Divididos
César García Acosta
José Mujica, filosofando sobre el resultado electoral del domingo, se le escapó su sentimiento histórico frenteamplista de desprecio hacia el actual votante colorado. Rumbo al balotage- dijo sobre Andrés Ojeda, que «… es raro un candidato colorado que no hable de batllismo…», mientras que Lucía Topolansky, en la misma sintonía, lo calificó de «rabanito». Con esta calificación pretendieron desmerecerlo no en alusión al color de la planta, sino en referencia a los quiebres institucionales del siglo XX en Uruguay, atribuyendo cierta connivencia de los dirigentes blancos y colorados de la época. Quien vea estos dichos como marginales estará perdiendo de vista el `leit motiv´ de la estrategia histórica frenteamplista para desarticular al coloradismo. Mientras buscan dividir a los colorados no logran dimensionar la importancia y el mensaje de los casi 65 mil votos en blanco, equivalentes a un senado, que optaron por el silencio electoral.
No es nuevo para el mundo versionar la división como estrategia potente, buscando desmerecer al oponente. A menudo Uruguay ha estado dividido, pero como esta vez, partido por mitades, jamás. Muy atrás en el tiempo quedaron los días en que los políticos negociaban, cohabitando el recinto parlamentario con la mirada puesta en las leyes y el bien común.
Hoy los votantes del Frente Amplio y de la Coaliciòn Republicana se enfrentan al desacuerdo político. Pero aun así, al Frente Amplio en particular le llegó el momento de sentarse en la misma mesa con los colorados “de a pie” para ofrecerles un futuro. Ensayarán sólo por algunas horas evitar la polarización que transforma a todo proceso democrático de compromiso, con apertura al diálogo, para abrir el paso a la batalla de disfunción y a la animadversión en el que el ganador lo impone todo.
El Parlamento tak y como quedó insinuado, queda sumido en un bloqueo perpetuo, que corre el riesgo de socavar los principios de la democracia. Este estancamiento legislativo de mayoría regimentada en una Cámara, no es más que la foto del domingo de la elección. Es un reflejo del talante social ampliado al votante del día de la elección: fluye el perfil adversario al límite de la enemistad por acción y definición del rol de cada uno.
Pero qué nos divide como ciudadanos: ¿el ejercicio del gobierno?; ¿la grieta?; ¿los malla oro?; ¿la ideología?; ¿el Estado?.¿ Qué es lo que nos empuja hacia los polos, y nos radicaliza hacia el abismo imaginario de la desigualdad? ¿A quién se imputará la responsabilidad de la virulencia que inexorablemente vendrá: a la incontrolada acción de las redes sociales, o a la incertidumbre de saberse “divididos”.
Estas profundas divisiones que remarca la existencia de dos modelos de país, se intensificará ante la aparente controversia ideológica fomentada desde la izquierda, sobre las composiciones sociales, las estructuras de gobierno y los niveles de desarrollo económico.
El plebiscito de la seguridad social obligará al Frente Amplio a posicionarse con alternativas al fracaso plebiscitario: aunque no existe una única explicación de por qué fracasó la propuesta del PitCnt, el país y su gente deshilacharon en los extremos el motor clave para la polarización al sobredimensionarse las posiciones políticas, y con ellas la polarización social.
Este cambio en la comprensión pone de relieve que la división no se limita a las opiniones divergentes sobre los temas. Está profundamente arraigada en la percepción de los oponentes políticos como amenazas a la propia forma de vida y a los valores fundamentales.
En este contexto, Yamandú Orsi, del Frente Amplio (FA), y Álvaro Delgado, del Partido Nacional (PN), se enfrentarán en balotaje el domingo 24 de noviembre por la Presidencia de la República. Los colorados, al menos durante algunos días, serán tentados a negociar porque más allá de las declaraciones conjuntas, es un hecho que hubo dos ganadores: el FA y el Partido Nacional. Los demás, todos los demás, están sometidos a ser convencidos con ideas, propuestas y sentimientos.
