CHILE: tres años de pesadilla
Ronald Pais
La izquierda continental ha intentado cambiar la historia y cada 11 de setiembre, fecha en que se produjo el derrocamiento de Salvador Allende, le ha servido para insistir en el relato de un cruento golpe militar dado por “fascistas” contra un Presidente electo y sustituyendo un régimen democrático por una despiadada dictadura.
La mentira del presidente socialista bonachón merece ser desenmascarada.
Los antecedentes
Salvador Allende fue un médico cirujano perteneciente a una familia de abolengo. Diputado Socialista, Ministro de Salud y Senador. Un “Bon Vivant” de gustos refinados, amante del buen vino, la vestimenta elegante y las mansiones opulentas.
Allende era admirador de Stalin. En1967, Fidel Castro lo invitó a una reunión con dirigentes de ultraizquierda para coordinar y preparar la lucha armada.
Allí se crearon: la Tricontinental Solidaria que fue presidida por Allende y que integraban países de Asia, África y América Latina. Y la Organización Latino Americana Solidaria (OLAS).
Como Senador ayudó en el tránsito de armas para el Che Guevara en Bolivia y su Partido Socialista en el Congreso XX, en 1967 establecía: “La violencia revolucionaria es inevitable y legítima”.
El “gran apoyo popular”: otra mentira
Allende fue candidato de una coalición de izquierdas denominada Unión Popular (UP). El resultado final arrojó un 36,3% para Allende, 35% para Jorge Alessandri y 27,84 para el candidato oficialista Rodomiro Tomic.
O sea, casi 7 de cada 10 chilenos no votaron por Allende.
Correspondiendo al Congreso elegir al Presidente, la Democracia Cristiana, le dio su apoyo a Allende y de ahí su ascenso a la presidencia.
Presidencia de Allende: Año 1
Allende gobernó basado en una imagen moderada y dialogante, el desconocimiento de la institucionalidad de los demás poderes del Estado y un respaldo oculto a las organizaciones guerrilleras clandestinas armadas.
En enero de 1971, Allende indultó a 43 terroristas imputados de varios delitos. Para justificarse dijo: “Han asaltado algunos bancos…, ya lo sé, pero arriesgaron sus vidas en aras de un ideal”. Entre ellos figuraba su propio sobrino, Andrés Pascal Allende.
Durante el primer año de Allende había ya 12 organizaciones ilegales, de las cuales el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y el GAP (Grupo de Amigos Personales) serían los más importantes.
Existían también unos 10 mil chilenos entrenados, además de extranjeros así formados que iban llegando a Chile.
Allende arengó ya ese año por la necesidad de instalar “Tribunales Populares”, al estilo cubano.
El 8 de junio de 1971, guerrilleros del VOP (Vanguardia Organizada del Pueblo) asesinaron a tiros al ex Vicepresidente de la República por la Democracia Cristiana, Edmundo Pérez Zujovic. Los asesinos resultaron ser los mismos que había indultado Allende a principios de año.
Ocupación ilegal de tierras, asesinatos de propietarios, estatización de bancos y recursos minerales, despojo de empresas a sus dueños, desinversión generalizada, caída de producción, aumento del desempleo e inflación, fueron características predominantes en este período.
La libertad de expresión era agredida doblemente: por el gobierno y por los grupos guerrilleros ilegales. Copamientos y cierres de radios y diarios, agresiones a periodistas y el manejo de la publicidad oficial para los medios dóciles eran moneda corriente.
Mientras clausuraba radios, Allende decía: “El deber supremo del periodista de izquierda no es servir a la verdad sino a la revolución” (El Siglo 11/04/1971.
El 10 de Noviembre de 1971 llegó a Chile Fidel Castro. Estuvo hasta el 4 de diciembre y durante ese tiempo recorrió Chile a lo largo y a lo ancho fogoneando la revolución.
Presidencia de Allende: Año 2
En enero de 1972, la Cámara de Diputados destituyó al Ministro del Interior. De inmediato Allende lo nombró Ministro de Defensa. El Partido Socialista sentenció: “El Parlamento lo acusará y el pueblo lo absolverá”.
A esa altura seguían ingresando individuos provenientes de países socialistas. Sumaban 21.086, encabezando la lista Cuba con 1.178.
Allende decretó que la venta de carne sólo se haría los viernes, sábados y domingos durante todo el año 1972.
Se impulsó y comenzaron a crear Comités de Vigilancia en cada barrio para informar de las preferencias políticas de los vecinos. La más famosa de estas organizaciones fue la JAP (Junta de Abastecimientos y Precios).
Allende se negó varias veces a promulgar leyes aprobadas por el Parlamento y desobedeció sentencias del Poder Judicial.
Su Ministro de Justicia dijo: “La revolución se mantendrá dentro del derecho mientras el derecho no pretenda frenar la revolución”.
Siguieron las ocupaciones, las “expropiaciones”, los asesinatos y el ex Presidente Eduardo Frei expresaba: “Siento angustia por Chile”. Hay gente que es perseguida, personas que en los campos no duermen por temor, gente que en las poblaciones es amedrentada y vigilada…”
En octubre de 1972 la inflación llegaba 270,5%, la situación económica cada vez peor y el Estado controlando los principales medios de producción. Nada funcionaba.
Un histórico paro de camioneros logró la adhesión de muchos otros sectores. Allende impuso el toque de queda en Santiago, declaró la emergencia en 10 provincias y clausuró tres radios. Dijo “Requisaremos los camiones. El camión que sea requisado no será devuelto”. Y, amenazó al comercio que se había solidarizado “Si mañana el comercio no abre sus puertas, los comerciantes extranjeros que no lo hagan serán conducidos a la frontera y los comerciantes nacionales a la justicia”.
