Quizás solamente las preguntas nos den respuestas
Elena Grauert
Sócrates en relación con lo humano da vuelta las cosas: «para un ser humano que de verdad quiera saber, no hay posición más paralizante que la postura de sabio y nada más movilizador que el gesto afirmativo de la ignorancia. La ignorancia sabe; la sabiduría ignora».
Lo único cierto cuando vemos la realidad de la pandemia, es que poco sabemos y que no hay fórmulas mágicas que nos den la solución definitiva y holística. Para los humanos, la salud la componen muchos factores. Los griegos fueron los primeros en hablar de mente y cuerpo, que engloba lo físico, lo psicológico y lo social como factores esenciales de sanidad.
Sin perjuicio de ello, sí es verdad que la vacuna es una única respuesta o salida cierta y constatada internacionalmente, pero no evita la muerte en forma absoluta, solamente disminuye los contagios en parte, la gravedad de la enfermedad y las muertes en términos porcentuales.
Tampoco es cierto que el tan mentado pedido de «baja de movilidad» sea la solución absoluta, ya que claramente ha fracasado en varios lugares. Pero, además, quienes por un lado piden la baja de movilidad, luego se quejan del cierre de los centros de estudio, de la poca frecuencia del transporte o que no haya atención de juzgados, y luego van a cumpleaños de familiares con 18 personas; «solo es nuestra burbuja», justifican. En realidad, también es cierto que el aislamiento puede provocar otras enfermedades, como la depresión, la obesidad y la demencia, y situaciones complejas y tristes, como la pobreza y la violencia.
Pero además no parece una respuesta científica aconsejar que «la medida», luego de un año y medio de pandemia, sea el «cierre», ya que primero se debería explicar qué cosas y cómo se debe cerrar y cuál sería el paliativo real para el daño que provoca y si se hizo un estudio sobre la posibilidad de llevarla a la práctica.
Me llama la atención que un Senador como Andrade, que fue dirigente sindical, proclame el «cierre» cuando sabe que nadie puede vivir de un subsidio, y que dicha medida implica perder muchos pestos de trabajo que se tornaran irrecuperables; eso es hambre y miseria. Por tanto, sabe que no es solución, pero además el gobierno tiene el deber primordial de cuidar los equilibrios, porque también en ello se juega gran parte de la salud física y social de la sociedad. No parece seria la oposición que grita una cosa y luego vota la apertura de los Free Shop (con la que estoy de acuerdo hay 1200 personas que viven de ello) por nombrar un ejemplo.
Ante la ignorancia absoluta, me pregunto: ¿por qué hemos llegado a tener tantas muertes, estando entre los países con mayor incidencia cada 100.000 habitantes? Una primera respuesta posible podría ser que somos una población envejecida y por tanto eso hace que la comorbilidad derivada de la edad sea un factor que incide en el resultado final. Pero siguiendo y pasando por las variopintas resultancias de respuestas posibles, también el hecho de que Uruguay tenga una estadística epidemiológica muy certera, conlleva posiblemente a colocarnos en ese «fatídico podio» el cual quizás no sea totalmente certero frente a otros países que no tienen la misma fidelidad en sus resultados en cuanto a cantidad de contagios, hisopados, enfermos en CTI y personas que fallecen.
Pero, además, entre las preguntas que pocos nos hacíamos, pero que en los últimos tiempos en muchos de nosotros están sobrevolando: ¿Qué sucede con la medicina de prevención? Si a todos nos atienden presencialmente, cuando prácticamente ya tenemos síntomas importantes, fiebre alta, problemas respiratorios, etc., no sería importante atender a las personas antes que se agraven. ¿Si a quienes tienen comorbilidades como sobrepeso, diabetes, presión, problemas cardiacos, cáncer o cualquier otra enfermedad autoinmune se les diera dentro de los tres primeros días transfusiones de plasma o cualquier otro remedio que atienda su caso particular? ¿No se salvarían? ¿Por qué no se han utilizado con más asiduidad las transfusiones de plasma? ¿No será porque según leí, debe ser utilizado los primeros días de la enfermedad y eso no está sucediendo? Muchas son las preguntas, y si nos ponemos a hurgar en internet, hay miles de informes que tienen respuestas alternativas. Pero no es mi intención culpar o poner la lupa en la medicina o en el sistema de salud, simplemente se trata de generar cambios a través de la duda que es lo único que me puedo sensatamente plantear.
Lo único que no debería pasar es paralizarnos, como decía Sócrates «no hay posición más paralizante que la postura de sabio». Lo que sí creo es que estamos empantanados y realmente se repiten pedidos de medidas contradictorias, imposibles de llevar a cabo y perniciosas. No se intenta innovar, no se anima a cambiar, posiblemente no haya una solución única para todo, y haya que ir por soluciones individuales.
Claramente, la inmovilidad, pedir toques de queda o creer que los subsidios van a dar soluciones, son todas enormes medias verdades que a esta altura han demostrado el fracaso. Quizás en otro momento pudieron dar una cierta solución, hoy ya no es posible porque todo es dinámico y porque las realidades, los sentimientos y las creencias cambian, está demostrado la gente ya no cree ni tiene fuerza para seguir aislándose, y eso es imparable en una sociedad democrática (no somos Israel con educación de guerra, no somos China).
Aplaudo la vacunación a los menores, eso sí parece ser más innovador, ya que los menores y adolescentes son vectores de contagio y quienes claramente por su naturaleza (sana) rompen la tan mentada e imposible burbuja para ellos. Pero, además, porque quizás esto es lo que ayude a que rápidamente puedan comenzar la presencialidad en la educación, lo cual es fundamental tanto en el desarrollo educativo como social. En tiempos de crisis, el animarse a innovar, sin miedo a equivocarse y sin seguir ritualismos o generalidades, es quizás la forma de pelear frente a lo desconocido, si las recomendaciones son contrarias a la naturaleza difícilmente puedan prolongarse mucho en el tiempo, si pensamos que quizás se deban introducir algunos cambios en cómo enfrentar el tema para evitar el agravamiento de los casos y las muertes, quizás se encuentre un mejor camino, no hay certezas solamente sabemos que la vacuna ayuda, pero el tiempo nos va en contra