Y por fin me animé …
Ricardo Acosta
Recientemente, tuve el coraje de enfrentarme a la pantalla y sumergirme en la historia que todos conocemos tan bien, pero que aun así nos sigue estremeciendo: «La Sociedad de la Nieve».
La película, dirigida y escrita por J. A. Bayona, basada en el libro del mismo nombre de Pablo Vierci, relata el accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en la cordillera de los Andes en 1972. Protagonizada por actores uruguayos y argentinos, nos lleva de nuevo a las alturas de los Andes, donde el destino y la supervivencia se entrelazan en una tragedia que marcó a todo un país y al mundo.
El trayecto emocional para sentarme y ver esta película fue difícil, costó meses, no porque dudara de la película, sino por todo lo que la envuelve, por la historia que retrata. Es mucho más que un relato para los uruguayos, aunque nos pertenece. Es una narrativa que abraza el alma colectiva, recordándonos los sacrificios, las esperanzas y las pérdidas de aquellos que vivieron en carne propia la tragedia en la montaña.
En cada escena,»La Sociedad de la Nieve» rinde un homenaje sincero a aquellos que se quedaron en los picos nevados, a los que no regresaron a casa, a los héroes anónimos cuyos nombres resonarán por siempre en nuestra memoria. La película no solo cuenta la historia de supervivencia de los que resistieron al frío y al hambre, sino que también celebra la humanidad de quienes extendieron sus manos y corazones para ayudar a sus compañeros en momentos desesperados.
Bayona, con su destreza visual y narrativa, retrata que con cada palabra, cada gesto, la fragilidad de la existencia humana, pero también la fuerza inquebrantable del espíritu humano, capaz de encontrar sentido incluso en las circunstancias más desoladoras.
Otra de las cosas que conmueve de la película es la » uruguayez» que tiene. Si ya se, dirán que es una redundancia mi comentario, pero no, están nuestra, es tan genuinamente uruguaya que emociona aún más.
Es cierto que «La Sociedad de la Nieve» podría haber optado por el camino de la serialidad, pero su elección de abrazar el cine como una forma de expresión personal es un tributo a la singularidad de esta historia. A través de la pantalla, no solo vemos imágenes y escuchamos diálogos, sino que sentimos el latido de un país entero, latente en cada toma, en cada actuación, en cada nota musical. Cuando te sientas a verla te trasmite todas las emociones como si estuvieras ahí. Tienes hambre, frío, dolor y miedo.
Pero más allá de que sea una pieza estupenda cinematográfica, es un gran homenaje a los que no volvieron.
Es en fin un poco de paz para las familias de ellos.
En última instancia, esta película nos recuerda que el cine trasciende las fronteras geográficas y lingüísticas, que las historias universales nos conectan más allá de nuestras diferencias. «La Sociedad de la Nieve» es más que una película; es un recordatorio de la resiliencia humana, un tributo a la solidaridad que nos une como sociedad.
Así que, con lágrimas en los ojos y el corazón lleno de gratitud, me uno a la multitud que celebra este filme, que honra a los que partieron y a los que sobrevivieron, que encuentra belleza en la tragedia y esperanza en la oscuridad. Porque, al final del día, «La Sociedad de la Nieve» nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, la luz de la humanidad sigue brillando.