Política nacional

SANGRE. SUDOR Y LAGRIMAS

Antes que las personas, las ideas

Ronald Pais

“No tengo otra cosa que ofrecer sino sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”. Así se expresaba Winston Churchill el 13 de mayo de 1940 cuando asumió su cargo como primer ministro del Reino Unido.

Fue el político que hizo famosa la frase, pero no fue ni el único ni el primero que transmitió su significado.

La más antigua referencia de la expresión se remonta a 1823 y se le atribuye a Lord Byron, en su obra “La Edad de Bronce”.

Luego, en 1849, nada menos que Giuseppe Garibaldi les había prometido a los camisas rojas, que luchaban contra Napoleón III en defensa de una República Italiana secular y democrática, que solo habría “hambre, frío, lucha y muerte”.

Posteriormente, en 1885, otro autor, Henry James, la incluyó en su obra “Las bostonianas”.

Por su parte, Theodore Roosevelt, siendo Secretario de Marina y al preparar la invasión a Cuba, sostuvo que “a causa de la sangre y el sudor y las lágrimas, el trabajo y la angustia mediante los cuales, en los días pasados, nuestros predecesores alcanzaron el triunfo”.

Cabría preguntarse: ¿qué político actual se animaría a dirigirse a la ciudadanía en estos términos? ¿podría seducir a alguien una convocatoria a la entrega y al sacrificio en pos de una causa superior?

En sociedades en que muy pocos están dispuestos a hacer algo por nada, donde cunde la comodidad y el egoísmo, donde prima la obsesión de vivir el presente sin pensar en la siembra de hoy para cosechar mañana, es muy probable que los pueblos estén más dispuestos a escuchar y seguir a aquellos difusores de falsas promesas y esperanzas, augurando felicidad para quienes le den su apoyo con acciones que presuntamente se harán en beneficio de todas las personas pero sin exigirles que participen o se involucren.

Se me dirá que los ejemplos que puse inicialmente ocurrieron en lejanos tiempos de guerra y que no son trasplantables a la realidad actual.

Sin embargo, creo que sería un error enfatizar en las circunstancias y no en la esencia de las ideas que inspiraron el mensaje.

La “Fuerza de las Ideas”, lema que inspira la creación, el mantenimiento y la vigencia de “Opinar”, debería llamarnos a reflexionar sobre cuáles son las ideas, los principios y los valores que merecen nuestro compromiso, nuestra entrega y nuestra disposición a dar y hacer sin reclamar contraprestación alguna.

Creo que los colorados y batllistas se encuentran en esa encrucijada en la que los ejemplos de sacrificio por ideales superiores, aquellos que nos dieron Fructuoso Rivera, Lorenzo Batlle, Baltasar Brum, Héctor Grauert y tantos otros, nos están haciendo un llamado desde lo más profundo de la Historia, para generar un cambio profundo y fermental que haga florecer nuevamente el entusiasmo y la esperanza tan menguadas en la actualidad.

No se trata de liderazgos mágicos que surjan de la noche a la mañana, no se trata de seguir a un hombre o a una mujer que milagrosamente cambie el crepúsculo electoral que nos ha rodeado.

La preocupación generalizada por encontrar “EL” candidato se asemeja mucho al adolescente que no sabe qué carrera educativa elegir y hace hincapié en las ventajas o desventajas de cada opción, pero no analiza quién es él, qué es lo que quiere, que busca en la vida.

Así, los colorados y batllistas se han alejado de saber para que se existe políticamente, qué es lo que se quiere sostener y cómo. Qué es lo que hará que un nuevo joven se acerque a recorrer el mismo camino, convencido y entusiasta.

Obviamente existirán, y es deseable que así suceda, vertientes diferentes. Así fue históricamente, cuando el Partido Colorado, siempre de centro, contenía perfiles variados con un factor común: ser un garante probado de paz, libertad y democracia para todos y especialmente sus adversarios. Cuando alguna vez he escuchado a algún vocero colorado mostrar más afinidad con el Frente Amplio que con otros partidos de la coalición que ahora gobierna me cuesta tratar de entenderlo. Generalmente esos voceros ya no están en el Partido, fueron aves de paso, pero me consta que ese pensamiento aún subsiste. Si no fuera así no podría explicarse que casi un 20% de los votantes colorados apoyaron en el balotaje a Mujica y lo llevaron – para desgracia del país – a la Presidencia de la República.

El Partido Colorado hace mucho tiempo que está huérfano de discusión, de polemizar hasta el cansancio para poder obtener definiciones claras y tener la inteligencia de trazar una frontera intransigente que lo separe de los totalitarios, de los que son una amenaza para la Libertad y la Democracia porque no creen en ellas. Sólo utilizan sus instituciones y mecanismos con motivos espurios y para alcanzar el poder.

Si no se entiende algo tan básico, será difícil construir algo más.

Volviendo ahora al tema de los candidatos, su personalidad, carisma y fortaleza será importante, pero más que todo será fundamental encender y sostener aquellas ideas que puedan despertar nuestra decisión de aportar nuestra sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas, como antes lo hicieron nuestros próceres.

Si la tierra es fértil, mejores serán los frutos.

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