Política nacional

Sanguinetti siempre

Fátima Barrutta

Fue un día de sensaciones encontradas.

Por un lado, celebramos la oficialización de la precandidatura de Tabaré Viera a la presidencia de la República, en representación de nuestro sector Batllistas del Partido Colorado.

Por el otro, Julio María Sanguinetti anunció que renunciará a la secretaría general del Partido a partir del próximo 1º de marzo.

Con 87 jóvenes años, nadie duda de que Julio es uno de los principales protagonistas de la historia nacional desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy mismo, y que seguirá siéndolo, porque no habrá paso al costado que detenga su pensamiento lúcido y su acción inquebrantable en beneficio del país.

Por lo pronto tendremos que agradecer que seguirá integrando por decisión propia y por clamor de todos el Comité Ejecutivo Nacional de nuestro partido.

El mismo reconocimiento que nuestros padres y abuelos le prodigaron desde sus inicios periodísticos, su militancia junto al gran Luis Batlle Berres, sus gestiones ministeriales en años de nefasta violencia política, donde no dudó en liderar una ley de educación que erradicara el proselitismo marxista de los locales de enseñanza.

El mismo que desde el día uno de la dictadura militar lo tuvo resueltamente del lado de la resistencia, lo que le valió incluso atentados contra su vida, pero no impidió que se convirtiera en el artífice del renacer democrático, forjando un “cambio en paz” que restableció la libertad sin restricciones.

El enorme, inmenso reconocimiento a sus dos presidencias: la primera que consolidó la transición pacífica y reinstaló la sensibilidad social del batllismo, y la segunda que promovió reformas trascendentes, como la de la seguridad social y la educación.

Después, el combate a la crisis económica exógena, junto al entonces presidente Jorge Batlle, y la oposición siempre responsable y constructiva a los desbordes del posterior ciclo frenteamplista.

Siendo una personalidad internacional de primera línea, habiendo fundado el Círculo de Montevideo con el español Felipe González, escribiendo en la prensa mundial y dando conferencias en todas partes, Sanguinetti podía haberse retirado de la política activa pero nunca lo hizo, porque la lleva en la sangre. Porque su sensibilidad batllista es la de un intelectual que no se queda en la comodidad del diagnóstico, sino que lucha por la concreción de sus ideas.

Con ese talante fogoneó las candidaturas coloradas de las últimas elecciones. Con esa vocación no dudó en sentarse a la misma mesa con el Partido Nacional para forjar la Coalición Republicana, en 2018. Y tampoco en aceptar la precandidatura en 2019, cuando empezando por Tabaré Viera y siguiendo por cada uno de nosotros, fuimos todos a pedirle que volviera a liderar este camino de libertad. Las renuncias de Bordaberry primero y Talvi después fueron dañosas para el posicionamiento electoral del partido, pero Sanguinetti no solo no abandonó la lucha jamás, sino que fue siempre la gran fuerza constructiva pese a tantas adversidades.

Ahora abre un camino de renovación a nivel de las autoridades partidarias, pero sigue al firme, poniendo razón y corazón en la esperanza de una nueva victoria de la coalición donde el Batllismo crezca en votos y capacidad de influencia.

Ya lo venimos logrando desde 2020: el actual gobierno pone un énfasis social que es claro heredero del sentir batllista.

El año que viene, con un Sanguinetti siempre activo en el consejo y la militancia, ese énfasis seguirá creciendo y augurando una nueva era de liderazgo colorado, como el que tanto benefició al país durante la mayor parte del siglo XX.

Gracias Julio.

Seguiremos codo a codo profundizando los cambios y fortaleciendo los valores que hicieron de esta tierra un paradigma de libertad y justicia.

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