“Agenda 2030”; cuando el destino nos alcanza
Lorenzo Aguirre
La “Agenda 2030” se aprobó por unanimidad de los 193 Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (“ONU”), reunidos en la Asamblea General, en setiembre de 2015. Se trata de un documento “estratégico” que supuestamente tiene como “finalidad” identificar y comprender los grandes retos que enfrenta la humanidad, y a partir de allí, los actores públicos y privados trazarían pautas definitivas para llevar adelante un “mundo más justo, e inclusivo”, dejando atrás las “estructuras de confluencias viejas, que son disfunciones de un modelo internacional”. Los “avatares” para el “Nuevo Orden Mundial” – ¡aunque son ortodoxamente ateos! -, pretenden incorporar de forma inmediata un modelo político y económico donde por supuesto esté “presente la participación ciudadana” – ¡me reí todo el fin de semana! – en la política fiscal, y en la igualdad, para llevar a una alineación de planes y acciones que trasforme la visión, y “cada uno de nosotros, todos, ser actores comunitarios dentro de un marco global”. Según “rezan”, supondrá contar con “agentes de desarrollo sostenible, a través de líderes cercanos a la ciudadanía”. Se trata de “gente conocida, vecinos con buenas referencias, familiares, y llevar adelante políticas compartidas”. Traducido al español: ¡personal controlador! Todo ese parloteo… ¿no suena conocido?
La “encíclica,” señala que, cada ciudadano podrá adoptar un “compromiso internacional, compartiendo una misión global, y las mujeres disfrutarán más oportunidades estando lejos del hogar, desempeñando un nuevo rol económico, porque poseerá más de la mitad de la riqueza – tendencia que conllevará a una estructura con menos corrupción, menos violencia -, y a través de ellas, una mejor redistribución de inversiones”.
La “nueva biblia” muestra un paradigma económico, llevando a la existencia de más robots industriales que obreros, más computadoras que cerebros, y más sensores que ojos, y por supuesto más divisas descentralizadas, que Estados.
Para ir acomodando las nalgas; existen medidas “sugeridas” a nivel individual, en “pequeñas” cosas, como, por ejemplo, comprar menos carnes, leche y quesos – entre otros productos -, porque “de acuerdo a que se ingiere, se determina el uso de la Tierra, y debemos cuidar el planeta”. También, consideran oportuno utilizar bicicletas para desplazamientos, aunque los corporativistas líderes lo harán en últimos modelos, tipo limusina, mientras revuelven con el dedo índice los flotadores cubitos cinco estrellas que piropean el scotch.
Asimismo, existirían algunos “pedidos comunitarios”: por ejemplo, evitar viajes a otros países – a menos que sea por trabajo -, vacacionar manteniendo una “plataforma local cuya acción no pase de 150 km”, y la relación laboral “sería oportuna desarrollarla a través de videoconferencias, y teletrabajo”.
Al parecer, el “último llamado para salvar a la Tierra”, es ese año – tontamente le dicen “veinte treinta” -, fecha en la cual se busca llegar a que, el límite de aumento medio en la temperatura global, sea dos grados, para más tarde continuar con “acciones establecidas” hasta alcanzar una especie de neutralidad climática, no sobrepasando el grado y medio.
Naciones Unidas, señala el riesgo de muerte si al llegar 2050 no se logra estabilizar nuestra Tierra, debido a la extensión de hielo del Ártico, los desiertos más amplios, y lo tóxico del aire, incontrolable para el sistema respiratorio.
Para “gozar del nuevo paraíso” debemos tener presente dos importantes majaderas propuestas: “no debemos resistirnos a los cambios y mantener la mente abierta para aprovechar todas las oportunidades que se abrirán, las cuales se convertirán en una prosperidad compartida dentro de una sociedad inclusiva” …. – ¡demos gracias al Señor! -, y en segundo término, esforzarnos un poquitín, porque tendremos que ayudar a los gobiernos, los cuales, “para los cambios urgentes a gran escala, invertirán cada año en un Gran Cofre, aproximadamente un 2.5% del PIB Mundial, durante un mínimo de 20 años”.
¿Quedó claro?
Mandatarios, figuras de la política, empresarios, representantes de organizaciones sociales, culturales, medios de comunicación de ultraizquierdas, y líderes jóvenes “progresistas”, están bajo el rótulo “2030 El Gran Reinicio”, y pretenden llevar lineamientos para “un mundo mejor”, bajo un “nuevo liderazgo mundial”, pero a través de una monarquía – ¡aunque “diferente”! – conformada por señores feudales comunistas millonarios – ¿ustedes creían que ser magnate pertenecía solo a derechistas? -, y consulares.