El fracaso de los dos plebiscitos puestos a consideración de la ciudadanía también son un signo a decodificar. ni el que buscaba reformar aspectos del sistema de seguridad social, ni el que pretendía habilitar los allanamientos nocturnos, consiguieron superar el 38% de los votos.
Según las cifras de la Corte Electoral con el 99,92% de las mesas escrutadas, el Frente Amplio logra 1.057.515 votos, equivalentes al 43,94% del total. El Partido Nacional obtiene 644.147, el 26,77%. El Partido Colorado alcanzó los 385.685 (16,03% ), Identidad Soberana 64.735 (2,69%) Cabildo Abierto 59.000 votos (2,45%) y el Partido Independiente 41.206 (1,71%). El Partido Constitucional Ambientalista tiene 11.691 votos ( 0,79%), Unidad Popular 9.951 votos (0,41%), el Partido Ecologista Radical Intransigente 9.152 votos (0,38%), el Partido por los Cambios Necesarios 3.128 votos (0,13%) y Avanzar Republicano (1.866 votos (0,08% del total). Los votos en blanco fueron 64.807, de los cuales 33.682 resultaron ser votos solo para las hojas de los plebiscitos. Hubo 53.791 votos anulados y 34.564 observados.
El Senado quedó conformado con 16 bancas del FA, 9 del PN y 5 del Partido Colorado. Cabildo Abierto (CA) quedaría afuera de la cámara alta.
La Cámara de Diputados quedó constituida con 48 bancas del FA; 29 del PN; 17 del PC; 2 de Identidad Soberana; 2 de CA y 1 del Partido Independiente (PI).
De esta manera, el FA obtiene la mayoría en el Senado. En Diputados ninguno de los dos bloques principales tendría mayoría propia.
A la interna del FA, al igual que en junio, el MPP ganó. El sector liderado por Alejandro Sánchez a nivel nacional consiguió 8 senadores: la mitad de lo que será la bancada del FA en el Senado. Actualmente el MPP tiene 5.
Con la lista encabezada por Óscar Andrade, el Partido Comunista mantuvo su lugar en el Senado y logró una segunda banca para Constanza Moreira. El Partido Socialista y La Amplia mantuvieron sus bancas -una cada uno- en el Senado.
El sector “Abrazo” logró meterse en el Senado con la banca de Cristina Lustemberg. También obtuvo un lugar en la cámara alta Felipe Carballo de Compromiso Frenteamplista (Lista 711), ex dirigente de Raúl Sendic.
Las agrupaciones Seregnistas y la Vertiente Artiguista retrocedieron en términos de representación en el Senado en comparación a 2019. En el caso de Seregnistas, que agrupa a Fuerza Renovadora y Asamblea Uruguay, pasó de tener 3 bancas en el Senado a una; mientras que la Vertiente Artiguista perdió una de las 2 bancas que tenía desde 2019.
A la interna del Partido Nacional también cambió la correlación de fuerzas. El nuevo grupo conformado por Espacio 40, Mejor País y Alianza Nacional, denominado “Alianza País”, logró imponerse como la lista más votada y obtuvo cuatro senadores. En segundo lugar terminó Aire Fresco, que mantuvo sus tres bancas. A su vez, el también debutante D Centro obtuvo una banca. Los sectores que perdieron representación fueron el Herrerismo (lista 71), que pasó de tener dos lugares a uno, y la agrupación de Juan Sartori, que directamente quedó fuera del Senado.
En el Partido Colorado marcó un escenario de reactivación: la clave fue el regreso a la política partidaria de Pedro Bordaberry y su alianza con Tabaré Viera quien logró levantar la bandera colorada en el departamento de Rivera. La lista 10 liderada por Bordaberry (Vamos Uruguay) obtuvo 2 bancas, la de Andrés Ojeda (lista 25) también alcanzó las 2 bancas -una de las cuales será ocupada por Gustavo Zubía-, y llegó al Senado Robert Silva (Crece).