Editorial

La necesaria política del sano juicio

César García Acosta

Mientras unos dicen que las encuestas son apenas la foto de un instante, para otros son la antesala de lo que vendrá. Sea como sea las encuestas son generadoras de expectativas, de desconciertos y hasta constituyen un despertador para el aletargado descuido de no trabajar en las estrategias necesarias rumbo a la inexorable campaña electoral. Y para eso se necesita de ideas, propuestas, programas, acuerdos y la debida proyección de los candidateables que deberán interactuar hacia adentro como afuera de su estructura partidaria.

Para FACTUM “Comparando los resultados electorales, se aprecia que el Frente Amplio registra 2% por encima de lo que obtuvo en las Elecciones Nacionales de 2019… el Partido Nacional se ubica 3% por debajo de la votación de 2019, Cabildo Abierto 2% por debajo y el Partido Colorado 6% por debajo, a su vez el Partido Independiente registra 3% por encima de lo que fue su votación. Estas pérdidas netas registradas en la encuesta se vuelcan al P. Independiente, a Indefinidos o recoge el Frente Amplio.”

En su análisis FACTUM, expresa que “Cabildo Abierto como partido nuevo no tiene una tradición de voto de pertenencia y el 11% alcanzado en 2019 se nutrió de electorado que había votado a otros partidos en elecciones anteriores, y también que por su composición social es un electorado más volátil.”

Yendo a lo nuestro, di FACTUM que “en el caso del Partido Colorado la salida de Ernesto Talvi de la escena política supuso que una parte del electorado que se vio atraído por su candidatura hoy no se vea reflejado en el Partido Colorado, adicionalmente en el Partido Colorado no aparece actualmente en escena una figura de liderazgo electoral consolidada y visualizada en la opinión pública como tal.”

El Partido Colorado tiene que estar muy atento no sólo al estado de su interna política, que es importante y merecedora de entendimientos, sino al contexto nacional, donde casi sin buscarlo ha adquirido un rol de equilibrio y protagonismo intransferible: ha sido el partido de la responsabilidad y ese no es un dato menor. Su rol político hasta ahora desempeñado por la expectativa que generan sus años de trayectoria desde su creación, y por la potencialidad que -como partido históricamente de gobierno- ha tenido, le grabó a fuego no sólo su idiosincrasia estatista, sino que es la garantía de la coalición republicana.

Alcanza con leer el mensaje tanto de los blancos como del electo presidente del Frente Amplio, para entender que el rumbo colorado y batllista es una marca diferencial a la hora de valorar las propuestas cotidianas.

Pero eso también trae de la mano no apurarseen candidaturas y ser equilibrado en sus acciones confrontativas hacia adentro del coloradismo, como hacia a la coalición como el todo que nos alberga.

Es por eso que el Partido debe contar con un plan estratégico elaborado no con improntas sectoriales, sino con una mentalidad moderna, apelando a ideas nuevas con medios nuevos. No es posible pensar un partido político al margen de la nueva sociedad de la información, prescindiendo de las nuevas herramientas que información proporciona, o no incidiendo, como debe ser, en la forma de llegar a la gente con discursos con contenidos ágiles posibles de ser valorados, decodificados y reconvertidos en nuevas fuentes de información, por quienes serán no sólo votantes sino candidatos a ocupar escaños parlamentarios nacionales o departamentales e incluso municipales. Es más, a tal punto el vertiginoso impulso de la nueva modalidad de la política incidirá sobre nuestras sociedades, que los partidos tendrán que analizar sin pausa alguna la instalación, ya no de un tercer nivel de gobierno –el municipal- sino un cuarto nivel que representará agrupaciones vecinales y sociales e incluso a los centros del poder local.

Para unos en el “desarrollo de lo local” confluirá esta suerte de nuevo relacionamiento funcional de la política; para otros, más allá del debate necesario que deberá darse a lo largo y ancho del país, ese ámbito serán los partidos políticos.

Ya no queda espacio para la inacción; la hora de imaginar lo que vendrá será la diferencia entre existir o dejar de hacerlo.

Hoy el Partido está estancado. La participación no existe y las encuestas lo dejan en evidencia.

Quizá sea importante que los colorados en esta hora crítica asuman que el “paso al costado” es una cuestión de responsabilidad, y que habilitar la oxigenación de su interna, bien puede colaborar a lo que años atrás se anunciaba que habría un nuevo partido. ¿Qué quedó de aquélla imputación a lo “nuevo”? ¿Qué pasó con los nóveles liderazgos? ¿Dónde está la invocación a la participación política como signo de renovación?

Hoy ya no se trata de ser más o menos batllistas; hoy el sobretodo de don Pepe no genera la pasión de otra época; hoy la libertad como valor no se observa en peligro, y quizá por eso el partido no está dando todo lo necesario.

Seamos realistas: nada está coordinado y las encuestas evidencias problemas de comunicación. Eso alcanza no para que un partido apele a la ciencia para mejorar la ruptura comunicacional, sino para que cualquiera –en su sano juicio- apele a remover las bases y poner en la cancha a los jugadores que realmente pueden y deben ser los conductores de una ideología. Ser colorados es una definición política: defendamos nuestra idiosincrasia.

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