre o lo que fuera, que son las llamadas «áreas de veda», que van variando con las temporadas del año, cuando se prohíbe pescar y que forman parte de algo que ahora les voy a decir. Hoy, a nivel internacional se nos está requiriendo cumplir con determinados parámetros de medio ambiente y existe -nos hermana aún más con Argentina- el Convenio sobre la Diversidad Biológica y sus protocolos. Argentina tiene un estudio de prospección petrolera y algunos de sus campos están dentro de la zona común de pesca. En principio, no va a suceder ningún accidente, pero si ocurriera, nuestras costas de Punta del Este podrían quedar comprometidas. Ahora Uruguay comenzó también a hacer los estudios que, por ahora, no serían de perforación, sino de análisis de datos. Esa actividad se debe conjugar con otras que la Comisión Técnica Mixta del Frente Marítimo tiene que compaginar: tendido de cables -que al decir de Ancap han sido tendidos sin una debida planificación-, rutas de navegación, zonas de alijo, estudio de prospección petrolera y pesca. Son cinco actores que tienen que componer. Si el petróleo prohíbe o afecta la pesca -Ancap dice que va a afectar más o menos a ciertas especies-, hoy no se sabe. ¿Por qué no se sabe? Porque dicen que la Dinara no tiene toda la capacidad de información que debería tener y eso es un problema de la estructura, de los recursos humanos de la Dinara que está desmembrada. Hoy, Dinara requiere a gritos más funcionarios y también que estén preparados. Preparar a un funcionario en Dinara lleva años y dinero. Si Uruguay quiere seguir sin cumplir con su soberanía alimentaria, no tendrá barcos científicos; si Uruguay quiere seguir sin soberanía alimentaria, no tendrá científicos en Dinara y Argentina estará encantada de la vida. Vuelvo al medioambiente, que era algo que los delegados manifestaban en forma clara. Va a llegar un día -no muy lejano- en el que si queremos vender un pescado, deberá tener un sellito que diga: «Cumplieron con las normas del medioambiente». Hoy, Uruguay está lejos de cumplir con las exigencias del Convenio sobre la Diversidad Biológica y sus dos protocolos: el de Nagoya y el de Cartagena. Lejos. De ahí que ahora el ministro de Ambiente esté muy interesado en determinar lo que se llaman «áreas protegidas» que, realmente, no son áreas protegidas, sino áreas administradas. Se dice que las áreas de veda que la Comisión viene instrumentando desde larga data pueden ser la antesala de esas áreas administradas, El concepto de área protegida, de que en esta superficie nada se puede hacer, ya no existe más, pero sí se pueden hacer determinadas actividades en forma regulada. Si Uruguay no logra poner un cartelito que diga: «De tal punto a tal punto, área administrada», en conjunción con Argentina, va a llegar un día en que nuestros empresarios no van a vender una mojarrita a nadie, porque le van a requerir eso. Eso está en nuestro cuerpo normativo, porque el Convenio sobre la Diversidad Biológica es ley en Uruguay y los dos protocolos son leyes en este país. Las metas GIWA -es una sigla en inglés- no han sido cumplidas, porque se requiere un determinado porcentaje de áreas en el mar. A requerimiento del Ministerio de Relaciones Exteriores, en este momento se está realizando la negociación para determinar esas áreas protegidas o áreas administradas, que se llaman OROP. Argentina lo ve bien, porque eso le permitiría, incluso, sentarse en una mesa de negociación con el gobierno inglés, lo que hoy requiere, específicamente, también el cumplimiento de esas normas.