HABLEMOS DE LA DERECHA URUGUAYA
La resistencia a los cambios
Jorge Nelson Chagas
Al poco tiempo de producido el golpe de Estado ocurrió un episodio poco recordado: aparecieron unos extraños “comandos”, aparentemente integrados por civiles, que se dedicaron a rapar por la fuerza a jóvenes melenudos. ¿Gracioso… ? Temo que no. En el fondo de esta cuestión esto fue un anticipo de la mentalidad que prevalecería durante la dictadura.
El joven melenudo como sinónimo de rebeldía y desaseo O sea que representó el deseo que los jóvenes volvieran a ser disciplinados tanto en conducta como en la moda. También hubo una campaña contra la pornografía y se instaló una férrea censura que, incluso, llegó a prohibir la exhibición del film “Jesucristo Superstar”. Sólo el Todopoderoso debe saber por qué esa ópera rock podía significar algún peligro para el régimen instaurado el 27 de junio de 1973.
Pero, al margen de las decisiones gubernamentales, estoy convencido que un sector importante de la ciudadanía veía con complacencia la imposición del orden y la disciplina en los centros de enseñanza, el disciplinamiento de la juventud y el retorno a los valores morales tradicionales. Existe una sensibilidad moral de derecha o conservadora que considera a la familia patriarcal como la base de la sociedad e incluso de la nación misma. Pero la cuestión es mucho más vasta. No hay que olvidar que en los ’60-’70 aumentó la matrícula femenina en la enseñanza secundaria y universitaria. Además, aflojó la condena a las relaciones sexuales pre-matrimoniales y se extendió el uso de la píldora anticonceptiva. Las jerarquías de género y generacionales arraigadas en Uruguay quedaron cuestionadas.
(Irónicamente el “enemigo marxista” de aquel tiempo no era tan avanzado en esos temas. La izquierda no toleraba la homosexualidad y menos que menos, el travestismo. En cuanto a la sexualidad hétero, si bien se aceptaban las relaciones prematrimoniales – la virginidad como un prejuicio burgués – era solamente con el “compañero” o la “compañera” en un marco de fidelidad mutua. Incluso en las organizaciones armadas – como el caso del MLN – prevalecía un fuerte machismo).
En realidad los cambios sociales de los ’60-’70 fueron a nivel de todo el mundo occidental. No fue un tema exclusivamente del Uruguay. Y da la impresión que en este país ese fenómeno generó un grado considerable de trauma. Como si un sector numeroso de la sociedad no tuviera la capacidad de asimilarlos y/o aceptarlos, pretendiendo una suerte de “congelación” del tiempo.
Sería muy simple decir que existía, o existe, en Uruguay una masa de hombres y mujeres adultos reaccionarios e intolerantes. Simple y – a mi entender – totalmente falso. La cuestión pasa por otro lado. Creo, y admito que puedo estar errado, que un sector importante de la población de los años ‘60-’70 había formado su mentalidad en el marco del modelo de sustitución de importaciones, un país casi completamente cerrado al mundo exterior, autocomplaciente (el mito de Maracaná) y provinciano. Donde el Estado estaba presente en casi todos los aspectos de su vida diaria y en la sociedad prevalecían valores tradicionales.
Al perder el tren del desarrollo- Uruguay no pudo integrarse a la Era Dorada del Capitalismo – no pudieron aceptar o tolerar los cambios que se daban en el marco de una crisis económica endémica. Por la sencilla razón que no pudieron comprenderlos. No por falta de inteligencia o capacidad de raciocinio, sino porque no tenían las herramientas para ello. El atraso – llámesele subdesarrollo – cobró un precio. Siempre me llamó la atención que el batllismo de los años ’60-’70 no haya podido conectarse con las nuevas sensibilidades y encauzarlas como lo había hecho en las primeras décadas del siglo XX y, en ciertos momentos, se asemejase – no significa que necesariamente lo fuera – a una fuerza conservadora cuando no reaccionaria.
En gran medida, el “enemigo marxista” representó esos cambios que rechazaron.
Por eso, lo he dicho más de una vez, se refugiaron en el pasado que les parecía mucho más seguro.