Luis Batlle, el neobatllismo,
Keynes y el País de las Vacas Gordas
Miguel Lagrotta
En 1956 nuestro país tenía el ingreso per cápita de América Latina, u$s 937. Estábamos atravesando nuestra Edad de Oro que nos ubicaría dentro del imaginario social como la Suiza de América y definitivamente como sostuvo el economista británico Peter Finch: el país de las vacas gordas. La política del batllismo fue entre 1947 y1958 fue desarrollar un país con un Estado Industrialista, pro agrícola y redistributivo. Se creó un rol empresarial público que tenía como objetivo ser controlador tanto de los tipos de cambio, comercio exterior y crédito. Todo en función de desarrollar una política social de avanzada que continuamos disfrutando en la actualidad brindando beneficios laborales, asignaciones familiares licencias y subsidios varios.
El sistema de cambios múltiples fue una política económica clave durante el período del mal denominado neobatllismo en Uruguay, que se extendió desde fines de la década de 1940 hasta fines de 1950. Este sistema se implementó como parte del modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), con el objetivo de proteger y promover la industria local emergente. Bajo el sistema de cambios múltiples, se establecieron diferentes tipos de cambio para distintas categorías de transacciones internacionales. Esto permitía al gobierno uruguayo controlar y dirigir el flujo de divisas, favoreciendo las importaciones de bienes necesarios para la industrialización y desincentivando aquellas que competían con la producción nacional.
El sistema también buscaba estimular las exportaciones al asignar un tipo de cambio más favorable a los productos con mayor valor agregado. De esta manera, se incentivaba la diversificación de la economía y se reducía la dependencia de las exportaciones tradicionales de materias primas. El neobatllismo, caracterizado por una fuerte intervención estatal en la economía, utilizó este sistema de cambios múltiples como una herramienta para alcanzar sus objetivos de desarrollo industrial y económico. Sin embargo, hacia finales de la década de 1950, el sistema comenzó a mostrar limitaciones, como una excesiva dependencia de las condiciones internacionales y dificultades para controlar la inflación en el país. El sistema de cambios múltiples en Uruguay, implementado durante el neobatllismo, tuvo un impacto significativo en la industria local. Este sistema permitió al gobierno controlar el flujo de divisas y proteger la industria nacional emergente al establecer diferentes tipos de cambio para distintas categorías de transacciones internacionales.
Los efectos del sistema de cambios múltiples en la industria incluyeron:
Protección de la Industria Local: Al reorientar las importaciones y promover las exportaciones con mayor valor agregado, el sistema protegió a la industria local de la competencia extranjera y fomentó la producción nacional.
Promoción de Exportaciones: Se incentivó la diversificación económica y la exportación de productos con mayor valor agregado, lo que ayudó a las industrias locales a expandirse y a acceder a nuevos mercados.
Ingresos para el Estado: El sistema generó ingresos para el gobierno, que se utilizaron para subvencionar consumos populares y distribuir el ingreso de manera más equitativa.
En la década de los cincuenta el FMI analizaba el problema de la estabilidad monetaria como un elemento de una problemática más amplia y que aparecía como el objetivo más importante que la institución contribuía a alcanzar: el desarrollo económico. Este era entendido «como el esfuerzo tendiente a incrementar la capacidad de ahorro». Este proceso permitiría superar el problema fundamental que según la institución afectaba a los países subdesarrollados: «la escasez de capital en relación con la población y los recursos disponibles» No era sin embargo tarea del FMI colaborar directamente con la ampliación del capital de esos países, lo cual en cambio era la tarea principal del Banco Mundial. Era claro que la inflación era «uno de los más serios obstáculos para la promoción y mejor utilización de los ahorros internos», por lo que todo lo que se hiciera para eliminarla constituía para los expertos de la institución una contribución decisiva al desarrollo. El problema de la inflación no era nuevo en América Latina. A partir de la crisis mundial de 1929, frente al dilema de contraer el gasto ante la reducción del valor y volumen de las exportaciones por un lado y la posibilidad de aceptar fuertes devaluaciones y un financiamiento inflacionario de la actividad económica por el otro, la mayor parte de los países optaron por esta última alternativa (CEPAL, 1969, pp. 219 ss.). Las presiones inflacionarias, que hacia 1939 se habían logrado reducir se disparó durante la segunda guerra mundial, al provocar una significativa alza en las exportaciones con una reducción simultánea de las importaciones, debido a que los países desarrollados concentraron la mayor parte de sus recursos en el esfuerzo bélico, suspendiendo sus exportaciones hacia la periferia. Al término de la guerra, la convergencia de una cierta compresión del keynesianismo y de los gobiernos populistas dio nuevo impulso a las presiones inflacionarias en América Latina. A fines de la década de los cuarenta la discusión sobre la inflación estaba influida por la experiencia inflacionaria durante la guerra y por las presiones creadas al fin del conflicto. Ambas situaciones compartían la característica de constituir momentos de excepción. Adicionalmente, la brecha inflacionaria, era entendida como «un exceso de gastos anticipados sobre una producción total disponible a precios base” El modelo keynesiano, basado en las ideas del economista John Maynard Keynes, promovía la intervención del Estado en la economía para regular la demanda agregada y así evitar grandes fluctuaciones económicas. En América Latina, las políticas keynesianas se aplicaron con el objetivo de estabilizar las economías posguerra, pero a menudo se enfrentaron a desafíos como la inflación y problemas en la balanza de pagos.
