Política Internacional

«Mujeres, vida y libertad» en Irán

Hugo Machín Fajardo

A pesar de los esfuerzos de Irán para bloquear Internet, la tecnología ha ayudado a alimentar la indignación y a concitar la solidaridad internacional para con las mujeres iraníes. Por su parte, ONU Mujeres exige una investigación sobre lo ocurrido con Masha Amini en dependencias de la policía moral donde estuvo detenida.

Treinta y cinco días después de haber sido múltiplemente apuñalado el escritor Salman Rushdie (75), sobre quien existía una condena a muerte decretada por líderes religiosos iraníes, la joven Masha Amini (22), detenida el 13 de setiembre por la policía moral de Irán, murió tres días después al parecer fruto de la brutalidad a que fue sometida, o de un «colapso» según la versión gubernamental iraní.

Amini había sido detenida por no llevar correctamente cubierta su cabeza por el velo que la teocracia iraní impuso a las mujeres desde los ochenta.

A diferencia de otros hechos violatorios de los derechos humanos — dos iraníes, Mehrdad Karimpour y Farid Mohammadi, de 32 años ahorcados en la ciudad de Maragheh en febrero de 2022 por ser homosexuales—  la muerte de la joven Amini parece haber desatado una rebelión contra las imposiciones aplicadas a las mujeres que ya generó mas de 83 personas muertas en las calles a causa de la represión y más de 1.200 detenidos en 14 provincias del país, según la ONG Irán Human Rights, con sede en Oslo.

A esta situación se sumó el sábado 1 de octubre la muerte de una veintena de personas a raíz de un ataque contra una comisaría en el sureste de Irán. Entre las víctimas se encuentran dos coroneles de la Guardia Revolucionaria. Según testigos, los atacantes estrellaron un bus contra el edificio. Las autoridades han señalado que se trató de un «terrorista».

La región donde ocurrió el atentado, Sistán y Baluchistán, tiene una población mayoritariamente suní y en ella operan grupos extremistas de esa rama del islam contrarios al Gobierno chií de Teherán, así como bandas de contrabandistas y narcotraficantes, informó euronews.

Los estados musulmanes en 1990 hicieron pública en El Cairo la Declaración de los Derechos Humanos en el Islam, pero escasean los tribunales o jueces que realicen una explicitación. Cuando no directamente los ignoren como un presidente de la Corte Suprema de Afganistán 15 años atrás, que entendía que la sharia exige la mutilación de los ladrones, la lapidación de los adultos, o la muerte para homosexuales y conversos al cristianismo. El mismo juez que destituyó a mujeres del cuerpo judicial por entender que la menstruación les imposibilitaba pertenecer a un tribunal. De hecho, el miércoles 28 de septiembre el representante de la ONU para Afganistán dijo que «muchos países de la comunidad internacional se están quedando sin paciencia» ante la represión de las autoridades talibanas hacia la mujer, en lo que puede interpretarse como un tiro por elevación a Irán.

Ya en 2019, miles de iraníes salían a las calles a protestar por el incremento en el precio de los combustibles, ocasionado también por las sanciones occidentales a raíz de su cuestionado programa nuclear. Y en 2020 y 2021, la causa de las protestas callejeras fue la sequía. Pero estas manifestaciones —en un contexto inflacionario de un 40%, lo que ha incrementado el precio del pan en forma inusitada—  apuntan a un objetivo mayor: según declaró a The Guardian Annabell Sreberney, docente del Centro de Estudios Iraníes de la universidad de Londres, la protesta que hoy tiene lugar en el país demuestra la fuerza de los movimientos en pro de los derechos de las mujeres.

Las escenas vistas en estos días, donde mujeres a cabeza descubierta y mente aún más, enfrentando a los cuerpos antimotines, cortándose el cabello en la vía pública, o levantando carteles con la consigna «Mujeres, vida y libertad”, permiten apreciar también que el descontento ha ganado a hombres, especialmente jóvenes, frustrados ante el retroceso aplicado por el ultraconservador Ebrahim Raisí a las mínimas libertades obtenidas durante el gobierno de Hasán Rohani (2013-2021).

A pesar de los esfuerzos de Irán para bloquear Internet, la tecnología ha ayudado a alimentar la indignación y a concitar la solidaridad internacional para con las mujeres iraníes. En varias ciudades de occidente hubo manifestaciones contrarias al régimen de Irán. La Casa Blanca ha sancionado a funcionarios iraníes a raíz de estos hechos y ONU Mujeres exige una investigación sobre lo ocurrido con Masha Amini en dependencias de la policía moral donde estuvo detenida.

Con la intención de frenar la ola de movilizaciones, el gobierno iraní aplicó restricciones a Internet el pasado 21 de septiembre. Pero en respuesta, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos —a pesar de las sanciones de a Irán— emitió una guía para ampliar la gama de servicios de la red de redes disponibles para los iraníes con la finalidad de eludir la censura estatal.

Según Saman Vakil, Directora Adjunta e Investigadora Principal del Programa de Medio Oriente y África del Norte, se trata de una «crisis de legitimidad» de un régimen asediado [que] enfrenta protestas masivas con un líder supremo enfermo. Vakil, doctora en relaciones internacionales y economía internacional de la Universidad Johns Hopkins, se refiere al ayatolá Ali Khamenei, de 83 años, que sobrevivió a una cirugía de cáncer de próstata en 2014, quien se encuentra nuevamente grave en su estado de salud. El 16 de septiembre, el New York Times informó que una cirugía intestinal de emergencia había dejado a Khamenei postrado en cama y demasiado frágil, citando cuatro fuentes anónimas que decían estar «familiarizadas con su estado de salud».

En Irán las mujeres deben cubrirse el cabello y no se les permite usar abrigos cortos o ajustados o jeans con agujeros. Los veteranos no podemos menos de evocar aquellas mujeres pertenecientes a las generaciones de nuestras madres o abuelas que para ingresar a un templo católico debían cubrir su cabeza con una «mantilla». Por lo menos hasta el papado de Ratzinger, las mujeres que tenían una audiencia con el alemán —recientemente llamado a testificar sobre nuevos casos de encubrimiento de abusadores sexuales de niños—, también asistían a la audiencia vaticana con la cabeza cubierta.  Y en regiones latinoamericanas más conservadoras, exhortar a las mujeres de abstenerse de usar pantalones o montar a caballo, era una norma no escrita de muchos curas. En todas partes se cuecen habas y en mi casa…por ochavas.

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