Toda una joyita, ¿no? ¿Derecho de huelga, dijo? Nunca le oí comentar nada al FAPIT sobre este episodio.
A pesar de todo, los camioneros resistieron y después de un mes y medio de conflicto, el gobierno debió ceder a sus reclamos.
La fuerza y la prepotencia del régimen habían sufrido su primera y decisiva gran derrota.
En noviembre de 1972 los diarios informaban que no habría harina de lunes a viernes, que no se vendería carne de vacunos los fines de semana y que, en determinadas zonas del país no habría alimentos para quienes no tuvieran la “libreta de racionamiento”.
Al igual que en Cuba, Venezuela y Nicaragua: el hambre utilizada como un arma.
Cerca de Navidad, el diario La Prensa informaba que las colas para adquirir carne de vaca o pollo duraban en promedio dos días a la intemperie, turnándose los miembros de la familia para no perder el lugar.
Presidencia de Allende: Año 3
En 1973 la economía chilena era un desastre y su principal sostén eran las transferencias de fondos que le llegaban desde la Unión Soviética. Son apabullantes todas las cifras que se podrían citar. Baste decir que la inflación llegó al 1.100%.
Lejos de corregir el rumbo el régimen de Allende trató de acentuar la intimidación y el amedrentamiento de la población. El Subsecretario de Justicia, Viera Gallo dijo: “hay revoluciones que han fracasado porque tuvieron miedo de infundir miedo a sus enemigos”.
Ya su desobediencia y desconocimiento al Poder Legislativo y Judicial no era ni siquiera maquillado de legalidad.
“Los poderes legislativo y judicial no pueden ser dejados incólumes porque son enemigos del progreso” afirmaba Raúl Corvalán, secretario general del Partido Comunista.
Se acentuó la acción de la organización paralela constituida por los grupos guerrilleros armados que aumentaron en gran forma sus acciones violentas.
Se intentaba imponer lo que se denominaba ENU (Escuela Nacional Unificada) pretendiendo dominar totalmente la Educación bajo “la urgencia de crear un hombre nuevo”.
El 4 de marzo de 1973 hubo elecciones parlamentarias que ganó la oposición pero el porcentaje obtenido por la UP fue llamativamente alto (43%) para la situación que se vivía.
La explicación vino enseguida. Había existido un gigantesco fraude que le dio casi 300.000 votos de fantasía a la UP.
No hubo ninguna autocrítica ni afán de corregir estos gravísimos hechos por parte del gobierno o de la UP.
Por el contrario, se generalizaba la convicción de que no habría consolidación del comunismo sin derramamiento de sangre
Para ello era imprescindible infiltrar y dividir a las fuerzas armadas, a lo que se abocaron, intentaron y fracasaron.
En junio de 1973, quién sería más adelante Presidente de Chile, Patricio Aylwin dijo. “El mandatario está haciendo en Chile una falsa
democracia”.
En ese momento en Chile había centros de adiestramiento guerrillero, fábricas de explosivos, armas enviadas desde la URSS y Cuba, instructores y operadores cubanos. Había más de 30000 extranjeros ingresados desde países socialistas o pertenecientes a organizaciones sediciosas extranjeras. Se estimaba en más de 20000 guerrilleros chilenos adiestrados en Cuba donde había 25 escuelas de terrorismo.
También en el mes de junio se produjo un hecho de singular importancia. Un incidente vergonzoso del General Prats, que servía al régimen junto con otros militares, en el que terminó apuntando y amenazando con matar a una mujer que le había sacado la lengua desde su automóvil generó un repudio general y finalmente renunció siendo reemplazado por el General Augusto Pinochet.
Casi al mismo tiempo, se sumaban declaraciones públicas y privadas pidiendo la destitución de Allende.
Finalmente, el 11 de setiembre de 1973 se produce el golpe militar y el suicidio de quién se había propuesto instaurar en Chile un régimen comunista siguiendo el modelo cubano.
Conclusiones:
Desaparecido Allende y erradicados los grupos guerrilleros violentistas, Chile tuvo una orientación económica acertada que logró revertir la tremenda crisis en que lo había sumido la aventura comunista. Y hasta tal punto esto fue así que, retornada la Democracia, los sucesivos gobiernos de izquierda no modificaron los lineamientos económicos que lo convirtieron en un país modelo de desarrollo por las demás naciones latinoamericanas.
No obstante, en octubre de 2019 se instaló nuevamente la opción de la violencia para generar cambios políticos.
La consigna parecía revivir aquellos postulados que llevaron a Chile a tan oscuro período. Todo debía ser destruido, los símbolos, los valores tradicionales, hasta la bandera y el himno chileno fueron repudiados. Costosos desarrollos en beneficio de la población como el sistema de movilización de Santiago fueron destrozados.
Un acuerdo político para cambiar la Constitución pareció – a mi juicio ingenuamente – el camino para lograr mágicas soluciones a los reclamos populares,
Ello se acompañó con la elección del actual Presidente que, a esta altura de su gestión, parece haber diluido las expectativas que lo rodearon en un comienzo.
Pasada la crisis el electorado chileno parece haber recobrado el sentido común al rechazar un delirante proyecto constitucional.
Ojalá el examen desapasionado de su propia Historia haga que los chilenos coloquen a Salvador Allende en la triste y oscura posición que le corresponde, sirviendo de enseñanza para no volver a depositar su confianza en presuntos héroes con pies de barro.