Política nacional

La ideología de los extremos

Daniel MANDURÉ

Buenos y malos, amigos o enemigos, blanco o negro, siempre o nunca, todo o nada. Estamos acorralados, casi que avasallados por posturas radicales. Una horda, no tan grande, pero si muy ruidosa, que desde ambos extremos y con violencia dialéctica intenta llevarnos a los empujones. Donde el grito prevalece por sobre la razón. Ese pensamiento polarizado que algunos actores políticos con sus declaraciones parecen alimentar.

En los últimos días Carolina Cosse en su discurso de lanzamiento de campaña y también en una entrevista televisiva lo dejó en evidencia. Por un lado, expresando que en la izquierda está todo lo bueno y en la derecha todo lo malo. Por otro lado ante la consulta de la periodista no pudo reconocer un solo acierto del gobierno. Ni uno solo. No se construyó el Hospital del Cerro ni el centro de políticas sociales en Casavalle, ni el liceo rural en Curtina o el de Tranqueras, nada. Todo está mal.

Mezquindad que habla por sí sola.

Esa pretensión de intentar llevarnos casi que, a los empujones, a ese mundo dicotómico, sin matices, sin más colores y sin otras opciones. No hay caminos del medio, porque para ellos, ese es el camino de los débiles o indecisos.

El debate de ideas es siempre un aporte a la vida democrática, pero cuando la confrontaciòn es llevada al terreno de radicalismos, ingresamos por un camino fangoso, que poco le aporta al debate. Le pone un corsé al pensamiento.

El dialogo, el acuerdo, la autocrítica, la mirada tolerante, esa capacidad de reconocer errores propios y poder ver virtudes en el otro nunca será posible desde los extremos y con una mirada absolutista. Ellos se alimentan del enfrentamiento, dividen en dos a la sociedad. Posiciones cargadas de un profundo fanatismo.

Invocan la libertad parados en un rancio dogmatismo, a la pluralidad desde su pensamiento único y hablan de tolerancia, pero en los hechos, se ahogan en su propia intolerancia.

O estás con Lula o con Bolsonaro. Si criticàs a Lula sos un bolsonarista reaccionario, si lo haces con Bolsonaro seguro apoyas al ideólogo del Foro de San Pablo.

O estas con los kirchneristas o con Milei.

En la izquierda están todos honestos, en la derecha los corruptos o viceversa.

Esas máximas tan erróneas como equivocadas. Esa necesidad de pararse en un extremo como única receta posible para combatir las ideas del otro extremo.

Si votas un proyecto de ley impulsada por legisladores frenteamplistas sos un traidor o si le votas una iniciativa a la coalición republicana te convertís en un neoliberal recalcitrante.

Si cometes la osadía de criticar alguna de las medidas o acciones impulsadas por sectores feministas seguro sos un machirulo, amante del patriarcado. Ahora, desde el otro extremo, si apoyas de alguna manera la marcha del 8 de marzo, seguro te van a etiquetar de feminazi.

Si vivís en La Tahona no tenes sensibilidad social porque para tener sensibilidad social tenes que vivir en la periferia. Por aquello de oligarquía y pueblo.

Si te declaras agnóstico o ateo sos un hijo de Satán si sos un practicante religioso y asiduo concurrente a algún templo religioso, un dogmático ignorante que da cobijo a curas pederastas.

Si defiendes tu legítimo derecho al trabajo y no adheris a un paro sos un carnero recalcitrante al que hay que combatir. Si llegas a compartir alguna reivindicación sindical por considerarla justa seguro que te convertiste al comunismo.

No hay más opciones, es una cosa o la otra.

Nos quejamos de que el otro no escucha, pero no escuchamos, de que el otro grita, pero también gritamos, de que el otro no respeta, pero no respetamos, de que no se razona, pero no razonamos.

Nada en la vida en tan absoluto, en la política tampoco. Hay matices, opiniones diversas. Hay un gran espacio en el medio, donde con menos ruido, nos paramos la amplia mayoría. Donde no es necesaria la mentira para hacer prevalecer nuestra opinión. Donde el argumento y el contenido le ganen al agravio y a la etiqueta. Donde prevalezca la tolerancia.

Con el puño crispado es muy difícil el entendimiento.

Ojalá logremos entender que la ideología de los extremos no es la solución.

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