Política nacional

Desarrollo Sostenible. Principios universales de sostenibilidad

Podemos y debemos rendir más

Ing. Andrea Maddalena. Especialista en Género, Cambio Climático y Desastres

La sostenibilidad debe ser, necesariamente, un deseo de la sociedad humana. Las actividades en relación con la naturaleza deben procurar hacer duradero lo bueno que tenemos y disfrutable, además de mejorar lo negativo que creamos o padecemos. Se aplica al desarrollo sostenible o a cualquier actuación humana con efectos significativos. La sostenibilidad es global; fragmentar el concepto es desvirtuar su valor sustantivo.

Principios generales, derivados de principios de gestión ambiental, aplicables a un plan, programa o proyecto, durante o después de su ejecución, son aquellos aplicables a cualquier tipo de actuación de gestión y uso del territorio y sus recursos, sea en el ámbito público o privado. Son principios porque contienen ideas fundamentales orientadoras y son universales porque se extienden a todas las actividades, a todo el mundo, y a todos los tiempos históricos y sus circunstancias.

Necesitamos mejorar la calidad de vida del conjunto de la población y procurar la cohesión social. También preservar el capital natural y la calidad del medio ambiente para las generaciones futuras. La equidad social es una meta y un valor que debe inspirar las decisiones en el diseño de políticas públicas y en el sector privado.

La búsqueda de consenso en las decisiones sobre objetivos y necesidades comunes tiene que ver con los niveles de participación y acceso a la información. En la planificación, urbana o territorial, y en especial de espacios naturales protegidos (ENP), son imprescindibles procesos de exposición pública y la valoración de propuestas de colectivos económicos, sociales, culturales, en particular del ámbito local.

Las actuaciones y la planificación sostenible del territorio deben basarse en visiones participativas y globales, evitando cualquier solución sectorial o unilateral. Responsabilidad compartida, de eso se trata.

La integración ambiental implica incorporar la variable ambiental con un enfoque ecológico en todas y cada una de las diferentes políticas y actuaciones sectoriales: uso racional de los recursos naturales, minimizar la producción y peligrosidad de los residuos, contribuir a la prevención y solución de problemas ambientales globales, conservar y restaurar los ecosistemas y espacios naturales degradados, entre otros.

La cautela expresa la preferencia por no actuar si no existe total certeza de no ocasionar impactos ambientales severos e irreversibles. Este principio puede presentar cierta ambigüedad en las interpretaciones, aunque siempre debe primar en procesos de evaluaciones, con carácter previo, en acciones de envergadura con efectos negativos potenciales sobre los ecosistemas, el territorio y la población.

La prevención es una estrategia de actuación que permite anticiparse a los conflictos derivados de una actuación con implicaciones ambientales o sociales. Debe ser una medida prioritaria, con prevalencia respecto a las medidas compensatorias o de corrección de daños producidos por la implementación de un plan, programa, proyecto o cualquier actuación de gestión. Restaurar, en muchos casos, es necesario para recuperar y conservar el patrimonio natural degradado por diversas causas antropogénicas, planificadas o accidentales. Recuperar los valores y funciones de los ecosistemas que impactan de manera significativa sobre los recursos naturales y humanos de las comunidades en cuestión nos obliga y compromete siempre.

El valor ecológico y económico del medio rural y su identidad territorial deben ser factores considerados y cuidados al máximo en todo proceso de planificación y gestión, en especial si implica una expansión de las áreas urbanas sobre el espacio rural o la transformación intensa de éste.

La importancia del seguimiento y evaluación de planes estratégicos, como los relacionados a la adaptación y mitigación al cambio climático, es fundamental para calificar algo de sostenible o valorar su grado de sostenibilidad; para eso basta revisar el cumplimiento de los principios, su implementación y efectividad sobre las sociedades multiculturales, desarrolladas y en pos del desarrollo sostenible.

Uruguay cuenta con un Plan Nacional (NAP) para la adaptación al cambio climático en ciudades e infraestructuras en el marco de una agenda estratégica más amplia relativa a la sostenibilidad de las ciudades. Los objetivos son reducir la vulnerabilidad frente a los efectos del cambio climático creando capacidades de adaptación y resiliencia en ciudades, infraestructuras y entornos urbanos. También integrar las medidas, en las políticas, programas y actividades, en procesos y estrategias de planificación dirigidos a las ciudades y la planificación local.

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