Los debates olvidados:
los colorados y el dilema de coaligarse
César García Acosta
En setiembre de 1958, hace 67 años, el Partido Colorado pasaba por un tiempo de cambios. Las diferencias en su interna eran notorias, como las de ahora. El dilema, porque de algún modo hay que distinguir texto de contexto, revelaba la enemistad entre algunos de sus dirigentes, y una absoluta carencia de diálogo para encarar la reconstrucción partidaria.
La realidad es que los colorados en 1958 por la decisión ciudadana, igual que ahora, dejaron sus lugares en el gobierno hasta quedar relegados al rol de oposición. Aún bajo la influencia del pacto Blanco/ Ruralista, no se avizoraban tiempos mejores, y todo se encaminaba hacia la conformación de una especie de coalición que, sin priorizar un programa de gobierno previamente acordado, ubicaban al país en un esquema bipolar tanto electoral como ideológico.
Fue así que de acuerdo con la Constitución se eligieron los miembros del Consejo Nacional de Gobierno con un ejecutivo colegiado de 9 integrantes. Después de 9 décadas de gobiernos colorados, tuvo lugar un histórico triunfo del Partido Nacional. El mismo obtuvo 6 bancas en el Consejo Nacional de Gobierno; las otras 3 fueron para el Partido Colorado.
A nivel de la prensa, el diario ACCIÓN, bajo el título “Unidad Partidaria – Acuerdos Nacionales – Acuerdos Departamentales”, en setiembre de 1958, decía: “… En estos momentos preelectorales, muchos batllistas de la campaña vienen realizando conversaciones para hacer posible la unidad colorada y batllista, lo que entendemos conveniente y necesario; pero no se puede hablar de unidad local si no se puntualiza, también, su concordancia con la unidad nacional, porque el todo representa una unidad indestructible.”
Podría extrapolarse esta frase y hoy aplicaría a rajatabla.
Siguiendo con su crónica decía ACCIÓN: “No es posible que la inmensa fuerza del batllismo, que somos nos- otros, nos estemos moviendo para hacer soluciones electorales departa- mentales, dejando libertad a los sectores para que en lo nacional no luchen por esta misma unidad, ya sea para el Consejo Nacional o para el Senado, a donde debemos llevar una gran representación que asegure que el Senado no seguirá siendo un dique de contención para las iniciativas que el país está reclamando. Aplaudimos la unidad colorada que se viene haciendo desde los departamentos, pero siempre que ella lleve, también, la exigencia de la misma unidad en lo nacional, porque si no, sería mirar con distinto criterio el problema local y el problema general, cosa que es difícil de explicar y comprender.”
Las lecciones aprendidas son parte de la experiencia, como así también lo son la debida reflexión de que entendemos por nuevos tiempos, aunque sobre la base de problemas viejos, nunca resueltos por no haber sido abordados desde la inevitable óptica de la autocrítica.
Mientras no miremos hacia nuestro interior, y la historia no sea tenida en cuenta como lo que debe ser, como un instrumento para el futuro, el resultado de las cosas no variará como objetivo prioritario que permita reconstruir nuestra matriz histórica.