Donald Trump, su re-elección y Uruguay
Guzmán A. Ifrán
La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ha reavivado el debate sobre las consecuencias de su retorno para América Latina y, en particular, para países como Uruguay. Con una agenda que tradicionalmente ha enfatizado una política exterior basada en el proteccionismo y una visión un tanto aislacionista, cabe reflexionar sobre el potencial impacto que esta administración podría tener en el plano político, económico y social en Uruguay.
En el Ámbito Político. El gobierno de Trump, en su anterior mandato, demostró una tendencia a reducir el compromiso de Estados Unidos en los asuntos internacionales, priorizando los intereses nacionales por encima de alianzas multilaterales. Esta inclinación podría llevar a una menor influencia de Estados Unidos en los organismos regionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA), lo que podría impactar a Uruguay en términos de cooperación y asistencia en temas de seguridad en general y narcotráfico en particular. Para el gobierno uruguayo esto implicaría adaptarse a un contexto en el que la presencia estadounidense podría ser menos activa, lo cual abre espacios para que otras potencias, como por ejemplo China, sigan incrementando su influencia en el país y la región.
Además, Trump ha sido crítico de los tratados comerciales multilaterales y de los acuerdos que percibe como desequilibrados para su país. Un nuevo mandato podría significar mayores obstáculos para acuerdos comerciales en la región, aunque al mismo tiempo podría fortalecer el rol de Uruguay en buscar alianzas regionales o incluso negociaciones bilaterales de comercio directo. Es por ello que quizá lo hoy percibido como un potencial menoscabo de posibilidades para nuestro desarrollo fruto de la circunstancia bajo análisis sea, a fin de cuentas, todo lo contrario. Supongo es algo que confirmaremos ya en los próximos tiempos.
En el Ámbito Económico. Un eje clave en la política económica de Trump ha sido el proteccionismo, que busca limitar las importaciones y promover la producción interna. Esto podría traducirse en una menor demanda de bienes importados de América Latina, afectando sectores clave de exportación en Uruguay, como la carne y los productos agrícolas. Si bien Estados Unidos no es el principal socio comercial de Uruguay, cualquier contracción en la economía estadounidense podría tener efectos en los precios de productos que Uruguay exporta a otros mercados globales, ya que un menor dinamismo en EE. UU. suele impactar la demanda global.
En cuanto a las inversiones, las políticas de Trump podrían desincentivar la inversión estadounidense en Uruguay y América Latina, dado que suelen orientarse a fortalecer el empleo interno y repatriar capital. Sin embargo, esta situación podría abrir oportunidades para el Uruguay, en clave de atraer inversiones de otras potencias que vean a nuestro país como una alternativa atractiva ante un posible distanciamiento de Estados Unidos.
En el Ámbito Social. A nivel social, una administración de Trump podría cambiar las dinámicas migratorias y el flujo de capitales hacia y desde América Latina. Las políticas migratorias más restrictivas que caracterizaron su mandato anterior afectaron a las comunidades de inmigrantes latinos, y su reelección podría significar un refuerzo de estas restricciones. Esto no solo impactaría en el movimiento de uruguayos hacia Estados Unidos, sino también en el flujo de remesas, un factor económico importante en varios países de la región, aunque claro está, esto compromete mucho más a países como a Venezuela que al Uruguay.
Otros Factores Relevantes. Es importante considerar también el impacto en temas ambientales. Trump ha mostrado en el pasado una postura escéptica respecto al cambio climático y se ha desvinculado de acuerdos internacionales en esta materia. Un nuevo mandato podría debilitar aún más los compromisos de Estados Unidos en temas de sostenibilidad y cambio climático, afectando así los esfuerzos globales que incluyen a Uruguay y su compromiso por una agenda verde.
En definitiva, un segundo mandato de Donald Trump podría traer consigo desafíos y oportunidades para nuestro país. En tal sentido, el Uruguay deberá navegar este nuevo contexto con prudencia, diversificando sus alianzas y aprovechando las oportunidades en otros mercados mientras se adapta a las nuevas prioridades de la política estadounidense. Con una estrategia diplomática y económica adecuada, no tengo dudas que Uruguay tiene la posibilidad de minimizar los riesgos y aprovechar los espacios que este contexto cambiante podría ofrecer. Evidentemente, ese será uno de los grandes desafíos que deberá atender el nuevo gobierno uruguayo que asuma a partir del 2025.