Con la participación de las más altas autoridades ministeriales quedó inaugurado el Pabellón de Pre Egreso en el Módulo 4 del Complejo Penitenciario de Santiago Vázquez, inicialmente previsto para ochenta y cuatro reclusos próximos a “salir” luego de cumplir con sus condenas. Con recursos del Estado y mano de obra de personas privadas de libertad, se dieron a conocer las nuevas instalaciones al público. Según declaraciones de los jerarcas del Ministerio del Interior y del Ministerio de Desarrollo Social, así como del Comisionado Parlamentario de Cárceles, la reincidencia de quienes recuperan su libertad en nuestro país ronda el sesenta y cinco por ciento y ello debiera disminuirse ya que es un porcentaje muy alto el que muestra que sólo treinta y cinco de quienes fueron condenados con prisión, no vuelven a ser sujetos de sentencias penales condenatorias. Esta iniciativa, busca mejorar las condiciones de vida de estas personas, para quienes en un gran porcentaje sufren una doble condena: ser procesados y luego condenados por la comisión de uno o varios delitos legalmente establecidos y además, sufrir las consecuencias del hacinamiento y violencia carcelaria –moneda corriente que se constata- en los mismos complejos donde se los recluye. Un sub mundo de extrema promiscuidad, falta de higiene, así como adaptarse a la existencia de “códigos” en los que se establecen formas de dominación y sometimiento, según sea la ubicación del penado, sus antecedentes, y grado de peligrosidad. Todo por cierto muy alejado de la norma programática contenida en el 2do.párrafo del artículo 26 de la Constitución Nacional, donde nuestro Constituyente además de establecer previamente la máxima que prohíbe la pena de muerte, dispuso: “En ningún caso se permitirá que las cárceles sirvan para mortificar, y sí sólo para asegurar a los procesados y penados, persiguiendo su reeducación, la aptitud para el trabajo y la profilaxis del delito.” Debiera llamar la atención a quienes son contrarios a este Gobierno de Coalición que, en quince años de gobiernos “de izquierda” (que se autoproclaman como únicos defensores de los Derechos Humanos) y contando con una bonanza económica sin precedentes en la Historia Nacional, nada parecido se hiciera realidad. Ahora en pleno año de emergencia sanitaria, se busca atender a esas personas apostando a la reinserción social del “día después” bajando la reincidencia. Es un gran desafío para nuestro sistema carcelario, pero no sólo para este sistema. Porque, si el ex recluso no cuenta al salir con medios de subsistencia medianamente dignos, y no logra un empleo, o condiciones de ejercer su oficio o profesión, se encontrará en una situación peor que la anterior a su ingreso al establecimiento carcelario y nuevamente será el delito, el medio de obtener la satisfacción de sus necesidades. Un verdadero circulo vicioso. Porque habiendo perdido muchas cosas mientras estuvo recluído, -entre ellas, probablemente hasta su familia y su propia auto estima- son muchas las que tendrá que intentar recomponer. Un equipo multidisciplinario debiera también encargarse de brindarle las herramientas necesarias para esa reinserción social, que pasa por finalizar los estudios, obtener un empleo y ser aceptado nuevamente en su propio círculo familiar y social para que, en ese ámbito de contención, la ansiada reinserción social se produzca sin posteriores reincidencias. Tamaña tarea…se ha comenzado por algo. Adelante.