Indudablemente no se reúnen para compartir unos estimulantes tragos vasodilatadores etiqueta afrodescendiente, sino para demoler las instituciones democráticas, terminar con la propiedad privada, y “regularizar una nueva libertad individual”, quizá bendecida por el Gran Hermano, y regida por una especie de comunismo fashion, decorado con el lema, “en 2030 no será necesario tener nada personal porque todo será comunitario, pero llegarás a ser un hombre feliz y una mujer feliz”, aunque el manifiesto olvide a gays, y lesbianas.
¿Estarán discriminando?
La idea, es hacer un “nuevo comienzo” – ¡un poquitín con corte maoísta! -, que, traducido al español significa “excitar”, para borrar de un plumazo el derecho natural, dejar en el olvido nuestras aspiraciones, deseos, conceptos sobre la forma y estímulos valorativos, y por supuesto abandonar las cosas que, con tesón, hemos conseguido a lo largo de nuestra existencia.
Por otra parte, la “Agenda 2030” parece buscar y desarrollar un “capitalismo inclusivo”, y ese “excelente” proyecto a través de redes, internet, llevaría a la humanidad a consentir seguridad, dejando de lado la libertad, condicionante que, siempre, ha provocado emergencias.
Pero, bueno… ¡comeréis shushi! – quizá, made in Wuhan -… y ¡estaréis protegido! ¿Acaso, importa sepan dónde concurriste? A fin de cuentas, la libertad “es lo de menos”, y el sexo biológico dejará de existir para transformarse en una “voluntad” …así, podrás tener el “Nuevo Contrato Social”.
Libertad… ¿bajo “Observatorios?
Es oportuno señalar que, en el proyecto, se encuentra, “fortalecer la Paz, dentro de un concepto más amplio de libertad” ¿?
A decir verdad, el concepto de libertad que tenemos, es claro, con la facultad y el derecho de las personas para elegir de manera responsable su forma de actuar dentro de una sociedad. Por supuesto, elegir correctamente, que implica no mentir, hacer el bien, no entrar en mensajes e información bastardeada, y hacer una política a favor de nuestro país, de nuestra gente.
Al parecer, la “libertad” de “Agenda 2030”, es reducirla, porque la creación de “Observatorios” deja claro que, pondrá en lista negra a quienes no comulguen con las tesis del globalismo, y el que sostenga una posición antagónica, o simplemente dude de las tesis empleadas, “será pasible de erosionar la legitimidad, atacar el pluralismo, y se considerará contrario a las instituciones democráticas”.
En realidad, lo que “2030” erosionará, será la posibilidad de elegir, decidir dónde ir en nuestro camino, hacia dónde llevar el destino de cada país, y no permitir el poder a las agencias de la ONU, como asimismo a multinacionales, corporaciones, y determinadas ONG`s.
Cuando se habla de esa “libertad 2030”, pregunto: cuándo se enfatiza que debemos tener un pensamiento único para todos… ¿no es mutilar la libertad?, ¿no es antidemocrático, anti pluralista?… y el sentido de “corregir” al que piensa diferente, ¿es libertad?
La “Organización de Naciones Unidas” (“ONU”), a la cual no se vota sus delegados, ¿qué busca?
¿Marcar las pautas ambientales, económicas, sociales y culturales de cada país?
¿Estamos hablando de una “Agenda 2030” democrática?
¿Fue sometida a referéndum? … ¡vamos!, ¡ni siquiera tuvo campaña electoral!
Está llevada por una actitud totalitaria, sometiendo la legislación de cada país, y el sistema financiero, al criterio de ese “Documento”.
Entre otras “cositas menores”, ¿qué más busca?
¿Dejar de lado las acciones sanitarias de cada país a la “Organización Mundial de la Salud?”. Esa institución está arrodillada ante el Partido Comunista de un país que más ha contagiado al mundo.
Se busca trasladar la más grande cantidad de recursos de las clases medias en favor de multinacionales, y mantener el control absoluto en todos los aspectos, tanto naturales, energéticos, industriales, y especialmente el dominio total de la Justicia.
La “Agenda 2030”, además está respaldada por el “Foro de Davos”, gente siniestra apoyada por una enorme cantidad de medios de comunicación de ultraizquierda, que no se cansan de hablar de “nuevas actitudes para salvar al mundo de un apocalipsis climático”, el cual, no tiene evidencia científica.
La “Agenda 2030”, es un verdadero panfleto, porque, acaso, ¿da seguridad a la propiedad privada, al derecho de oposición, a la libertad ideológica y religiosa?
¿Y elecciones democráticas?
Estaba recordando una frase del escritor y político irlandés Edmund Burke: “Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos, no hagan nada”