Por otro lado, el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) fue establecido para regular el comercio internacional y reducir barreras arancelarias. Aunque el GATT impulsó el comercio global, en América Latina su impacto fue mixto. Las economías latinoamericanas, que dependían en gran medida de la exportación de materias primas, no siempre se beneficiaron de las reducciones arancelarias que favorecían más a los productos manufacturados de los países industrializados. El modelo keynesiano buscaba promover la estabilidad económica, pero en la práctica, las políticas resultantes no siempre se alinearon con las necesidades y estructuras económicas de los países latinoamericanos. El GATT, por su parte, aunque promovía el libre comercio, no necesariamente abordó las desigualdades en el comercio internacional que podían afectar negativamente a las economías en desarrollo de América Latina en la década de 1950. La política keynesiana se basa en tres variables fundamentales: desempleo, inflación y demanda global.
Para Keynes, desempleo e inflación se combaten con una serie de políticas que se aplican a la fórmula de la demanda global, demanda agregada. De manera que, cuando existe desempleo, la política keynesiana propone una serie de mecanismos para combatirlo. En nuestro país, la bonanza económica generado en la Segunda Guerra Mundial que significó para los exportadores, por los altos precios internacionales de los productos, para los bancos, que recibían los depósitos de capitales que se escapaban del conflicto bélico y para el tesoro público. En realidad, se produce un estancamiento en nuestra economía originando desempleo, estancamiento en el agro, desabastecimiento de materias primas y finalmente una pésima distribución del ingreso. Frente a esta situación se crean los Consejos de Salarios en 1943. Esta integrado por siete miembros: tres representantes estatales, dos de los empresarios y dos de los trabajadores. Se encargaban de fijar el salario mínimo por rama de actividad, abarcaban la industria, el comercio y los servicios públicos no estatales. El resultado inmediato fue un gran desarrollo de la organización sindical. En este sentido, para Keynes, cuando existe desempleo, el desempleo se produce por una insuficiencia en la demanda global. Para ello, la política keynesiana propone una serie de medidas para estimular la economía, subiendo la demanda global. De esta forma, en primer lugar, Keynes propone estimular el consumo mediante la relajación de los tipos impositivos, es decir, reduciendo impuestos. Por otro lado, la siguiente variable sobre la que actúa Keynes es el tipo de interés; pues propone una reducción en los tipos de interés para estimular el endeudamiento y la inversión. Para ello, en penúltimo lugar, Keynes propone la actuación sobre el gasto público, ampliando el gasto público desde la intervención. Así como, por último, favoreciendo las exportaciones con una devaluación del tipo de cambio.
El manejo de la inflación en los países latinoamericanos que adoptaron políticas keynesianas tuvo algunas estrategias comunes:
Política Monetaria: Los bancos centrales intentaron controlar la inflación mediante la manipulación de las tasas de interés y la oferta monetaria. Aumentar las tasas de interés puede ayudar a reducir la inflación al encarecer el crédito y desincentivar el gasto.
Política Fiscal: Se implementaron políticas fiscales restrictivas para reducir el déficit del gobierno y controlar el gasto público, con el fin de disminuir la presión sobre la demanda agregada.
Anclas Cambiarias: Algunos países utilizaron el tipo de cambio como ancla para estabilizar los precios, fijando su moneda a una divisa fuerte como el dólar estadounidense.
Control de Precios y Salarios: En algunos casos, se establecieron controles directos sobre precios y salarios para tratar de contener la inflación. Sin embargo, esta medida podía tener efectos negativos a largo plazo, como la escasez de productos y la distorsión de los mercados.
Indexación: La indexación de salarios y contratos al nivel de inflación fue una práctica común, aunque podía perpetuar la inflación si no se manejaba adecuadamente.
Pese a los éxitos iniciales, el modelo presentó problemas serios: La dependencia de materias primas, de tecnología, generó una dependencia de las divisas en forma permanente. Salvo la carne y los textiles ninguna actividad fue capaz de generar las divisas imprescindibles para el funcionamiento sano de la economía y la balanza comercial fue desfavorable en forma creciente. Se cierran las fábricas y comienzan protestas sociales.
Ver: Francisco Coll Morales , 20 de mayo, 2020 Política keynesiana. Economipedia.com